Evangelios de la Semana
En esta sección
14 al 20 de abril 2025
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas lscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él. Palabra del Señor.
Comentario:
María unge los pies de Jesús. Es una señal de aprecio muy profundo; es su manera de alabar a Dios. Frente a las críticas, Jesús la alaba y habla de su muerte. Alabar a Dios es reconocer su grandeza y nuestra pequeñez. Es dar gracias por tantos bienes recibidos. Es reconocer que el amor de Dios es inmenso frente a nuestros pecados. Estamos iniciando la Semana Santa. Preparémonos para alabar a Dios, para darle gracias por la entrega de su Hijo, lo que es la muestra máxima de su amor.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”. Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón lscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”. Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero Yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde Yo voy, ustedes no pueden venir»”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”. Jesús le respondió: “Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”. Pedro le preguntó: “¿Señor, por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús está a punto de entregar su vida en la cruz y anuncia que hay un traidor. Tantos años juntos y alguien lo traiciona. Además, Pedro se cree invencible y Jesús le anuncia su debilidad. Reconozcamos nuestras debilidades. Jesús viene para salvar a los débiles. Al reconocer nuestra realidad, nos acercamos con humildad para acoger la salvación y la liberación que Jesús nos trae.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Uno de los Doce, llamado Judas lscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Azimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: «El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos»”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:” ¿Seré yo, Señor?”. Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. ”Tú lo has dicho”, le respondió Jesús. Palabra del Señor.
Comentario:
Todos preparan la Cena que será la Última Cena. Es recuerdo de la salvación del pueblo judío y preparación de la salvación nuestra. Mientras tanto, Judas prepara su traición. Se quedó prendado de sus ideas o con el deseo del dinero. Jesús no lo critica, como no nos critica. Viene para salvar. Pidámosle que nos de la fuerza de aceptarlo cada día.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas lscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando u na toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jueves Santo. Jesús lava los pies de sus discípulos. Es un trabajo de esclavo, y Jesús lo sabe. Se hace el esclavo de todos nosotros, se hace nuestro servidor, Él, el Maestro y Señor. Aquí se acaban nuestros deseos de grandeza, de dominar el mundo, de vanagloria. Jesús es el esclavo como María se llamaba la esclava del Señor. Deseo ponerme al servicio de los demás, de todos sin excepción.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a Él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: “No le quebrarán ninguno de sus huesos”. Y otro pasaje de la Escritura, dice: “Verán al que ellos mismos traspasaron”. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús-pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron, había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Palabra del Señor.
Comentario:
Viernes Santo. Recordamos la muerte de Jesús entre dos bandidos. El que pasó haciendo el bien termina en una cruz. Todo acabó. Descuelgan el cuerpo para trasladarlo sin honores en el sepulcro. Es bueno quedarse en silencio ante este misterio de la muerte que es misterio de amor. Quedo en silencio mirando la cruz.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que Él les decía cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día””· Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido. Palabra del Señor.
Comentario:
Sábado Santo. No hay misa el sábado santo por respeto por Cristo muerto. Puede ser bueno meditar los acontecimientos de la vida y muerte de Jesús: entregó su vida por amor a todos. Después, meditar los acontecimientos de nuestro mundo y de nuestra vida. Con tranquilidad, sin miedo: tantos pecados, tanto odio, tantas muertes en nuestro mundo. Solamente después, leer tranquilamente el relato de la resurrección.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: El también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Comentario:
Resurrección. Cristo ha resucitado. Es el acontecimiento más importante de la historia humana. Las mujeres y los apóstoles tuvieron dificultad para creer. Hoy también es difícil. Nada puede explicar este hecho y no hay que buscar explicación. Acoger, dar gracias. La muerte ha sido vencida para siempre. La vida surge porque es amor.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
7 al 13 de abril 2025
Jesús dirigió la palabra a los fariseos, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida». Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale». Jesús les respondió: «Aunque Yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; Yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy Yo solo el que juzga, sino Yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí». Ellos le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús respondió: «Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre». Él pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos dice: “Yo soy la luz”. Él quiere iluminar nuestra vida. Es difícil para los fariseos aceptarlo, y para nosotros también. Aceptar la luz es aceptar que Jesús vea todo lo que somos y todo lo que hacemos; es aceptar que Él nos ayude a enfocar nuestra vida en la verdad, es decir, es darnos cuenta de tantas falsedades que nos envuelven. Es arriesgarse. Pidamos la gracia de arriesgarnos para aceptar su luz.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los fariseos: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde Yo voy, ustedes no pueden ir». Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: “adónde Yo voy, ustedes no pueden ir”? Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, Yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados. Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres Tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero Aquél que me envió es veraz, y lo que aprendí de Él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada». Mientras hablaba así, muchos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Comentario:
Es difícil aceptar a Jesús, aceptar a alguien que piensa distinto de nosotros y que quiere organizar nuestra vida. Jesús piensa lo que Dios piensa y quiere que vivamos de la propia vida de Dios: vivir de verdad en la verdad. Pidamos al Señor que nos aceptemos tal cual somos, que aceptemos que Él nos conoce y nos apoya.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en Él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: “Ustedes serán libres”?». Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. Yo digo lo que he visto junto al Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre». Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham». Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios». Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque Yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió». Palabra del Señor.
Comentario:
La verdad nos hace libres; el pecado esclaviza. Jesús viene para liberarnos realmente. No es fácil darnos cuenta de nuestra esclavitud, de cuánto y cómo somos esclavos. Aceptar a Jesús en nuestra vida, acercarnos e Él en la oración nos ayuda a abrir los ojos y, entonces a volver a la libertad plena. Así es la oración: nos ayuda a acercarnos a Dios y a abrir los ojos sobre nuestra realidad y el amor de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: «Les aseguro que el que es fiel a mi palabra no morirá jamás». Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y Tú dices: “El que es fiel a mi palabra no morirá jamás”. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser Tú?». Jesús respondió: «Si Yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman “nuestro Dios”, y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: “No lo conozco”, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero Yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: “Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?». Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla de ‘no morir’, y sabemos que algún día moriremos. Jesús quiere hablar de la vida que no termina. Vivir con Él, ser fiel a su palabra es acoger la vida misma de Dios. Es difícil de entender y a veces de aceptar porque trastorna nuestra manera habitual de pensar. Pidamos la gracia de aceptar el riesgo de poner nuestra vida en las manos de Jesús. Él es el camino.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús. Entonces Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?». Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley de ustedes: “Yo dije: ustedes son dioses”? Si la Ley, llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿cómo dicen: “Tú blasfemas”, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: “Yo soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y Yo en el Padre»: Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero Él se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan Bautista había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad». Y en ese lugar muchos creyeron en El. Palabra del Señor.
Comentario:
Somos hijos de Dios desde la creación y más desde nuestro bautismo. Es importante aceptar nuestra realidad y vivir de acuerdo con ella. A Jesús, quisieron matarlo por el motivo de ser llamado Hijo de Dios. Somos hijos de Dios y nuestro deber es vivir esa realidad. No tengamos miedo de las críticas. Nuestra fe es valiosa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación». Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?». No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso Él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo. Palabra del Señor.
Comentario:
Los judíos decidieron matar a Jesús porque tienen miedo que, por su éxito, los romanos destruyan el país. Uno debe morir por el bien del pueblo. En este tiempo de preparación para la fiesta de Resurrección, quizás sea importante ofrecernos, ofrecer nuestra vida, nuestros esfuerzos, nuestras oraciones para el bien de nuestro país y de nuestro mundo: ¡tanto lo necesita!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: “El Señor lo necesita”». Los enviados partieron y encontraron todo como Él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita». Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras Él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero Él respondió: «Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras». Palabra del Señor.
Comentario:
Domingo de Ramos. Recordamos la entrada de Jesús a Jerusalén, entrada maravillosa. No olvidemos que, en esta misma ciudad, Jesús será crucificado poco después. Alabemos a Dios con nuestros ramos, con nuestras voces y ofrezcámonos para propagar con esta alabanza la misericordia de Dios. Jesús va a su muerte para salvarnos: no lo olvidemos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
31 de marzo al 6 de abril 2025
Jesús partió hacia Galilea. Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaúm. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen». El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera». «Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia. Éste fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. Palabra del Señor.
Comentario:
Para Dios, nada es imposible. El funcionario creyó en la palabra de Jesús, aunque humanamente era imposible. Creer es confiar plenamente, más allá de lo que dicen la ciencia y nuestra cultura. Creer es abrir el corazón y la mente para ver que es posible hasta lo imposible. Creer como el funcionario es literalmente empezar una vida nueva teniendo a Jesús como centro. El encuentro con Jesús cambió su vida y la de su familia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo ‘Betsada’, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿quieres sanarte?” Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”. Él les respondió: “Él que me sanó me dijo: toma tu camilla y camina”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: Toma tu camilla y camina?” Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después. Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”. El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: “Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo”. Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no solo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Palabra del Señor.
Comentario:
Además de lisiado, el hombre de evangelio de hoy es depresivo: esperó 38 años y nadie lo ayudó. Jesús lo sana; esa es su misión: sanar a los enfermos y, sobre todo, a los pecadores. Non se preocupa del tiempo, ni de las críticas de los fariseos, ni de la inconstancia del hombre sanado. Jesús sana: su amor es más fuerte. ¡Cuánto más fuerte será para nosotros!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo” Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no solo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: “Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que Él quiere, porque el Padre no juzga a nadie: Él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, del mismo modo ha concedido a su Hijo tener la vida en sí mismo, y le dio autoridad para juzgar porque Él es el Hijo del hombre. No se asombren; se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas; los que hayan hacho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo a los que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que Yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Palabra del Señor.
Comentario:
Nuestra vida y nuestra fe se fundamentan en la confianza que Dios está siempre presente, siempre trabaja en nosotros y por nosotros. Además, Dios trabaja porque es amor; el amor nunca se detiene. Así el Padre ama al Hijo. Para nosotros, amar a Jesús es acoger este amor, es entrar en esa relación profunda del Padre, conocer su voluntad como la conoce Jesús y trabajar con él y como él.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: Si Yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí y Yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que Yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era una lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo, estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que Él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener vida, Mi gloria no viene de los hombres. Además, Yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no m e reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean y no se preocupan por la gloria que viene del único Dios? No piensen que soy Yo el que lo acusaré ante mi Padre; el que lo acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí, Pues si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que Yo les digo? Palabra del Señor.
Comentario:
No pidamos más pruebas de la existencia de Dios, ni de su amor hacia nosotros. Tenemos más de lo suficiente: miremos los acontecimientos de nuestra vida porque ellos tienen el sello de Dios; tenemos las Escrituras que nos hablan de Dios; tenemos tantos testigos – santos, amigos – que nos ayudan; tenemos nuestro corazón que nos acerca a Jesús. Pidamos la gracia de abrirnos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también Él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Promediaba ya la celebración de la fiesta cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar. Algunos de Jerusalén decían: “¿No es éste Aquél a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es éste; en cambio, cuando venga la Mesías, nadie sabrá de dónde es”. Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, Yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo lo conozco, porque vengo de Él y es Él en que me envió”. Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él porque todavía no había llegado su hora”. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuidémonos de los prejuicios, cuidémonos de creer conocer a alguna persona. Jesús nos pide ahora abrir nuestra mente y nuestro corazón. ¡Cuántas ocasiones hemos desaprovechado de conocer, de amar, de ayudar porque nuestra mente está cerrada! Dios nos ha dado la libertad para que aprendamos a abrirnos. Solo Jesús conoce al Padre; solamente con él, podemos acercarnos a Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Algunos de la multitud que habían oído a Jesús, opinaban: “Éste es verdaderamente el profeta”. Otros decían: “Éste es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?” Y por causa de Él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y éstos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?” Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en Él? En cambio, esa gente que no conoce la ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?” Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuidémonos de los prejuicios, cuidémonos de creer conocer a alguna persona. Cuidémonos de cerrar nuestra mente. Es muy fácil escandalizarse cuando alguien no hace lo que nosotros haríamos o avanza ideas que no nos gustan. Jesús atrae a muchos, como los guardias que tienen pocos estudios o como Nicodemo que tiene muchos. Dejémonos atraer por él, por su amor. Pidámosle la gracia de arriesgarnos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús fue al monte de los olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esa mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y Tú, ¿qué dices?” Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno – le dijo Jesús –. Vete, no peques más en adelante”. Palabra del Señor.
Comentario:
Conocer y obedecer las leyes no es suficiente. ¿Qué pasa con el corazón? Jesús conoce las leyes, así también los fariseos. Estos quieren matar a una mujer pecadora, siguiendo las leyes. Pero no han mirado el fondo de su corazón. Jesús los llama – y nos llama – a recordar nuestra pobreza y recordar sobre todo que él no condena. Esa es nuestra fuerza profunda para no pecar más. Así lo vivió la mujer del evangelio de hoy.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
24 al 30 de marzo 2025
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. Palabra del Señor.
Comentario:
Dios no se fija a quien da su gracia; la da a todos sin excepción. Jesús recuerda a Naamán, un leproso y a una viuda, mujer pobre. Ambos no conocían a Dios y Dios los ayuda. Hoy Dios nos pide acogerlo a Él en los pobres, los pecadores, los desvalidos, sean o no cristianos; nos pide darnos cuenta que su amor es grande, infinito con los cristianos y los no cristianos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó. Palabra del Señor.
Comentario:
El ángel anuncia a María la gran noticia: será madre y su Hijo será el Salvador, Hijo de Dios. Dios eligió a una humilde doncella para ser la madre de su Hijo. María se extraña: ¿cómo pudo Dios fijarse en ella que es tan pequeña? Dios tiene una misión específica para cada uno de nosotros. La de María es ser madre de Jesús. Recordemos y meditemos: para Dios, nada es imposible. Solo entonces podremos decir con María: hágase en mí según tu palabra. Aceptemos la misión que Dios nos da, sabiendo que somos pequeños y débiles.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús recuerda la importancia de los mandamientos y las leyes. Toda ley es importante porque nos ayuda a vivir. Hay que cumplir y enseñar la fidelidad. Jesús nos pide también profundizar el sentido de los reglamentos. Esto no significa cumplir por cumplir. Los cristianos sabemos que la única manera de cumplir perfectamente toda ley o reglamento es por el amor sincero.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: ” Éste expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». Otros. para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama». Palabra del Señor.
Comentario:
Hoy hablamos poco del demonio y menos de expulsarlo. Pero sabemos que el mal existe en nosotros y en el mundo y que daña mucho. Lo importante es discernir las situaciones, aprenderá distinguir lo que nos lleva a la maldad y lo que viene de Dios. Jesús nos ayuda: estar con Él es tomar su fuerza de amor para discernir y luchar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: ” El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos». El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que Él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.
Comentario:
El mandamiento de amor a Dios y al prójimo es el primero y el más importante. Es más importante que los ritos y los sacrificios. Esto debe ser la base de nuestra vida. Este mandamiento es nuestra fuerza para vivir y es la base de nuestra esperanza. Así podemos acercarnos a Dios, aunque seamos pecadores; así nos acercamos a los demás porque los consideramos como hermanos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas». En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
El fariseo de la parábola se cree justo, se vanagloria de seguir los mandamientos y de hacer bien el bien, y ciertamente no miente sobre sus actividades. Jesús lo descalifica. El publicano que reconoce sus debilidades, que se presenta como pecador, tiene el favor de Dios. El fariseo es arrogante, el publicano humilde. El fariseo presenta sus títulos, se cree digno de recompensa y desprecia a los demás; el publicano se pone en las manos de Dios. Nuestro Dios es amor y acoge plenamente a aquel que se abre para recibir su amor. El fariseo con su orgullo cierra la puerta.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: ” Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida inmoral. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!”. Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: ”Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”». Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola del Hijo pródigo. El hijo mayor parece cumplir todo y ser obediente, pero no sabe perdonar; el hijo menor se farrea la herencia de manera vergonzosa, pero aprende, en el sufrimiento, a reconocer su debilidad y su pecado. El padre sale para acoger al hijo que vuelve y los recibe con cariño; sale para acoger al que no sabe perdonar. Así es Dios. Sale cada día, en cada momento a nuestro encuentro y hace fiesta para que podamos entender
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
17 al 23 de marzo 2025
Jesús dijo a sus discípulos: Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos habla de la misericordia. Dios es siempre misericordioso con todos y nos pide a nosotros también ser misericordioso. Ser misericordioso es abrirse a los demás, aceptar a todos los demás, así como Dios nos acoge a todos, buenos y malos. Esto significa: no juzgar, no condenar, perdonar, dar. La regla de oro es: como usaremos de la misericordia, así Dios la usará con nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
A los seres humanos, nos gusta – y mucho – recibir alabanzas. Así nos creemos buenos, realizados, valientes y, sobre todo, mejores que los demás. El orgullo nos transforma en hipócritas que desprecian a otros. Jesús nos advierte: lo fundamental para un cristiano es servir, ponerse al servicio de los demás, y hacerlo con humildad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de San José. El ángel anuncia a José su misión fundamental: aceptar a María como esposa y aceptar al hijo que ella espera como hijo propio. José acoge el llamado. Dios tiene una misión para cada uno de nosotros. Dios nos necesita porque quiere necesitarnos. Dios me necesita, para que su nombre, su amor sean conocidos. Para Dios no hay obras grandes o pequeñas. Toda misión es importante. ¿Cuál es mi misión?
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan». «Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí». El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento». Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen». «No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán». Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán». Palabra del Señor.
Comentario:
El rico termina en el infierno con terribles tormentos porque no supo acoger y ayudar al pobre que sufría en su puerta. ¡Tan importante es para Dios el tener un corazón misericordioso! Jesús habla a los fariseos, es decir, a los que conocen las leyes y se precian de ser buenos. Revisemos nuestras vidas y pidamos la gracia de darnos cuenta de nuestra riqueza y la fuerza para compartir.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?”. El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquél sobre quien ella caiga será aplastado. Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta. Palabra del Señor.
Comentario:
Los viñateros de la parábola no solo no dieron frutos esperados, sino que mataron a los empleados que buscaban recoger estos frutos. Dios nos arrienda la vida, el mundo. Somos responsables de todo lo que pasa alrededor nuestro. Dios nos ofrece todo y nos exige dar frutos. Nuestra responsabilidad es grande. Más recibimos y más frutos nos pide Dios. Acojamos nuestra misión con humildad, confiando en la ayuda de Dios
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ce Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. iY ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado””· Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola que llamamos del ‘Hijo pródigo’ y que debería llamarse parábola del ‘Padre que tiene dos hijos’. El primero se farrea la herencia de manera vergonzosa. El segundo no sabe vivir como hijo real en su propia casa y entonces no quiere perdonar. El padre sale para acoger al hijo que vuelve y sale para acoger al que no sabe perdonar. Así es Dios. Sale a nuestro encuentro y hace fiesta para que podamos entender su amor infinito.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera». Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra”. Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”». Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre hubo. hay y habrá accidentes en nuestras vidas, pequeños o graves. Esto no significa un castigo de Dios. Pero el saber de accidentes debe ayudarnos a estar atentos y darnos cuenta cómo vivimos. Por eso, Jesús nos presenta una pequeña parábola: un hombre tiene una higuera que no da frutos. Se le pide paciencia. Así actúa Dios con nosotros: tiene una paciencia infinita; espera cada día que lleguemos a convertirnos y nos acompaña con su gracia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
10 al 16 de marzo 2025
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha:” Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?». Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron». Éstos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?». Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo». Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna. Palabra del Señor.
Comentario:
Ver y ayudar al pobre, es ver y ayudar a Cristo. Esta regla es tan importante que Jesús nos dice que nos juzgará desde ella. En esta cuaresma, es importante meditar sobre nuestra relación con Cristo y nuestra relación con los más necesitados: cómo los vemos, cómo los acogemos, los entendemos. Preguntémonos si estos necesitados tienen un lugar en nuestro corazón.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
El Padrenuestro es la oración más común de los cristianos. Ojalá la recemos cada día. Pero también es importante meditar cada palabra de esta oración. ¿Con quién hablo cuando rezo? Con mi Padre que es Padre de todos y que está en los cielos. Pido primero por Él, por su nombre, por su reino y su voluntad. Después pido por mí y por todos los seres humanos: el alimento y el perdón, que son las dos necesidades mayores. El Padrenuestro es un estilo de oración.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús toma el ejemplo de personajes que se salvaron y, sin embargo, no eran creyentes: la Reina del Sur y los ninivitas. Ellos se convirtieron e hicieron esfuerzos para conocer a Dios y su bondad. Nosotros tenemos ventaja porque Jesús nos dio a conocer la misericordia infinita de Dios. Pidamos la gracia de la conversión.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el Cielo dará cosas buenas a aquéllos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos habla – y con insistencia – de la confianza en Dios. Nos pide aprender a pedir con confianza porque Dios es mejor que el mejor de los padres. E insiste también sobre la regla de oro: hacer a los demás lo que nos gustaría que hagan por nosotros. Adelantémonos para atender a los otros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta, merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice, merece el infierno. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos pide profundizar, superar la idea de justicia que nos viene de las leyes y los reglamentos. Las leyes regulan nuestra manera de vivir y son importantes. Pero el ser humano no puede ser esclavo de unas leyes escritas. Las leyes no pueden regular nuestro corazón. Jesús nos pide con insistencia
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos llama a vivir la perfección. El único perfecto es Dios y Jesús nos llama a imitarlo. Dios ama a todos, sin excepción. Por eso, Jesús nos pide amar hasta al enemigo, a los que nos persiguen. Eso parece imposible y de veras está fuera de nuestras posibilidades. Démonos cuenta que es imposible, que Jesús nos pide algo extraordinario. Solo es posible si nos ponemos en las manos de Dios.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. Palabra del Señor.
Comentario:
La Transfiguración. Jesús se transfigura. No tratemos de entender lo que pasó ni porqué pasó. Lo más importante es que Jesús se presenta en su realidad profunda de Dios. Él es quien resume y da sentido a la ley a los profetas, y a toda la historia. Sobre todo, Él da sentido a nuestro tiempo y a nuestra vida. Lo único que podemos hacer es acercarnos a Él, adorar y dar gracias.
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Vice Gran Canciller UCN
03 al 09 de marzo 2025
Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacía Él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Solo Dios es bueno, Tú conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, fijando en ellos la mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible. Palabra del Señor
Comentario:
Un joven se acerca a Jesús. Conoce las leyes y la vive. Por eso, Jesús lo ama. Pero este mismo joven tiene muchas riquezas, lo que no le permite ser disponible para seguir a Jesús. Las riquezas son siempre un obstáculo en el camino hacia Dios. Pidamos la gracia de darnos cuenta de cuántas riquezas tenemos y de cómo nos apartan de Dios y de los demás. Estas riquezas provocan nuestro egoísmo.
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Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos, por mí y por la Buena Noticia, desde ahora en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones, y en el mundo futuro recibirá la vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Palabra del Señor.
Comentario:
A los que seguimos a Jesús, Él nos promete que recibiremos una familia y todo lo que deseamos… con persecuciones. Ser cristiano no es fácil. Ser cristiano muchas veces es vivir el mundo al revés: no buscar obtener, sino acoger, recibir. Por eso, el mundo no entiende a Jesús, ni a los cristianos. Por eso, los primeros serán los últimos y los últimos primeros. Por eso, también debemos estar muy atentos para vivir nuestra fe con profundidad.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignora lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas; a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que, con esto, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra del Señor.
Comentario:
Empieza la Cuaresma. Empieza el camino hacia la fiesta de la Resurrección del Señor: son 40 días de preparación. Cada día de la Cuaresma, Jesús nos enseñará cómo profundizar el camino. Pongamos atención. Hoy, Jesús insiste en no buscar recompensa ni alabanza de parte de los hombres: eso es hipocresía. Solo Dios mismo, con su amor, puede ser nuestra recompensa.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo”? Palabra del Señor.
Comentario:
Ser cristiano es difícil. La cruz, es decir, la dificultad, es algo de cada día. Jesús la vivió personalmente; sabe lo que está diciendo. La cruz es entregarse, lo que va contra todo lo que nuestro mundo nos enseña. No busquemos ganar el mundo. Pidamos la gracia de entregarnos, de buscar la vida plena, la vida que Dios nos ofrece… en medio de las dificultades, de las incomprensiones y persecuciones.
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Vice Gran Canciller UCN
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan Bautista y le dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho mientras que tus discípulos no ayunan?” Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”. Palabra del Señor.
Comentario:
El ayuno, muchas veces, se ve como signo de austeridad, y a veces, lleva al pesimismo. Para Jesús, lo más importante es estar con Él. Él, y solo Él, da sentido a nuestra vida, da esperanza. Por eso, es importante acercarnos más a Él. En este tiempo de Cuaresma, nuestro esfuerzo debe ser para acercarnos a Jesús. El ayuno (si lo hay) y todo otro esfuerzo debe llevarnos en este camino. Es la gracia que hay que pedir.
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Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?” Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se conviertan”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a Levi, un cobrador de impuesto, gente odiada por los judíos. No solo llama a un pecador, sino que se une a su grupo de amigos en la mesa. A los fariseos, le es imposible entender este gesto. Jesús responde: Él viene para los pecadores. Lo que le interesa a Dios es ayudar a los que se sienten y se saben pecadores. Igual que a Levi, Dios nos llama a nosotros.
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Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: el hombre no vive solamente de pan”. Luego el demonio lo llevó a un lugar muy alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”. Después el demonio lo condijo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, tírate de aquí abajo porque está escrito: Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Pero Jesús respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús fue tentado. La Cuaresma es un esfuerzo de conversión contra el padre de la mentira. Jesús luchó contra las grandes tentaciones de todos los días: el poder, la riqueza, el orgullo. Estas tentaciones están al acecho en todo momento; y lo sabemos. Jesús venció. Solamente con Él podemos aprender a lucha y a vencer. Pongámonos en sus manos.
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Vice Gran Canciller UCN
24 de febrero al 2 de marzo 2025
Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. El les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?” Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu malo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcabas, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que está así?” “Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes…!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente el padre el niño exclamó: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie. Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”. Palabra del Señor.
Comentario:
Los discípulos no pudieron realizar el milagro pedido. Por eso, Jesús se molesta. Realiza él mismo le milagro. Jesús insiste: solo con la oración, podemos realizar milagros. La oración es ponerse totalmente en la presencia y en las manos de Dios; es dejar que Él actúe en nosotros y a través nuestro. ¿Cómo está mi oración?
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?” Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los doce y les dijo: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe no es a mí al que recibe sino a Aquel que me ha enviado”. Palabra del Señor.
Comentario:
Mientras Jesús habla de su pasión, los discípulos discuten sobre quién es el más grande. Jesús presenta un niño, es decir, una persona no muy importante dentro de la construcción de la sociedad. Pide acogerlo. Acoger a los más pequeños es acoger a Dios y vivir a la manera de Dios, porque os pequeños se saben de poca importancia.
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Vice Gran Canciller UCN
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”. Palabra del Señor.
Comentario:
Alguien hace milagros en nombre de Jesús y no participa del grupo de los discípulos. Queremos descartar a los que nos participan con nosotros. Jesús no lo permite. El círculo de los discípulos, la Iglesia, no puede ser un círculo cerrado. Las sectas son círculos cerrados, muy fanáticos. Los cristianos aceptamos a todos porque Dios puede hablar a través de cualquier ser humano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien a escandalizar a unos de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncatelo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde le gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros. Palabra del Señor.
Comentario:
Todo escándalo es grave, pero es más grave aun cuando se escandaliza a un pequeño. Jesús emplea gestos muy fuertes: corta la mano, el ojo, el pie, que no hay que tomar al pie de la letra, pero sí, darnos cuenta de lo que nos impide vivir realmente como cristianos, y entonces ordenar nuestras vidas. Somos sal de este mundo: debemos dar sabor, sentido a nuestra sociedad. Esa es nuestra misión
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de Él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?” Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?” Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, ‘Dios los hizo varón y mujer’. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: El que se divorcia de su mujer y se casa con otro comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”. Palabra del Señor.
Comentario:
Se habla mucho hoy de divorcio. Jesús recuerda el origen: la creación. Esto significa que, en todo matrimonio, como en toda vida cristiana, Dios debe estar presente de manera consciente. Dios mismo es quien une en los lazos matrimoniales, es quien da sentido a toda nuestra vida, especialmente la vida matrimonial.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Le trajeron unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.
Comentario:
Pocas veces se enoja Jesús. Hoy se enoja cuando los discípulos apartan a los niños. Jesús da su enseñanza: para entrar en el reino, hay que ser como niño. El niño es una persona que necesita siempre de otra en cada movimiento de su vida: alimentación, vestido, limpieza. Además, crecerá más sano si confía en sus padres, Así el cristiano. Crecerá si confía en la bondad de Dios, su Padre.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús hizo esta comparación. ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga en tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. No hay árbol bueno que dé frutos malos, no árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien de su tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Palabra del Señor.
Comentario:
Tres pequeñas parábolas: un ciego no puede guiar a otro ciego, sacar la viga del ojo propio antes de sacar la paja del ojo ajeno, el árbol bueno da frutos buenos. Cada uno muestra lo que es y da frutos. Jesús nos invita a examinarnos, con calma y en profundidad: ver nuestra ceguera y todo lo que nos impide ver bien nuestros defectos. Solo así podremos crecer en nuestra vida espiritual y ayudar a los que nos rodean con nuestros ejemplos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
17 al 23 de febrero 2025
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: “¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo”. Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla. Palabra del Señor.
Comentario:
Los fariseos exigen un signo, una prueba, y Jesús se niega. ¡Ha dado tantos signos en sus palabras y sus milagros! Es importante para nosotros revisar nuestras vidas y ver los signos de amor que Dios ya nos ha dado. Nuestra fe nos dice que Dios está siempre con nosotros. Es muy posible que no estemos acostumbrado a sentir su presencia. Es tiempo de comenzar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?” Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas d sobras recogieron?” Ellos respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?” Palabra del Señor.
Comentario:
Los discípulos están inquietos. Jesús les recuerda que Él está presente; les pide confiar en Él y en nadie más. Es importante revisar nuestra vida: ver cómo, cuándo Jesús se ha hecho presente en ella. Así podremos vivir con más confianza y darnos cuenta que solo en Él hay esperanza de vida, en ningún otro ser.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condijo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”. Palabra del Señor.
Comentario:
Nuevo milagro de Jesús: sana a un ciego en dos tiempos. Lo admirable, además dela acción milagrosa, es la actitud del ciego: no se inmuta cuando el milagro no parece resultar en un primer tiempo: espera confiado. Dios muchas veces se demora en atendernos. La confianza en su presencia, en su acción amorosa, es fundamental para el cristiano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas”. Entonces, Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Palabra del Señor.
Comentario:
Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Hasta ahora, nadie lo había reconocido como tal. Es bueno preguntarnos quién es Jesús para mí… y no asustarse. Jesús anuncia sus sufrimientos, su falta de recepción de parte de las autoridades de su tiempo… y de nosotros. El mal está siempre presente. Y Pedro que parece negar esa realidad, recibe una bofetada de parte de Jesús: tú no piensas como Dios, sino como los hombres. Es importante aprender a pensar en Dios y como Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía: “Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder”. Palabra del Señor.
Comentario:
Como cristianos, queremos seguir a Jesús. Y Jesús nos anuncia: no hay que tener miedo, ni vergüenza. Y nos muestra la realidad: si Él sufrió, también nosotros tendremos problemas, sufrimientos. Parece evidente: ¿de qué sirve ganar tanto dinero, tanta alabanza, si perdemos nuestra alma?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Jesús le respondió: “¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos”. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de la Cátedra de San Pedro. Esta fiesta recuerda la consagración de la Basílica de San Pedro en Roma, en el Vaticano. Desde muy antiguo, los cristianos acostumbraban reunirse cerca de la tumba de Pedro. El evangelio nos recuerda la misión que Jesús confía a Pedro: edificar y cuidar la Iglesia entera. Recemos por el Papa actual; recemos por la Iglesia, para que los cristianos aceptemos las enseñanzas del Papa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿Qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio, Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús insiste en la ley de caridad: amen a todos, amen a los enemigos, a los que los injurian; no esperen recompensa. Es lo contrario de lo que ofrece el mundo. La compasión, el perdón, son importantes para Dios y para nosotros. Pidamos la gracia de vivir como hijos de Dios que es bueno con todos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
10 al 16 de febrero 2025
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos hasta el lugar donde sabían que Él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan solo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos. Palabra del Señor.
Comentario
Apenas aparece Jesús en un lugar, la gente corre a verlo: su palabra da misericordia y esperanza; sus gestos bendicen y sanan. Esa es la misión del Hijo de Dios. Y esa es la misión de cada uno de nosotros. Tenemos que pedir al Señor que nos ayude a tener siempre palabas y gestos que acojan a los demás, que demuestren amor; jamás odio o desprecio.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas a las que están aferrados por tradición, como lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?” Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios por seguir la tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y además: ‘El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte’ En cambio ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: declaro corbán – es decir, ofrenda sagrada – todo aquello con lo que podría ayudarte’, en este caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!” Palabra del Señor.
Comentario:
Las tradiciones son importantes porque nos ponen en continuación con nuestra cultura y nuestros antepasados. Pero, al mismo tiempo, pueden esclavizarnos porque actuamos como máquina. Como robot, sin pensar. Por eso, Jesús tiene problemas con los fariseos. Es bueno revisar nuestras costumbres, darnos cuenta cómo pensamos, y ver si dejamos de lado los mandamientos de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, llamando a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo: lo que hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!” Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: “¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?” Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: “Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”. Palabra del Señor.
Comentario:
Para Jesús, no hay alimento impuro porque todo fue creado por Dios y creado bueno. Lo que es impuro es lo que sale del corazón del hombre. Jesús nos muestra tantas impurezas. Es bueno leer la lista y darnos cuenta (sin asustarnos) cómo está nuestra vida, nuestro corazón. Esto nos permite ver dónde poner nuestros esfuerzos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida, una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de Él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen siro-fenicia, le pidió que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”. Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”. Entonces Él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. Palabra del Señor.
Comentario:
Una mujer no judía, es decir, no creyente, pide un milagro para su hija. Frente a la negación de Jesús, la mujer muestra su entereza y su humildad y así vemos lo profundo de su fe. El sufrimiento y la humildad no tienen fronteras. Jesús acoge la petición. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe y nos ayude a crecer en humildad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a un sordomudo. A veces, Jesús sana solo con una palabra. En el milagro de hoy, Jesús toca al enfermo. Los seres humanos somos creaturas; necesitamos que actúen los sentidos, hoy el tacto y el oído. Dios es nuestro creador; nos conoce perfectamente y sabe muy bien todo lo que necesitamos. Por eso, la gente está llena de admiración.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos”. Los discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?” Él les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?” Ellos respondieron: “Siete”. Entonces Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los sietes panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta. Palabra del Señor.
Comentario:
Como consecuencia de su compasión, Jesús multiplica los panes: hay siete panes y unos pocos pescados. Todos comen a satisfacción. Lo importante, además de la multiplicación misma, es que hay de sobra. Cuando Dios da, no sabe calcular. Cuando hay amor, compasión, no hay espacio para el cálculo. El amor de Dios es infinito. Es bueno recordarlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles. Al bajar con éstos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio presenta bienaventuranzas y maldiciones. Bienaventurados los pobres, es decir, los que confían plenamente en Dios. Ay de ustedes los ricos, es decir, los que confían solamente en el hombre y en sus propias riquezas. Toda nuestra vida, nuestra fe, nuestros esfuerzos, nuestro corazón están representados en este texto. Recordemos que Dios quiere que seamos bienaventurados, felices… para siempre.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
03 al 09 de febrero 2025
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, daño alarido e hiriéndose con piedras. Al ver a lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante Él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!” Porque Jesús le había dicho; “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!” Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Él respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaban paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara – unos dos mil animales – se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con Él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados. Palabra de Dios.
Comentario:
Jesús entra en una región pagana, dominada por demonios. Quiere anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos, aun paganos. Para eso, muestra su fuerza contra los demonios. Si, al final, la gente lo rechaza, por lo menos, una persona seguirá predicando. El evangelio entra poco a poco. Veamos nuestra vida: la palabra de Dios entra lentamente. Pidamos al Señor confiar y profundizar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva”. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hace doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con solo tocar su manto quedaré sanada”. Inmediatamente cesó la hemorragia y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?” Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?” Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces, la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, te fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?” Pero Jesús, sin tener en cuenta estas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”. Y se burlaban de Él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate! Enseguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña. Palabra de Dios.
Comentario:
Jesús no solo hace milagros importantes como devolver la vida, sino que desconcierta en la manera de hacer milagros. Una mujer lo toca a escondidas y se da cuenta; una niña ha muerto y le da vida; todo sin gritos ni escándalos. Jesús viene a salvar, a dar vida, pero no es un curandero; quiere compartir con nosotros, especialmente en los mom
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Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado. Comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. Palabra del Señor.
Comentario:
La gente de su pueblo cree conocer a Jesús y se queda con una idea fija, Es difícil conocer bien a otra persona; más difícil cuando se trata de Dios. Tenemos que abrirnos para conocer. Creer conocer a tal persona puede ser perjudicial para ambos. Creer conocer a Dios, nos encierra en nuestras ideas. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón para no despreciarlo como los conciudadanos de Jesús.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzado con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo, Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a sus discípulos en misión. Tienen que aprender su trabajo futuro. No se trata solo de predicar. También deben confiar y no llevar nada. La predicación del reino es algo que llena la vida y la manera de vivir. Si hablamos de misericordia, si exhortamos a la conversión, debemos vivir lo que anunciamos. Pidamos la gracia de tener la fuerza de predicar y de vivir acorde.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: “Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos”. Otros afirmaban: “Es Elías”. Y otros: “Es un profeta como los antiguos”. Pero Herodes, al oír todo esto, decía: “Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado”. Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue as preguntar a su madre: “¿Qué debo pedir?” “La cabeza de Juan el Bautista” respondió ésta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. Palabra del Señor.
Comentario:
Herodes celebra su cumpleaños. Normalmente un cumpleaños es un día de fiesta, de alegría con la familia y con las amistades. El cumpleaños de Herodes termina con un asesinato. La mentalidad antigua es distinta a la nuestra, pero, de todas maneras, choca el desenlace de esta fiesta. Para muchos, la vida de una persona no tiene valor. Cada vez que despreciamos a otra persona, por el motivo que sea, somos otros Herodes. Pidamos la gracia de aprender a mirar a otros con bondad, como Dios lo hace.
R.P. André Hubert, sj
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Al regresar de su misión, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Palabra del Señor.
Comentario:
La multitud busca a Jesús. Los discípulos no tienen tiempo para descansar. Jesús tampoco. Siente compasión al ver los deseos de la gente de recibir su palabra y su cariño. Somos las ovejas que él quiere pacer. Démonos cuenta de la compasión de nuestro Dios: Él se da cuenta de nuestra miseria, de nuestra búsqueda de amor. Pidamos la gracia de acoger su cariño.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero su tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.
Comentario:
Pesca milagrosa tanto por la gente que se aglomera, como por los peces recogidos. Pedro se da cuenta que Jesús es un ser especial y se da cuenta de su pobreza: soy un pecador. Jesús le pide aceptarse como Dios nos acepta, y Dios nos acepta como somos, con nuestros pecados. Y como Pedro, nos invita a acompañarlo para ser pescadores de hombres. Así es la bondad de nuestro Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
27 de enero al 2 de febrero 2025
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían acerca de Jesús: «Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios». Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: «¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre». Jesús dijo esto porque ellos decían: «Está poseído por un espíritu impuro». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús es un hombre de éxito. Pero tiene muchas personas que lo critican por despecho, celos. Acusarlo de ser o de tener un demonio, es lo peor para Jesús. Por eso, se defiende arduamente: un reino divido no puede subsistir. Oración-lema que debemos recordar al ver nuestras familias, nuestro país o nuestro mundo. Jesús anuncia que se perdona todo pecado, pero transformarlo o transformarnos en demonio que divide, eso es lo más grave.
R.P. André Hubert, sj
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Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera». Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Comentario:
Llega María buscando a su hijo, quiere hablar con él. Eso es lo más normal para una madre. Para Jesús, la familia verdadera son los que obedecen a Dios, que se entregan totalmente a la evangelización: eso es lo primero. Los lazos familiares, políticos, comerciales u otros, deben tener una base en el evangelio y solamente así serán verdaderos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque latierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno». Y decía: «El que tenga oídos para oír, que oiga!». Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de Él junto con los Doce le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón». Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno». Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola del Sembrador. La semilla es la palabra que Jesús siembra en el mundo, en cada uno de nosotros. La semilla es buena y el sembrador confía en la tierra. Pero hay dificultades que no permiten que la semilla de los frutos esperados. Dios nos ha creado buenos y pone en nosotros su semilla buena y espera frutos. Dentro de nuestra libertad, dentro de las dificultades de la vida, pidamos confiar en Él para dar frutos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús decía a la multitud: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!». Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene». Palabra del Señor.
Comentario:
La lámpara debe iluminar; es su sentido, para eso existe. El cristiano, cada uno de nosotros es luz y lámpara. Nuestra misión es iluminar, dar sentido a este mundo, ayudar a otros a ver el sentido de su vida. Nuestra vida es dar testimonio, no escondernos, no buscar excusas. Con todos los dones que hemos recibido, aprendamos a entregarnos por completo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús decía a sus discípulos: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha». También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra». Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. Palabra del Señor.
Comentario:
La semilla, aunque sea algo muy pequeño, crece sola. Si la tierra es buena, crece sola. La semilla es la palabra que Dios siembre en nosotros. ¡Confianza! La semilla crecerá. Dios no nos pide perfección, pero nos pide confiar en ÉL cada día. Jesús habla en parábolas porque confía en nosotros, quiere que vivamos en libertad y seamos responsables de nuestro crecimiento en confianza.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Despertándose, él increpó al viento y al mar: “¡Silencio! ¡Callate1” El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?” Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es ése, que hasta el viento y el mar le obedecen?” Palabra del Señor.
Comentario:
Hay muchas tempestades en los mares como en nuestras vidas. Muchas veces Jesús parece dormir. A la súplica de los discípulos, Jesús aplaca el viento y las olas. Pero también les pregunta: ¿por qué este miedo? Ser cristiano es confiar en Dios, confiar en su presencia amorosa, confiar que quizás no nos libra de las tempestades o se demora en atendernos, pero siempre nos da fuerza para enfrentarlas. En nuestras tempestades interiores, confiemos.
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Cuando llegó el día fijado por la ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Let, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora Señor, puedes dejar que tu siervo muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús es presentado en el templo. Desde su nacimiento obedece a las leyes del padre: es un niño entre muchos otros. Solo lo reconocen Simeón y Ana, inspirados por el Espíritu Santo. Ambos supieron esperar toda su vida, sin desesperar. Sabemos que Dios está presente en medio de nosotros. Buscar, esperar su presencia en este mundo, en nuestra historia nos ayuda a madurar espiritualmente.
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20 al 26 de enero 2025
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?». Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!». Palabra del Señor.
Comentario:
El ayuno se practica poco en nuestros días. Para los judíos, era una regla que cumplía casi sin pensar. Jesús nos hace ver que, con su llegada, también la vida se renueva. No nos podemos quedar con reglamentos que se aplican mecánicamente, aunque sean buenos. Tenemos que revisar nuestra manera de vivir. Y la manera de revisar es ponernos cerca de Jesús. Él es el vino nuevo, el vestido nuevo.
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Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?». Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado». Palabra del Señor.
Comentario
Los judíos tenían muchos reglamentos, y nosotros también. Los reglamentos y las leyes existen para que nosotros, seres humanos, podamos ser más libres. “El sábado ha sido hecho para el hombre”: esto significa que las leyes están a nuestro servicio. Por eso, es importante conocerlos y saber cómo y cuándo aplicarlos. Jamás debemos ser esclavos de una ley escrita.
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Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante». Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?». Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con Él. Palabra del Señor.
Comentario
Jesús hace una pregunta a la cual es imposible contestar: ¿Se puede hacer el bien o el mal en sábado? Es evidente que el mal no se debe hacer nunca y es evidente que el bien se debe hacer cada día, aun en los días de descanso. Por eso, la pregunta no tiene sentido. Jesús sana al enfermo porque la enfermedad es un mal que hay que arrancar del ser humano.
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Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de ldumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús hace muchos milagros. Mucha gente lo sigue de todas las regiones de Palestina y alrededores, tanto que debe subir en una barca para evitar ser aplastado. Además, Jesús hace callar a los espíritus malos: no quiere ser reconocidos como hijo de Dios, título que nadie entendería o lo entendería muy mal. Lo importante es que Jesús se presenta como el que sana a todos, es decir, que quiere que vivamos plenamente.
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Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce, a los que les dio el nombre de Apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a los doce, que llamamos ‘apóstoles’, palabra que significa ‘enviado’. Varios nos son conocidos y otros apenas sabemos algo de sus vidas. Jesús los llama: son los pilares, las fundaciones de nuestra Iglesia. Jesús los llama para continuar su obra: estar con Él, predicar y expulsar a los demonios. Esa es también nuestra misión. Debemos recordar que también somos enviados.
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Jesús se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Palabra del Señor.
Comentario:
La Iglesia celebra la conversión de San Pablo, el apóstol que trajo el evangelio a todos los pueblos no judíos. El evangelio de hoy resume la misión de Pablo que es también nuestra misión: Predicar el evangelio al mundo entero, desde nuestro hogar, trabajo, sobre todo, desde nuestra oración.
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Vice Gran Canciller UCN
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‹ El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús empieza su vida pública. Viene a su pueblo, lee un texto de Isaías ante todos y anuncia: este texto se realiza hoy. Su primera misión, y la más importante, es anunciar la bondad, la misericordia de Dios para todos los hombres, especialmente para los que más la necesitan, los más abandonados. Jesús insiste: hoy se
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13 al 19 de enero 2025
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia». Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús empieza a predicar: “Conviértanse”. La conversión es un esfuerzo constante para acercarse a Dios dentro de la vida cotidiana y a pesar de sus problemas. Además, Jesús elige a sus primeros apóstoles que lo siguen ‘inmediatamente’. Encontraron a Jesús y eso cambió toda su vida y su manera de ver la vida. Esto es el inicio de la conversión. Jesús nos llama: “Conviértanse”. Aprendamos a cambiar nuestra vida.
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Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y éstos le obedecen!». Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea. Palabra de/Señor.
Comentario:
Jesús enseña y empieza a sanar. Los espíritus malos pueden ser los demonios (y así lo entendían en la antigüedad), pero también pueden ser toda persona que critica a Jesús y que lo denigra. Jesús no se deja amedrentar. Acostumbrémonos a ver que Jesús nos ayuda a superar nuestras dificultades y, sobre todos, nuestros pecados. Jesús nos sana. Aprendamos a alabarlo.
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Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando». Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a la suegra de Simón. Ante él, la fiebre desaparece. La fiebre es grave por ser enfermedad, pero también, porque no permite a la persona recibir a Jesús, atenderlo. Sin fiebre, vuelve la vida normal y la señora puede servir a Jesús y a todos. Además, Jesús no quiere quedar pegado en un solo lugar, ni parecerse a un curandero. Su misión es universal y a eso nos invita.
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Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes. Palabra del Señor.
Comentario:
La lepra ha sido siempre una enfermedad terrible: el enfermo es un muerto en vida, sabe que va a morir. Además, debe apartarse de los demás, por temor al contagio: es una persona aislada. Por eso, la lepra ha sido siempre la imagen del pecado: no nos deja vivir en paz y nos aleja de nuestros hermanos. Jesús vuelve a enviar al leproso (al pecador) a la comunidad.
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Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: «¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate, toma tu camilla y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual». Palabra del Señor.
Comentario:
Es admirable la fe del paralítico: hace todo lo posible para llegar a Jesús. Es admirable la fe de los que lo acompañan: llegan a destruir el techo con tal de llegar a Jesús. Es admirable también la reacción de Jesús. No solo busca sanar el cuerpo, sino que quiere sanar el alma. El ser humano es una persona de carne, hueso y alma, en una sola unidad. Jesús muestra su poder.
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Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a un publicano, sabiendo que es una persona y un trabajo odiados por los judíos, sabiendo que es un pecador. Dios no nos llama porque somos perfectos. Nos llama tal como somos, pecadores, y así como somos, nos envía. Por eso, Jesús va a comer con los pecadores. Si él es el médico, debe dedicarse a los enfermos y no a los sanos.
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Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Comentario:
La boda de Caná. Este fue el primer signo de Jesús. Jesús cambia el agua en vino y vino muy bueno. Dios da lo mejor. Esta boda es el reflejo de nuestra vida. Dios quiere que vivamos felices, que tengamos una vida plena. Así los deseaban los novios de la boda. Invitar a Jesús en nuestra vida es asegurarnos de tener una fiesta admirable y vivir una vida llena de alegría, a pesar de los inconvenientes. Aprendamos a confiar.
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06 al 12 de enero 2025
Juan Bautista predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo». En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre Él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se nos manifiesta para que aprendamos a conocerlo poco a poco. Juan Bautista lo presenta como más importante que él mismo. Jesús llega en medio de los pecadores y se hace bautizar como cualquier ser humano: ese es su lugar, en medio de los seres humanos. La voz del cielo lo llama ‘Hijo predilecto’. Jesús se da a conocer en nuestra vida concreta. Debemos aprender a conocerlo y a reconocerlo.
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Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz”. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta y empieza a predicar y a sanar enfermos. El evangelio lo describe como la luz que supera las tinieblas. Hay tantas tinieblas en nuestras vidas y en nuestro mundo. Necesitamos una buena Noticia; necesitamos también proclamar una buena Noticia: Jesús es Dios que viene a sanarnos, que nos muestra su compasión. Pidamos la gracia de aceptarlo y de seguirle.
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Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a los campos y poblaciones cercanos a comprar algo para comer». Él respondió: ‹Denles de comer ustedes mismos». Ellos le dijeron: «¿Tendríamos que ir a comprar doscientos denarios de pan para dar de comer a todos?». Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver». Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados». Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces Él tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta: con 5 panes y 2 pescados da de comer a mucha gente. Dios toma lo poco que tenemos y los transforma en alimento para la multitud. Cuando Dios se compadece de nosotros, no mide su cariño; da y hay de sobra. Recordemos que Dios nos da a su Hijo en cada eucaristía. No mira nuestras debilidades, ni nuestra preparación. Solo mira nuestra pequeñez y su gran compasión.
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Después que los cinco mil hombres se saciaron, enseguida Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras Él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y Él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero Él les habló enseguida y les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman». Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que domina los elementos: el mar, la tempestad. Al mismo tiempo, pide superar los miedos. Si él está con nosotros, podemos vivir tranquilos. Hay tantos miedos en nuestras vidas: miedo a los demás, miedo al futuro, miedo de la vida, miedo de nuestros pecados. Jesús nos pide mirarlo a Él en todo momento, especialmente en los momentos de miedo, de sufrimiento o pánico. Si no entendemos, pidamos aceptarlo.
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Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en El. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que cumple las Escrituras, es decir, las promesas de Dios. Él viene para salvarnos a todos, especialmente a los que más lo necesitan: los pobres, los abandonados. Jesús proclama un año de gracia: es el Jubileo que vivimos este año. Ofrezcámonos para seguirle en este jubileo de esperanza y así compartir esta esperanza con los que nos rodean.
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Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante Él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante la lepra desapareció. Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a lugares desiertos para orar. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que domina las enfermedades. La lepra era una enfermedad incurable, al igual que nuestros pecados. Jesús viene en nombre de Dios para sanar y perdonar. Aceptar a Jesús es también agradecerle todas sus atenciones y proclamar su nombre a nuestro alrededor.
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Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego». Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús viene donde Juan Bautista para recibir el bautismo. Se abre el cielo. Ya no hay distancia entre el cielo y la tierra: Dios vive realmente entre los seres humanos. No es necesario apartarse del mundo: Dios vive en su creación. Y Jesús se muestra como el Hijo muy querido de Dios para que podamos acercarnos a él y ser como él, con él, hijos muy queridos de Dios. Eso es el sentido de nuestro bautismo.
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01 al 5 de enero 2025
Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos lo que oían se admiraban de lo que habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto conforme a lo que se les habían dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Palabra de Dios.
Comentario:
Año nuevo, vida nueva, esperanza nueva. El encuentro con Jesús recién nacido cambió la vida de los pastores. Todo encuentro con Dios cambia nuestra vida. Dios nace en nuestro mundo para que podamos ver, sentir su amor real, para que tengamos siempre esperanza. Jesús nace y obedece las leyes: es el Príncipe de la paz. Todo niño recién nacido es signo de esperanza; Jesús mucho más que cualquier otro. Abramos nuestro corazón para que este año nuevo se nos llene de amor y esperanza.
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Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: “¿Tú quién eres?” Él confesó y no negó; confesó: “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?” Él dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?” Respondió: “No”. Y la dijeron: “¿Quién eres para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?” Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua; en medio de ustedes hay uno que ustedes no conocen, el que viene detrás de mí y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán donde Juan estaba bautizando. Palabra de Dios.
Comentario:
Juan Bautista se define a sí mismo con precisión y humildad: no es el Mesías, sino el que prepara el camino. Predica fuerte, pero no para dar un mensaje propio, personal, sino para anunciar a otro que más fuerte. Prepara el camino. Nuestra misión, nuestro esfuerzo es también preparar el camino para que Cristo pueda entrar en el corazón de muchos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese es aquel de quien yo dije: Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio este testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. Palabra de Dios.
Comentario:
Juan Bautista anuncia y presenta a Jesús. Lo presenta como el que recibió el Espíritu Santo; lo define como el que bautiza en el Espíritu. Juan describe lo que recibió de Dios mismo. Jesús es la persona que más depende de Dios: vive de su Espíritu, dedica toda su vida al Padre; no piensa en sí mismo, sino en nosotros y en nuestra salvación.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “Rabí (que significa maestro), ¿dónde vives?” Él les dijo: “Vengan y lo verán”. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefás (que se traduce: Pedro). Palabra de Dios.
Comentario:
Encuentro con los dos primeros discípulos: Andrés y Juan. Conocen a Jesús y lo siguen; quieren conocerlo más profundamente y se quedan con él todo el día. No solamente eso. No se quedan solamente con Jesús. Sino que quieren traer a Jesús a otras personas. Andrés lleva a su hermano, Simón, el que será el jefe de los apóstoles. En resumen, Juan no piensa en sí mismo, sino en anunciar al Mesías; Jesús no piensa en sí mismo, sino en anunciar su mensaje y formar a sus discípulos; los discípulos no piensan en sí mismos, sino en atraer a otros a Jesús. ¿Y nosotros?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá en tiempo del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él. Convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, púes de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisarán el tiempo en que había aparecido la estrella y los mandó: “Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo”. Ellos después de oír al rey, se pudieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y Habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino. Palabra de Dios.
Comentario:
Los magos son extranjeros, no judíos, de otra religión. Vienen de lejos, es decir, salieron de su país y de su confort para conocer a un recién nacido. Herodes es judío, conoce a Dios, su ley y su promesa de un Mesías… y vive del odio por un recién nacido. Dios llama a cada uno según lo que puede entender y vivir: los magos a través de una estrella, los judíos a través de la promesa de una Mesías; nosotros a través de Jesús, su salvación y sus sacramentos. Dios se manifiesta: eso es la epifanía. Dejemos que se manifieste en nosotros y a través nuestro.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN