El Teniente: reflexión y lecciones de una tragedia que enlutó al país

Especialistas del Departamento de Ingeniería Metalúrgica y Minas (DIMM) de la UCN entregaron detalles sobre los aprendizajes obtenidos del fatal derrumbe.

El accidente ocurrido en la mina El Teniente, con el lamentable resultado de seis trabajadores fallecidos, dejó lecciones fundamentales que van más allá de las fallas técnicas inmediatas, y que hacen mirar en profundidad el desarrollo de las operaciones en una industria que constituye el motor de la economía chilena.

Ante este hecho, y pasada la inmediatez de la tragedia, los académicos del Departamento de Ingeniería Metalúrgica y Minas (DIMM) de la Universidad Católica del Norte (UCN), doctores Jacopo Seccatore, Javier Arzúa Touriño e Ítalo Montofré Bacigalupo, abordaron las principales lecciones y enseñanzas que deja este suceso y que pueden servir para evitar hechos similares en el futuro.

Los especialistas concordaron en que quienes trabajan en la minería pueden conocer su explotación, pero no van a tener un conocimiento detallado del macizo rocoso hasta que se excava la última carga de mineral valioso. Esto hace que las explotaciones mineras, al igual que las obras civiles, tengan que desarrollarse con cierto nivel de incertidumbre, donde siempre pueden aparecer “sorpresas geológicas” no detectadas que pueden desencadenar un incidente o un accidente.

Tomando como referencia a Evert Hoek y John Bray -dos de los padres de la geomecánica moderna-, el Dr. Javier Arzúa plantea que “el macizo rocoso detrás de cada excavación es único, por lo que no existen recetas normalizadas ni soluciones rutinarias que garanticen una respuesta correcta cada vez que son aplicadas”. De ahí que, a pesar de los grandes avances en materia de seguridad que han reducido drásticamente el número de accidentes, se sigan registrando año a año incidentes fatales en explotaciones mineras.

Los académicos de la UCN indicaron que si bien se puede aumentar la densidad de fortificación para hacer las excavaciones más seguras, endurecer la normativa e implementar nuevas medidas y protocolos de seguridad, si no se ataca el problema de raíz, que es el conocimiento del macizo rocoso, seguirán apareciendo “sorpresas geológicas” que harán darnos cuenta que no somos nada al lado del poder de la naturaleza.

A esto, el Dr. Arzúa recuerda que ya en 1620 Francis Bacon decía “Non, nisi parendo, vincitur (natura)” o, lo que es lo mismo, “para dominar a la naturaleza, es necesario primero obedecerla”. En ese sentido, los investigadores de la UCN concuerdan en la necesidad de conocer mejor al macizo rocoso para poder dominarlo, y que la investigación es el camino que conduce a ese objetivo.

LECCIONES 

Para los expertos de la UCN la principal lección que deja la tragedia en El Teniente es que incluso en operaciones altamente tecnificadas como Codelco, con décadas de experiencia y protocolos establecidos, los riesgos geomecánicos en profundidad pueden materializarse de manera impredecible. El evento, explican, demostró las limitaciones de los actuales sistemas de predicción sísmica en minas profundas, especialmente para detectar “estallidos de roca” que liberan energía acumulada súbitamente. “Codelco ha solicitado una auditoría internacional para identificar las fallas específicas, reconociendo que se requiere una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad en zonas de alta tensión geotécnica”, destacó el ingeniero de minas y académico UCN, Dr. Ítalo Montofré, añadiendo que durante las labores de rescate se removieron 3.270 toneladas de material, lo que dimensiona la magnitud del colapso.

A lo anterior agrega que la seguridad minera opera bajo un modelo de responsabilidad compartida que abarca múltiples niveles organizacionales e institucionales. “A nivel operacional directo, el gerente general de la faena tiene la responsabilidad ejecutiva total, seguido por los gerentes y superintendentes de área que implementan políticas específicas de seguridad en sus sectores. Los jefes de turno y supervisores mantienen la vigilancia directa sobre el cumplimiento de protocolos durante las operaciones diarias, mientras que los ingenieros de prevención de riesgos o similares diseñan y actualizan continuamente los procedimientos preventivos”, especificó el académico.

Los investigadores de la UCN complementaron indicando que cada trabajador individual tiene la responsabilidad legal y ética de seguir los protocolos establecidos, usar correctamente los equipos de protección personal y reportar situaciones de riesgo. Agregaron que, a nivel institucional, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), actúa como el organismo fiscalizador que realiza inspecciones, investiga accidentes y puede paralizar operaciones que no cumplan estándares de seguridad. De igual forma, el Ministerio de Minería establece políticas nacionales y coordina con otros organismos gubernamentales; mientras que los organismos administradores como la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) participan en programas de prevención, capacitación y gestión de riesgos laborales. Las empresas contratistas también comparten responsabilidades, especialmente cuando los trabajadores afectados pertenecen a esas empresas.

MEDIDAS

La gran minería chilena adopta todas las tecnologías disponibles, no sólo en lo referente a monitoreo de deformaciones y esfuerzos para controlar el macizo rocoso, sino también de control de los equipos móviles, todo lo anterior con la intención de trabajar de forma más segura. En este contexto, las medidas necesarias para mejorar la seguridad minera requieren un enfoque integral que combine mejores protocolos operacionales con tecnologías avanzadas. “En minería subterránea es crítico implementar sistemas de monitoreo geomecánico que puedan detectar con mayor precisión las acumulaciones de tensión en la roca y predecir posibles estallidos. Se necesitan refugios de emergencia mejor equipados con sistemas de comunicación redundantes, suministro de aire independiente y capacidad para sostener a los trabajadores durante períodos prolongados”, especificó el Dr. Montofré.

En este escenario, las nuevas tecnologías están revolucionando la seguridad minera a través de múltiples aplicaciones. El Internet de las Cosas (IoT) permite instalar redes de sensores que monitorean continuamente variables críticas como vibración, temperatura, concentración de gases tóxicos como metano y monóxido de carbono, y cambios en la humedad.

Los sistemas de posicionamiento en tiempo real (RTLS) utilizan tecnologías como RFID, Ultra Wideband (UWB) y Wi-Fi para rastrear la ubicación exacta de cada trabajador en minas subterráneas con precisión de centímetros. IBM y Garmin han desarrollado soluciones que combinan dispositivos wearables con plataformas IoT para monitorear signos vitales de trabajadores, detectando automáticamente situaciones como pulsaciones elevadas, caídas o exposición a ambientes peligrosos. “La inteligencia artificial aplicada al mantenimiento predictivo puede anticipar fallas en equipos críticos antes de que ocurran, mientras que los drones subterráneos inspeccionan áreas de difícil acceso sin exponer personal”, resaltó el Dr. Montofré.

FORMACIÓN PROFESIONAL

La formación en seguridad y prevención de riesgos constituye un pilar fundamental en la educación de los nuevos profesionales mineros, ya que estos serán quienes lideren equipos de trabajo, tomen decisiones operacionales críticas y sean responsables de implementar y hacer cumplir protocolos que pueden determinar la vida o muerte de los trabajadores bajo su supervisión.

“Los ingenieros mineros no sólo deben dominar aspectos técnicos como geomecánica, ventilación y procesamiento de minerales, sino también desarrollar una mentalidad donde la seguridad sea el valor primordial que guíe todas las decisiones operacionales”, enfatiza el académico del DIMM-UCN, Ítalo Montofré.

La industria minera moderna, añade, requiere profesionales capaces de integrar tecnologías avanzadas de monitoreo y prevención en sus operaciones diarias. Esto incluye conocimiento sobre sistemas IoT, análisis predictivo, interpretación de datos geotécnicos en tiempo real y manejo de equipos autónomos. Los futuros ingenieros e ingenieras deben también desarrollar habilidades de liderazgo específicas para crear y mantener culturas organizacionales donde la seguridad sea responsabilidad de todos, no sólo del departamento especializado.

Además, la formación debe incluir la comprensión de la responsabilidad legal y social que conlleva la profesión, considerando que las decisiones técnicas pueden tener impactos en comunidades locales, el medio ambiente y la sostenibilidad de la industria a largo plazo. “La tragedia de El Teniente demuestra que incluso las operaciones más avanzadas tecnológicamente pueden experimentar accidentes, por lo que la formación preventiva y la capacidad de respuesta ante emergencias son competencias esenciales para cualquier profesional del sector”, resaltó el investigador de la UCN.

EL CASO UCN

Un enfoque distintivo para la formación en seguridad minera lo ha desarrollado la Universidad Católica del Norte a través de su Departamento de Ingeniería Metalúrgica y Minas (DIMM), combinando experiencia práctica real en las mineras de la región de Antofagasta con una sólida formación teórica.

El DIMM, como las distintas carreras que están asociadas a la industria minera, complementa esta experiencia práctica con seminarios especializados, participación en congresos y la relación directa con ejecutivos de las distintas faenas de la región.

Con 50 años de trayectoria y habiendo formado más de 1.400 profesionales, el Departamento mantiene vínculos estrechos con la industria a través de proyectos de investigación y asistencia técnica, lo que permite actualizar constantemente los contenidos de seguridad de los procesos conforme evolucionan las mejores prácticas del sector. Esta combinación de formación práctica en instalaciones reales, investigación aplicada y vinculación con la industria posicionan a los egresados del DIMM con competencias sólidas en seguridad minera basadas en experiencia real, no sólo conocimiento teórico.

CHILE A NIVEL MUNDIAL

Chile ocupa una posición destacada en seguridad minera a nivel global, con indicadores que lo sitúan entre los países más seguros para esta actividad. Según el International Council on Mining and Metals (ICMM), Chile registra una tasa de frecuencia de fatalidades de 0,011 por millón de horas trabajadas, siendo el segundo mejor indicador mundial después de Australia. Esta cifra contrasta favorablemente con el promedio global de 0,027 del mismo organismo.

A nivel nacional, la minería presenta una tasa de accidentabilidad de sólo 1,3 %, significativamente inferior al 3,4 % que representa el promedio nacional de todas las industrias según la Superintendencia de Seguridad Social (Suceso). La evolución histórica muestra una mejora sostenida: la tasa de fatalidades se redujo drásticamente desde 0,49 en 1989 a 0,035 en 2017, según Sernageomin. Sin embargo, los datos de 2025 muestran que hasta julio ya se habían reportado siete muertes en yacimientos (seis en pequeña minería, 1 en gran minería), principalmente en las regiones de Antofagasta y Valparaíso, lo que indica que aún persisten desafíos. En el contexto latinoamericano, Chile supera claramente a otros países de la región tanto en estándares de seguridad como en marcos regulatorios, posicionándose junto con Australia, Canadá y Estados Unidos como referente mundial en seguridad minera.

No obstante, el académico del DIMM, Dr. Jacopo Seccatore, agrega que “otro tema son las explotaciones de minería pequeña y artesanal. La falta de acceso a capital y recursos hace que la inversión en técnicas de fortificación sea poca o nula, mientras que el conocimiento geológico y mecánico del macizo y la estabilidad de las excavaciones pueden resultar en una incógnita”, finalizó.