Evangelios de la Semana
En esta sección
Semana del 01 al 07 de diciembre del 2025
Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”. Palabra del Señor.
Comentario:
Tiempo de adviento, tiempo de preparación de la Navidad, tiempo para recordar que Cristo quiere nacer en este mundo y que este mundo lo necesita. El evangelio nos presenta a un centurión, un pagano que confía en Jesús, que muestra su fe. Jesús viene a salvar a todos, creyentes y no creyentes. Nos pide a nosotros como al centurión, mostrar nuestra fe y confiar en él.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”. Palabra del Señor
Comentario:
Dios nuestro Padre prefiere revelarse a los pequeños, es decir, a los que el mundo desprecia, a los que no tienen mucha importancia ni mucho impacto en el mundo. ¿Por qué esta preferencia? Es difícil saber con exactitud, pero ciertamente porque estas personas confían en Dios, solamente en Dios, y no en el dinero, en el poder o en sus propias habilidades. Jesús nos llama a la humildad: acoger a Dios en su bondad, saber que Él nos perdona.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a Él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y Él los sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino”. Los discípulos le dijeron: “¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?” Jesús les dijo: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos respondieron: “Siete y unos pocos pescados”. Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los daba a los discípulos, y ellos los distribuían entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas. Palabra del Señor
Comentario:
Jesús hizo muchos discursos, sanó a muchos enfermos. El evangelio de hoy relata la multiplicación de los panes. Jesús no solo se preocupa de los grandes sufrimientos, también de las cosas normales de cada día, como el comer. No podemos escuchar a Dios ni rezar si nos falta el pan de cada día (que pedimos en el Padrenuestro). Jesús da de comer a todos, se preocupa de todos los seres humanos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande. Palabra del Señor
Comentario:
Sabemos de terremotos, sabemos que una casa tiene que tener una base sólida. Jesús nos pide que nuestra vida también tenga una base sólida. No bastan las palabras bonitas. Jesús nos pide aceptarlo a Él y su mensaje como fundamento de nuestra vida; eso es construir sobre roca, sobre algo sólido. Así tendremos fuerzas para soportar las dificultades y los embates de la vida.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”. Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó: “¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?” Ellos le respondieron: “Sí, Señor”. Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Que suceda como ustedes han creído”. Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: “¡Cuidado! Que nadie lo sepa”. Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región. Palabra del Señor
Comentario:
¡Hay tanta ceguera en nuestras vidas! No sabemos ver a Dios y su amor en el mundo, no sabemos ver la bondad de los demás, etc. Es bueno pedir al Señor que abra nuestros ojos, y pedírselo con confianza. Jesús nos pregunta: ¿crees que puedo hacerlo? Es una pregunta difícil porque involucra toda nuestra vida. Pidamos al Señor atrevernos a poner nuestras dificultades y nuestras vidas en sus manos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”. Palabra del Señor
Comentario:
Jesús elige a sus colaboradores. Dios necesita de nosotros. Sabe que somos débiles, pecadores, y nos envía, nos confía su poder. Quiere que nos demos cuenta de las necesidades de nuestros contemporáneos que son como ovejas sin pastor. Quiere que nos entreguemos gratuitamente: trabajar para el Señor ya es una recompensa inmensa. Pidamos la gracia de servir a todos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Domingo 07 de diciembre 2025 – 2° domingo de Adviento. Mt 3, 1-12
En aquellos días, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: “Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos””. Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: “Tenemos por padre a Abraham”. Porque yo les digo que, de estas piedras, Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero Aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”. Palabra del Señor
Comentario:
Juan Bautista es un hombre fuerte. No tiene miedo de hablar fuerte, de criticar a sus auditores. Quiere preparar a su pueblo para acoger a Dios. Nosotros nos preparamos para Navidad, es decir, para recibir al Señor en nuestra vida. Pidámosle que nos ayude a revisar nuestra vida porque la conversión es un trabajo de cada día. Hemos recibido el bautismo que nos convirtió en hijos e hijas de Dios. Pidamos la gracia de vivir nuestra realidad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 24 al 30 de noviembre del 2025
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir». Palabra del Señor.
Comentario:
El padre Hurtado decía: dar hasta que duela. La viuda, mujer pobre, está dando lo que necesita para vivir. Los demás dan sus sobras. Es muy bueno dar limosna, aunque sean sobras, pero debemos darnos cuenta dónde está nuestro corazón. La limosna debe abrirnos a la conversión, abrirnos a los demás. Especialmente a los más necesitados. La viuda los sabe. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?». Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Palabra del Señor.
Comentario
Nuestro mundo pasará. Muchos anuncian noticias terribles, o anuncian a un Mesías extraño. Jesús insiste: no los sigan. Estas señales, quizás terribles, son una advertencia para acercarnos a Dios y confiar en Él. No confiemos en los hombres, ni en los monumentos, aun los más bellos. Pueden ser importantes, pero son una ayuda para nuestra fe, nada más. Solo Jesús puede darnos vida.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el ciclo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús pide perseverancia. Frente a tantas tentaciones que ofrece el mundo, frente a tantas guerras, tanto odio entre todos los seres humanos, frente a tantas críticas y persecuciones, Jesús pide constancia: saber ponerse frente a las dificultades. Aún más, nos pide no preparar defensa: Él es nuestra defensa; Él nos da valor en la lucha. La constancia significa confianza.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre hay persecuciones contra los cristianos, y siempre las habrá. Son signos de los tiempos terribles que vivimos con tanto odio y guerra. Al mismo tiempo, Jesús no quiere asustarnos. Nos advierte solo lo que pasa y nos da ánimo: levanten la cabeza; llega la liberación, llega la verdadera libertad de los hijos de Dios. Pidamos al Señor que nos ayuda ahora a ver su presencia en los acontecimientos actuales.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación: Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos invita a darnos cuenta del mundo en que vivimos y del mundo que nos espera. Este mundo pasará y nosotros también pasamos. Jesús quiere llenarnos de esperanza: si todo pasa, es porque Dios nos espera en su reino. Es importante, entonces, prepararnos. Pidamos al Señor que nos ayude en esta preparación, que nos llene de esperanza y de alegría.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre. Palabra del Señor
Comentario:
Jesús nos previene: hay odio, hay pecados en todas partes, en nosotros y alrededor nuestro. No quiere asustarnos. De lo contrario, quiere que nos preparemos para vivir plenamente nuestra vida que es la vida que Dios nos ofrece. Tenemos que prepararnos: pensemos en lo que es importante en nuestra vida, lo que nos da paz y alegría. Solo Dios puede dar una paz verdadera. ¡Confiemos!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada”. Palabra del Señor
Comentario:
El tiempo de Adviento es un tiempo de preparación para celebrar la Navidad, para recibir a Jesús que quiere nacer en nuestro mundo y en nuestros corazones. Para prepararnos, es necesario estar atentos a los signos delos tiempos. Navidad puede ser una fecha concreta, pero el Señor quiere nacer en todo momento, en cualquier momento. Pidámosle que nos ayude a prepararnos, a no dejarnos distraer por tantas tentaciones del mundo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 17 al 23 de noviembre 2025
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado». En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios. Palabra del Señor.
Comentario:
El ciego del evangelio es quizás el que ve más claramente. Le dicen que Jesús está pasando y él, inmediatamente, cree. Sabe que este Jesús puede salvarlo, devolverle la vista. Por eso glorifica a Dios. Dios pasa en nuestra vida cada día. Pidámosle que nos ayude a verlo presente, salvando. ¡Tenemos tanta ceguera! Señor, ¡qué puedas ver tu amor, tu perdón! ¡Enséñame a confiar!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más». Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Palabra del Señor.
Comentario:
Zaqueo es hombre rico. Jesús no le pide nada especial, solamente recibirlo y Zaqueo lo recibe con alegría. Tanta alegría que cambia totalmente de vida y regala sus riquezas. Encontrarse con Jesús cambia su vida; debe cambiar la nuestra. Jesús sabe los pecados de Zaqueo y los nuestros y acepta a Zaqueo y nos acepta. No pide nada, solamente acogerlo cada día para vivir su vida, su amor y su alegría.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. Les dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva”. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: “No queremos que éste sea nuestro rey”. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”. “Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades”. Llegó el segundo y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más”. A él también le dijo: “Tú estarás al frente de cinco ciudades”. Llegó el otro y le dijo: “Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado”. Él le respondió: “Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses”. Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más”. “¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!”. Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia». Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Palabra del Señor.
Comentario
Muchos dones, regalos hemos recibido de Dios. Él nos pide rendir cuenta. El tercer servidor se condena, no por los pobres resultados, sino porque tuvo miedo de su Señor. Dios nos pide trabajar en su reino con los dones que hemos recibido. El miedo muchas veces paraliza y tiene muchas causas: no nos sentimos preparados, miedo de las críticas, etc. Pidamos al Señor que nos de la fuerza para arriesgarnos a pesar de todo lo que puede pasar. Recordemos que Dios confía en nosotros.
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Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios». Palabra del Señor.
Comentario:
Es doloroso contemplar a Jesús llorando sobre su querida Jerusalén. Se entregó totalmente para que pueda recibir su mensaje de amor y de salvación. Este mismo mensaje recibimos nosotros y debemos entregarlo cada día. El fracaso de Jerusalén no es un castigo que viene de Dios; es la consecuencia lógica de su vida. Dios quiere que vivamos plenamente felices. Alejarnos de Él produce desconcierto y fracaso. Pidamos la gracia de la fidelidad a su amor a pesar de nuestros pecados.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: “Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”». Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. Palabra del Señor.
Comentario:
El templo es lugar de oración, de encuentro con Dios. Es difícil entender qué hacen allí estos vendedores. Jesús los saca por la fuerza. Quiere un templo limpio, donde todos puedan ver la presencia del Padre. Recordemos que, según San Pablo, somos templo. Dios nos ha creado para recibirlo, adorarlo, para que seamos lugar de su presencia, para que los demás puedan verlo a Él a través nuestro. Sin miedo, pidamos al Señor que seamos cada día, más templo suyo, reflejo suyo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?». Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él». Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». Y ya no se atrevían a preguntarle nada. Palabra del Señor.
Comentario:
Los saduceos quieren ver la vida y sus problemas según sus propias ideas y creencias. Jesús los ayuda a mirar todo desde Dios. Dios es vivo y es la vida. Toda vida nace de Él. Si Dios es el Dios de nuestros padres. Esto significa que Él está vivo y que nuestros padres también están vivos y que nosotros vivimos de su vida. Acercarse a Dios, aceptarlo es vivir plenamente. Pidamos al Señor nos ayude a vivir.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, sí es el Mesías de Dios, el Elegido!” También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!” Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Palabra del Señor
Comentario:
Jesús es rey. Pero no un rey que gusta mostrar su poder, que sobresale sobre los demás seres humanos. Jesús es un rey débil, sufriente, despojado y maltratado. Solo otro débil y maltratado con el corazón abierto puede reconocerlo y entregarse a Él y entrar en su paraíso. Jesús, en su extrema debilidad, estás abierto a todos sin excepción; puede llamar a todos y salvar a todos, es decir, vivir y actuar como verdadero rey.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 10 al 16 de noviembre 2025
Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo». Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les obedecería». Palabra del Señor.
Comentario:
La relación entre seres humanos siempre ha sido difícil, delicada. Es difícil perdonar. Lo vemos diariamente cómo se deterioran las relaciones entre personas y países. Jesús nos invita a perdonar, es decir, a volver a relacionarnos con las personas que nos han dañado. Así actúa Dios. Siempre perdona nuestros pecados. Pidamos la gracia de perdonar. Para eso pidamos al Señor que aumente nuestra fe porque el perdón nace de la fe en la bondad de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber». Palabra del Señor.
Comentario:
Es importante recordar nuestra realidad: somos servidores. Todo nuestro esfuerzo y todo nuestro trabajo son un servicio para Dios y para los demás. Esa es nuestra grandeza y nuestra alegría. Creer que somos dueños y que los demás están a nuestro servicio es un error grave que daña las relaciones con el mismo Dios y con los demás. También daña nuestra percepción de nosotros mismos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaria y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Yen el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sano, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro entierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a 10 leprosos, pero solo uno se da cuenta de la presencia de Dios y vuelve para dar gracias. Dios siempre actúa sin que nos demos cuenta de su actuar, sin esperar nada de nosotros. Pero es importante para nosotros mismos darnos cuenta de su presencia salvadora y, entonces, dar gracias. Este solo gesto muestra que nos abrimos a su bondad, igual que el samaritano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: “Está aquí” o “Está allí”. Porque el Reino de Dios está entre ustedes». Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: “Está aquí” o “Está allí”, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús anuncia la llegada del reino, pero no como creemos o esperamos, ni siquiera como lo presentan algunos predicadores. Jesús toma el ejemplo del relámpago. El rayo es imprevisible, incontrolable, imparable. No podemos controlar el reino ni ponerlo dentro de nuestras mediciones: no podemos dominarlo. Tenemos que abrirnos y prepararnos. El Señor viene.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: «En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará. Les aseguro que, en esa noche, de dos que estén en el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada». Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?». Jesús les respondió: «Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús insiste en estar preparado. No sabemos cuándo sucederá su venida, y Jesús nos pide no hacer pronósticos. Es imposible prever exactamente el tiempo futuro. Prepararse significa estar atentos y entregarnos. En nuestra relación con los demás no podemos prever todo; tenemos que abrirnos. En nuestra relación con Dios, es fundamental abrirnos para recibir su presencia amorosa.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”». Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Palabra del Señor.
Comentario:
La viuda de la parábola no se desanima. Conoce al juez injusto, pero insiste y tiene razón de un juez poderoso y terco. La insistencia tiene su recompensa. Así debe ser nuestra oración: insistir con humildad. Insistir significa expresar nuestra fe en Dios que salva. Insistir con humildad significa que reconocemos nuestra condición de pobreza y que esperamos todo de la bondad de Dios.
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Vice Gran Canciller UCN
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?». Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”. Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”. Palabra del Señor
Comentario:
Todas las cosas de este mundo tendrán su fin. Todos los edificios que alabamos por su belleza o eficacia; todos los instrumentos materiales, jurídicos u otros que utilizamos cada día, que nos ayudan a vivir, todo será destruido. Grandeza del ser humano que construye y mejora este mundo; humildad del ser humano que reconoce su pobreza y sabe los límites de su actuar. Solo el Señor nos guarda. Pongamos en Él nuestra confianza.
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Vice Gran Canciller UCN
Semana del 03 al 09 de noviembre 2025
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!». Palabra del Señor.
Comentario:
Nuestra sociedad no nos acostumbra a la gratuidad. Sin embargo, si invitamos y esperamos que nos inviten, si regalamos esperando que nos regalen, ¿qué amor es éste? Parece más comercio que amor. Dios nos invita siempre. Es evidente que Él espera que se lo agradezcamos, pero, aunque no le demos las gracias, aunque lo rechacemos, nos sigue invitando a recibir su amor, sus dones. Démonos cuenta en nuestra oración.
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Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!». Jesús le respondió: «Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: “Vengan, todo está preparado”. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes”. El segundo dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes”. Y un tercero respondió: “Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir”. A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: “Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos”. Volvió el sirviente y dijo: “Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar”. El señor le respondió: “Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”». Palabra del Señor.
Comentario:
El dueño del banquete no tiene buenos amigos. Cada uno tiene una excusa para no asistir, para no participar de la alegría; son más importantes las cosas personales que compartir la amistad y la alegría del amigo. Dios nos comparte su vida. Sabe quiénes somos y nos invita. Seamos muy cercanos a Él o seamos de los alejados, Él nos invita. ¡Tanto es su deseo de encontrarnos para entregarnos su gracia!
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Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: «Éste comenzó a edificar y no pudo terminar». ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres, puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo. Palabra del Señor.
Comentario:
Son palabras duras las que Jesús nos entrega hoy. No se trata de egoísmo. Jesús se ofrece para ser la fuente de todo tipo de amor. Por eso nos pide seguirle totalmente; nos pide sentarnos y reflexionar si de veras queremos seguirle totalmente. Quizás sea bueno hoy sentarnos y reflexionar sobre nuestra manera de vivir como cristianos, para ver hasta donde Cristo es la fuente de nuestra vida.
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Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte». Palabra del Señor.
Comentario:
Los pecadores se acercaban a Jesús porque sabían que Él los entendía, los amaba a pesar de sus pecados. Ese es el corazón de Dios: se siente muy cercano de aquellos que más lo necesitan. Así como una madre se preocupa más de un hijo enfermo que de los demás, así Dios muestra su amor por los pecadores. Recordemos que nosotros somos pecadores. Pidamos al Señor la gracia de reconocer nuestra realidad, para así darnos cuenta hasta donde llega su amor, su preocupación por nosotros.
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Jesús decía a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto». El administrador pensó entonces: «¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!». Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?». «Veinte barriles de aceite», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez». Después preguntó a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». «Cuatrocientos quintales de trigo», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo y anota trescientos». Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz. Palabra del Señor.
Comentario:
Un administrador deshonesto… como los hay muchos. Este administrador de la parábola es deshonesto y astuto. Sabe cómo hacerse amigos en la deshonestidad. Lo más extraño es que Jesús nos lo presenta como ejemplo. No de deshonestidad, sino de voluntad de esfuerzo, de ingeniosidad para encontrar una solución dentro de su fracaso. Jesús nos pregunta a nosotros: ¿sabemos hacer funcionar nuestra imaginación para vivir mejor nuestra fe, para hacer crecer el reino de Dios? Preguntémonos.
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Jesús decía a sus discípulos: «Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, Él los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero». Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: «Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres resulta despreciable para Dios». Palabra del Señor.
Comentario:
Dios o el dinero. Jesús propone un cambio radical. Sabemos – basta ver nuestro mundo actual – que el dinero atrae, y mucho, a todos. Sabemos también que, si el dinero es necesario para vivir, el afán exagerado de dinero trastorna a las personas, cambia los corazones. Por eso, no se puede amar a Dios y al dinero. Dios conoce nuestros corazones; no podemos engañarlo. Pidamos la gracia de buscarlo a Él para cambiar nuestra vida.
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Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?». Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él». Palabra del Señor.
Comentario:
Si pensamos desde nuestra pobre perspectiva humana se entiende el problema de los saduceos. Pero Jesús quiere acostumbrarnos a ver el mundo, a pensar la vida desde la perspectiva de Dios. Dios es amor, es el viviente, es el Dios de la vida. Él quiere que vivamos a partir de su amor y de su gracia. Esa es nuestra fuerza: la vida es maravillosa y la vida empieza en Dios. Pidamos al Señor que nos ayudar a cambiar nuestras perspectivas.
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Semana del 27 de octubre al 02 de noviembre 2025
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: «Mujer, estás sanada de tu enfermedad», y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: «Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado». El Señor le respondió: «¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas. el día sábado?». Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que Él hacía. Palabra del Señor.
Comentario:
El ser humano, todo ser humano, es más importante que un animal o cualquier otra creatura. No se trata de despreciar a las demás creaturas, sino reconocer su lugar. El ser humano es imagen de Dios y debemos venerar esta imagen y ayudar a cada uno a reflejar la dignidad de hijos de Dios. Hoy en medio de guerras, con los desafíos por ganar más dinero o más poder, es importante que los cristianos recordemos esta verdad. Dios nos lo pide y nuestro mundo lo necesita.
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Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas lscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. Palabra del Señor.
Comentario:
Luego de pasar la noche en oración, Jesús elige a los más cercanos colaboradores. Hoy celebramos a dos apóstoles poco conocidos. Jesús necesita a colaboradores. Hoy más que hace 20 siglos, Jesús necesita de nosotros. ¡Tanta gente necesita escuchar la palabra de Dios! ¡Tantas personas tienen heridas que sanar, corporales, espirituales o psicológicas! Solo Jesús puede sanar. Necesita de todos nosotros en esta tarea.
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Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y Él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero Él les dirá: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos». Palabra del Señor.
Comentario:
No podemos creer que por el solo hecho de ser bautizados, de ir a misa o de conocer a Dios vamos a salvarnos. La salvación, el cielo o la vida con Dios no es un derecho adquirido; es un regalo que Dios nos ofrece cada día y que debemos aprender a acoger también cada día. Además, creernos mejores que los demás sería no entender el amor de Dios. Todos los seres humanos somos sus hijos. Él busca la felicidad de todos. Empecemos por acoger a todos para buscar el bien de todos y rezar por la felicidad y la paz de este mundo.
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Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, “a ustedes la casa les quedará desierta”. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!». Palabra del Señor.
Comentario:
Hubo dificultades, y muchas, en la vida de Jesús. Jesús no se asustó. Tiene una misión y quiere asumirla y realizarla, cueste lo que cueste. Su misión es reunir a todos bajo su amparo. Este mundo nuestro necesita este amparo más que nunca. Pidamos al Señor por nuestro mundo. Pidamos también la fuerza para ayudar a transformar este mundo en un mundo más justo, más acorde a lo que Dios quiere.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en sábado o no?». Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?». A esto no pudieron responder nada. Palabra del Señor.
Comentario:
Los fariseos se reconocían por su apego demasiado literal a las leyes. Las leyes son importantes cuando nos ayudan a vivir en comunidad. Pero no pueden transformarse en dictadores que oprimen y no dejan ver la belleza del ser humano. Jesús rescata la persona. Preguntémonos cómo vemos las leyes de hoy, cómo vemos a los demás seres humanos. Preguntémonos cómo obedecer y mejorar nuestras leyes.
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Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el reino de los cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el reino de los cielos. Felices ustedes cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de todos los santos. Dios quiere que seamos felices, profundamente felices y para siempre: esa es la santidad. Y esa santidad que es felicidad, es don de Dios. Solo pueden recibirla los pobres, los afligidos, los pacientes, los que buscan la justicia, los misericordiosos, los de corazón puros, los que buscan la paz, los perseguidos. Éstos tienen el corazón abierto y Dios lo llena. Pidamos la gracia de abrirnos para recibir a Dios y su felicidad.
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Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba cuatro días en el sepulcro. Betania está como a dos kilómetros y medio de Jerusalén y muchos judíos habían venido para consolar a Marta y María por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús de camino, salió a su encuentro, mientras que María permaneció en casa. Marta dijo a Jesús: “Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero cualquier cosa que pidas a Dios, yo sé que Dios te la dará”. Jesús dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos, en el último día”. Jesús dijo: “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirás. El que vive por la fe en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Ella contestó: “Sí, Señor, porque yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha de venir a este mundo”. Palabra del Señor.
Comentario:
En este día, recordamos a todos los fieles difuntos. El fundamento de nuestra fe es que Jesús murió y resucitó. Nosotros también moriremos y resucitaremos, al igual que nuestros hermanos difuntos. Creemos que la vida es más fuerte que la muerte porque es vida de Dios, en Dios. Al rezar hoy por nuestros difuntos, pidamos la gracia de creer cada vez más en la resurrección.
R.P. André Hubert, sj
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Semana del 20 al 26 de octubre 2025
Uno de la multitud dijo a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia». Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?». Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas». Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?”. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios». Palabra del Señor.
Comentario:
El rico de la parábola piensa solamente en sus bienes, en conservar sus riquezas. Dios lo llama ‘insensato’. El afán de riquezas no le permite pensar bien: no puede ver el futuro, ni ve a su entorno. La muerte es muy sabia: nos indica que somos débiles. Si la sola preocupación nuestra es el bienestar material, nuestra vida vale poco. Pensar en los demás, en la familia, en los necesitados abre muchas perspectivas.
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Jesús dijo a sus discípulos: Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Palabra del Señor.
Comentario:
No podemos olvidar que somos servidores de Dios y de los demás. El servidor se entrega totalmente a su trabajo y ve su trabajo como un servicio. Por eso se siente feliz cuando cumple su labor y ve que su señor la aprovecha. Trabajar para Dios, aunque a veces sea difícil, nos llena de felicidad. Somos servidores como Jesús porque sabemos que Jesús vino para servir y no para ser servido.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?». El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto recibirá un castigo severo. Pero aquél que, sin saberlo, se hizo también culpable será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más». Palabra del Señor.
Comentario:
Nunca podemos olvidar ni dudar que somos servidores. Conocemos los deseos de Dios para este mundo y sabemos cuáles son nuestras tareas. Es cierto que muchas veces olvidamos preocuparnos del reino, olvidamos entregarnos a la tarea. Pidamos al Señor la fuerza para volver a Él. Cuando Jesús habla de castigo, no trata de obligarnos ni de asustarnos. Quiere que comprendamos nuestra realidad y que así podamos convertirnos.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús conoce su misión propia y quiere realizarla plenamente. Sabe que tendrá que sufrir. Sabe también que los que lo siguen, tendrán sufrimientos desde su entorno cercano. Los que nos aman no entienden que nos entreguemos al Señor y a su obra, sea por desconocimiento, sea por envidia. Pidamos al Señor por ellos. Pidamos también la fuerza para seguir su camino con entusiasmo.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús dijo a la multitud: Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y éste te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Palabra del Señor.
Comentarlo:
Hoy sabemos predecir el tiempo. Con todos los adelantos actuales, las predicciones meteorológicas son algo muy normales, son más comunes que en el tiempo de Jesús. Por eso, impactan menos. ¡Hay tantos adelantos hoy! Ojalá estos mismos adelantos nos permitan darnos cuenta de la presencia de Dios y nos ayuden a acercarnos a nuestros hermanos, especialmente los más desfavorecidos.
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En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera». Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador. “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Entonces córtala, ¿para qué malgastar la tierra?”. Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”». Palabra del Señor.
Comentario:
Estamos siempre a la merced de algún imprevisto o accidente. No culpemos a Dios, ni a la mala suerte, ni a nosotros. Pidamos a Dios la gracia de prepararnos para estar listos ante cualquier acontecimiento. Nuestro Dios tiene mucha paciencia con nosotros. Nos da su gracia, nos espera, nos perdona. Quiere que vivamos plenamente nuestra vida. Esa es nuestra fuerza.
R.P. André Hubert, sj
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Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; · uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas». En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!». Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
El fariseo ora alabándose a sí mismo. El publicano se reconoce pecador; conoce su falta y reconoce la grandeza de Dios: espera su perdón. Solamente el publicano, el pecador que ve su realidad concreta ante Dios fue reconocido justo. Dios nos conoce, sabe nuestras debilidades y nuestros pecados, No tratemos de escondernos. Reconozcamos su grandeza, su amor. También su paciencia porque nos espera y nos da su gracia.
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Semana del 13 al 19 de octubre 2025
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús critica a la gente de su generación… y nos critica a nosotros. ¡Cuántas veces dudamos de Dios y de su amor! ¡Cuántas veces quisiéramos saber si realmente Dios nos escucha! Pero Jesús no trata de asustarnos ni de condenarnos. Quiere nuestra conversión. Quiere que busquemos a Dios, no por seguridad, sino por amor, para encontrarnos con su amor y su perdón.
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Un fariseo invitó a Jesús a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro». Palabra del Señor.
Comentarlo:
Los fariseos se preocupan de su parecer. Jesús se lo reprocha y nos pide estar atentos. Muchas veces queremos parecer ante los demás: mejores, más útiles, más inteligentes, más ricos, más ‘muchas cosas’. Jesús nos recuerda que lo importante está en el interior. Démonos cuenta cómo está nuestro corazón. No es fácil darse cuenta por la falta de costumbre o por orgullo. Pidamos al Señor la gracia de poder ver nuestra realidad.
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Jesús dijo a los fariseos: «¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!». Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». Él le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás, cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús insiste en criticar a los fariseos: descuidan el amor y la justicia. Estos fariseos nos representan a nosotros. Sin temor, pero sin ceguera, veamos nuestra manera de vivir con Dios y con los demás. ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Cuál es el fundamento de nuestra vida? Pidamos al Señor la gracia de verlo todo con claridad, no para asustarnos, sino para ponernos en sus manos de bondad y así poder esforzarnos.
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Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: “Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos”. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden». Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación. Palabra del Señor.
Comentario:
La ciencia, a veces, produce orgullo e incita al desprecio de los demás. ¡Cuántas personas han muerto física y espiritualmente en este mundo por falta de ayuda de parte de los ricos y de los sabios! Pidamos al Señor la gracia de la humildad. Recordemos que Dios se revela a los humildes y no a los que se creen sabios.
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En aquel tiempo, se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas. A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquél que, después de matar, tiene el poder de arrojar al infierno. Sí, les repito, teman a ése. ¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros». Palabra del Señor.
Comentario:
La hipocresía es un mal común de los fariseos, y es un mal muy común en nuestro mundo y en cada uno de nosotros. Lo importante, lo primero es aprender a darnos cuenta. También aprender a superar los miedos: miedo a los hombres, a la muerte, a los castigos, etc. ¡Hay tantos miedos! Aprendamos a poner en las manos de Dios, a vivir según su voluntad, dentro de su cariño.
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El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a otros setenta y dos discípulos. Dentro de ellos podemos imaginar a Lucas, el santo de hoy y también vernos a nosotros mismos. Nuestra misión de cristiano es evangelizar al mundo entero de diversas maneras. Lucas lo hizo escribiendo un evangelio donde habla mucho de misericordia. Nosotros podemos evangelizar poniendo en práctica los consejos del evangelio.
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Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”». Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a El día -y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Palabra del Señor.
Comentario:
Un juez, hombre rico e importante. Una viuda, una pobre despreciada y sin recursos. Con su insistencia, la viuda logró mover la testarudez del juez. Jesús quiere enseñarnos la insistencia. Insistir no es mala educación, es signo de fe profunda si es resultado de la humildad. Insistir es creer que realmente Dios puede ayudarnos. Por eso, nos ponemos humildemente (y con insistencia) en sus manos.
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Semana del 06 al 12 de octubre 2025
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida». Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?». Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puse sobre su propia montura, lo condujo é un albergue y se encargó de cuidarle Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera». Palabra del Señor.
Comentario:
La pregunta ¿quién es mi prójimo?, no es la pregunta correcta, porque nos permite escapar del problema. Jesús nos da la pregunta correcta: ¿qué debo hacer para hacerme prójimo? El esfuerzo es mío. La misión de cada uno de nosotros es hacernos prójimos de todas las personas que encontramos. Esto cambia toda la vida y la manera de ver a los demás. Pidamos al Señor que nos de fuerza para hacernos prójimos de todos, especialmente de todos los que sufren.
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Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas y, sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada». Palabra del Señor.
Comentario:
Una sola cosa es necesaria: acoger a Jesús con todo el corazón. Jesús alaba a María. Acoger a Jesús con todo el corazón da sentido a toda nuestra vida y nos da fuerza y profundidad para acoger a los demás. Jesús no desprecia a Marta. Ella se preocupa, como buena dueña de casa, por recibir a su huésped. Pero hay tantas cosas que hacer que se olvida de Jesús. ¿Cuál es el lugar de Jesús en mi vida?
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Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo entonces: «Cuando · oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos enseña a orar. El Padrenuestro es una oración. Ojalá podamos rezarla, recitarla pensando en cada palabra. El Padrenuestro es también un estilo de oración: ponerse en presencia de Dios, darnos cuenta que es padre; pedir por sus necesidades, después por las nuestras. Que todas estas peticiones se hagan como acción de gracias por todo lo que nuestro Dios hace por nosotros.
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Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle», y desde adentro él le responde: «No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos». Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan! Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos enseña a orar. Es importante insistir en nuestras peticiones. No se trata de insistir con mala educación, sino de confiar plenamente que Dios puede y quiere ayudarnos. Jesús nos deja ejemplos de padres humanos. Si ellos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre Celestial! Podemos repetir las palabras del Padrenuestro con calma, meditándolas.
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Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: «Éste expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio». Palabra del Señor.
Comentario:
El demonio – cualquiera sea su nombre – está siempre dispuesto a tentarnos. Cuando nos pervierte tanto como para suponer que Jesús es enviado del diablo, todo se pone más grave. No critiquemos a los judíos. Muchas veces, por nuestra actitud y nuestros pensamientos, estamos desconfiando de Dios y de su amor, es decir, lo rebajamos. Eso también es una actitud peligrosa.
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Jesús estaba hablando y una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!» Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican». Palabra del Señor.
Comentario:
Una mujer, con buena intención, quiere alabar a Jesús alabando a su madre. Para Jesús, su madre María es ciertamente una mujer maravillosa, pero no tanto por ser su madre, sino porque ella acogió la palabra de Dios que le anunció el ángel y aceptó ser la servidora del Señor, lo que es mayor que cualquier título. Pidamos la gracia de escuchar la Palabra de hoy con todo el corazón.
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Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaria y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!».AI verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». Palabra del Señor.
Comentario:
La lepra era una enfermedad y también el símbolo del pecado porque la lepra como el pecado, aparta de la comunidad de los seres humanos. Jesús sana a los 10, pero solo uno da las gracias; solo uno se da cuenta de la presencia de Dios en su sanación, en su vida. Dios nos perdona, nos sana cada día. Pidámosle que nos ayude a volver a Él para reconocerlo y darle las gracias.
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Semana del 29 de Septiembre al 5 de octubre 2025
Viendo llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. “¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael. Jesús respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara cuando estabas debajo de la higuera”. Natanael le respondió: •Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: ¿Por qué te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees? Verás cosas más grandes todavía. Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre. Palabra del Señor.
Comentario:
Los ángeles son los enviados de Dios para proteger a los humanos. Los ángeles nos ayudan en nuestra vida. Nos ayudan sobre todo para que nos demos cuenta de la presencia y del amor de Dios. Jesús anuncia que los ángeles suben y bajan desde el cielo con su presencia. Jesús es esa presencia de Dios. Pidámosle aprender a acogerlo cada día y confiar en su protección.
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Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Palabra del Señor.
Comentario
Jesús empieza su vida pública con predicaciones y milagros. Llega a un pueblo que no quiere recibirlo. ¡Cuántas dificultades, trabas tuvo Jesús en su vida! Sin embargo, no quiere molestar a sus adversarios. ¡Tantas trabas, tantas excusas ofrecemos nosotros hoy para alejarlo, para no cumplir nuestra misión! Démonos cuenta que Él sigue amándonos, confiando en nosotros con paciencia.
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Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús da el ejemplo: no tiene dónde reposar la cabeza. No tiene nada propio. A nosotros nos pide radicalidad: entregarnos totalmente a Él y a la misión que Él nos encomienda. Puede haber muchas excusas, a veces razones que nos parecen convenientes. Pidamos la gracia de darnos cuenta si Dios es el centro de nuestra vida.
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El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que, en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús eligió a sus doce apóstoles que conocemos. Hoy elige a otros setenta y dos. Entre éstos estamos nosotros, con nuestras cualidades y nuestros temores. El Señor nos envía; nos necesita y confía en nosotros. La misión es dar a conocer su nombre, su amor y trabajar por la paz. Sabemos que el mundo de hoy nos necesita, Pidamos la fuerza para cumplir nuestra misión en el lugar donde nos encontramos.
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Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes me escucha a mí: el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a Aquél que me envió. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús critica las ciudades donde estuvo predicando. Lo han visto, conocido y no se han convertido. Quizás, lo más grave: se visten de orgullo; se creen mejores que otros. Peligro que nos asecha a todos los humanos. Es muy común y muy fácil creerse mejor que los demás y así despreciarlos. Jesús nos pide sentirnos hermanos, especialmente de los más abandonados y desdichados.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: «Señor hasta los demonios se nos somete en tu Nombre». Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar». Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús ofrece la alegría: no una felicidad sin profundidad como el mundo la da. Ofrece la felicidad a los que se sienten pequeños, a los que lo aceptan sin orgullo, a los que saben reconocer su presencia en el mundo, en los acontecimientos que llamamos difíciles o desastrosos. Dios quiere que participemos de su vida y de su alegría: démonos cuenta de lo maravilloso que es todo eso.
R.P. André Hubert, sj
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Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiente”, perdónale». Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe. Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarte agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”». Palabra del Señor.
Comentario:
¡Cuánto necesitamos que nos perdonen nuestras faltas! ¡Cuánto necesitamos perdonar las faltas de los demás! Si el mundo, nuestro entorno está tan mal es por la falta de perdón, porque no sabemos perdonar y, a veces, porque no queremos perdonar. Jesús insiste: hay que perdonar siempre. Así actúa Dios. Somos servidores, simples servidores. No tratemos de creernos mejores que otros. Pidamos la gracia y la fuerza de perdonar.
R.P. André Hubert, sj
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Semana del 22 al 28 de Septiembre 2025
Jesús dijo a sus discípulos: No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado. Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener. Palabra del Señor.
Comentario:
Una luz no se puede ocultar, sino no es luz. La luz no se ilumina a sí misma, sino no es luz. Así también, un cristiano, no solo no puede ocultar su fe, sino que tiene que mostrarla para iluminar a su alrededor. ¡Tantas personas hoy necesitan de una luz para dar sentido a su vida! Pidamos la gracia de superar nuestro miedo. Hemos recibido muchos dones. El Señor nos pide dar frutos en abundancia.
R.P. André Hubert, sj
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La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican». Palabra del Señor.
Comentario:
Ser cristiano es entrar en una nueva familia, la familia de Dios, la familia de los que escuchan su Palabra, que se ponen al servicio de la Palabra y de los hermanos. María es importante porque es la madre de Jesús. Pero es más importante porque ella escuchó la palabra de Dios a través del ángel. Supo aceptarla y vivirla. Pidámosle que nos ayude a seguir su ejemplo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos en todas partes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a sus discípulos: deben anunciar el Reino y ayudar a los desvalidos. No tienen apoyo material. Debe ser una experiencia de confianza. Hoy tenemos tanto apoyo material de todo tipo y tanta gente vive en desconfianza, en desolación, en depresión. Jesús nos envía. El mundo de hoy necesita más que nunca escuchar del Reino, tener palabras de aliento. Dios nos necesita, me necesita.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado». Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado». Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo. Palabra del Señor.
Comentario:
Herodes hizo matar a Juan Bautista y ahora quiere ver a Jesús. No se dice por qué. Por la vida licenciosa que llevaba Herodes, podemos suponer que no deseaba convertirse. Muchas personas hoy – y nosotros entre ellas – quieren conocer a Jesús. Es nuestro desafío: ¿cómo podemos dar a conocer realmente a Jesús hoy? También es un desafío personal: ¿cómo puedo conocer más a Jesús y ponerlo en mi vida?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un día en qué Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día». Palabra del Señor.
Comentario:
¿Quién es Jesús? Esta pregunta y su respuesta están en muchos libros. Pero cuando Jesús mismo hace la pregunta, quiere una respuesta personal. ¿Quién es Jesús?, supone: ¿quién es Jesús para mí, cómo lo veo, cómo lo pongo en mi vida? Responder a esta pregunta es sopesar toda mi vida. Jesús quiere estar presente en mi vida. Sabe que, para aquel que lo acompaña, habrá dificultades, pero la vida misma será más valiosa y profunda. ¿Quién es Jesús para mí?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les resultaba oscuro, de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús anuncia su pasión y los sufrimientos que tiene que padecer. Los discípulos no entienden. Ellos ven a un ser amado, maravilloso, que tiene mucho éxito. Sabemos que Jesús sufrió, fue rechazado. Sabemos que hoy muchos cristianos sufren y son rechazados. Nuestro mundo necesita testigos que muestren su fe, aun dentro de los sufrimientos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan». «Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí. El rico contestó: “Te ruego entonces. padre. que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento». Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen». «No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán». Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán». Palabra del Señor.
Comentario:
El rico de la parábola no hace nada malo: no mató, no robó, se preocupa por sus hermanos. Pero está el egoísmo extremo de no poder ver al pobre que está en el pórtico de su casa. No se dice que el pobre haya hecho algo especial para merecer el cielo. Recordemos la bienaventuranza: felices los pobres y así Lázaro recibe la felicidad plena. Por otro lado: Ay de ustedes los ricos. Recibieron bienes en esta vida; no les queda nada para la otra. El egoísmo es algo latente en todos nosotros. Pidamos al Señor que abra nuestros ojos para ver nuestro egoísmo y, sobre todo, ver a los necesitados que viven cerca de nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 15 al 21 de Septiembre 2025
Jesús entró en Cafamaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: ce El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga». Jesús se fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: “Ve”, él va; y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ¡Tienes que hacer esto!”, él lo hace». A. oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe». Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano. Palabra del Señor.
Comentario:
No es común que un centurión (que es parte del ejercito dominante) pedir ayuda a un judío. El centurión del evangelio muestra mucha humildad y mucho cariño y preocupación hacia su sirviente. Todo se transforma en fe cuando pide que Jesús sane a su servidor de lejos. El poder de Jesús no se mide a la distancia. El poder amoroso de Dios no se puede medir. Por eso, nuestra fe debe ser de cada instante y en cada lugar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, Yo te lo ordeno, levántate». El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo». El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina. Palabra del Señor.
Comentarlo:
Jesús se conmovió con la pena de una madre. ¡Cuántas veces se conmueve Dios ante nuestros sufrimientos, nuestros desastres, nuestro odio y todas las guerras de nuestro tiempo! Nos pide confianza: Él nos perdona, quiere transformar nuestras penas. Pidamos que nos ayude a darnos cuenta de su presencia en nuestro mundo concreto y en nuestra vida concreta para poder alabarlo concretamente.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Dijo el Señor: “¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación” ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: ¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres y no lloraron! Porque llegó Juan el Bautista que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “¡Tiene un demonio! Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!». Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos. Palabra del Señor.
Comentario:
Es muy común entre los hombres no preocuparnos por los demás, por sus actividades, sus penas y alegrías. Es difícil meterse en la vida de otro. Pero si hablamos de amor, de comunidad y, en estos días, de patria, ¿no sería bueno hacer un esfuerzo para darnos cuenta cómo viven los demás? Nuestra oración por ellos es importante. Pidamos por nuestra patria, especialmente por aquellos que sufren.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!». Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él. «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquél a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor». Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».
Comentario:
Jesús ha mostrado muchas veces que viene para salvar a los que más necesitan de Él: los pecadores. La mujer del evangelio de hoy supo mostrar mucho amor porque sabía, había reconocido el amor inmenso de Jesús que siempre perdona. Los fariseos se creían perfectos: no se creían necesitados de amor. Reconocer nuestros pecados es una buena manera de darnos cuenta cuánto nos ama nuestro Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes. Palabra del Señor.
Comentarlo:
Jesús no solo tenía la compañía de los 12 apóstoles. También algunas mujeres le seguían. En el reino que Jesús anuncia, todos tenemos nuestro lugar y nuestra responsabilidad: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, sacerdotes y laicos. Cada persona y cada responsabilidad son muy importantes a los ojos de Dios. Por eso, nadie debe sentirse más o menos importante que otro.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola: “El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y éstas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!». Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla en parábolas: son historias inventadas por Jesús para explicar su mensaje. A veces, es más fácil explicar una idea con un ejemplo que con muchas palabras. Además, la parábola da mucho que pensar. Para entenderlas, dice Jesús, hay que ser su discípulo; los demás ven solo una linda historia. La parábola del sembrador nos muestra que Dios siembre una semilla buena y la confía a la tierra que somos nosotros. ¡Cuántos frutos damos! Dios no nos critica, pero pide que nos demos cuenta. El que tengas oídos que oiga.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Domingo 21 de septiembre 2025 – Domingo 25 durante el año. Lc 16, 1-13
Jesús decía a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”. El administrador pensó entonces: ” ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?”. “Veinte barriles de aceite, le respondió. El administrador le dijo “Toma tu recibo, siéntate en seguida y anota diez”. Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes? “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz. Pero Yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús alaba a un administrador infiel. No se trata de alabar su infidelidad, solamente su empeño para salir airoso de sus problemas. Y Jesús pregunta, nos pregunta: ¿cómo tratamos de avanzar en nuestro empeño para anunciar el evangelio? Se necesita imaginación, voluntad. Es evidente que muchas veces estamos en deuda. Tener fe, ser cristiano significa muchas veces buscar caminos nuevos para anunciar el evangelio y pedir a Dios fuerza para avanzar: ¡tantos hay que esperan nuestro anuncio!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 08 al 14 de Septiembre 2025
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de éste fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut; Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías ; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías; Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manases; Manases fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre deAbiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor; Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matan; Matan, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros». Palabra del Señor.
Comentario:
La lista de los antepasados de Jesús puede ser tediosa, pero nos confirma que Jesús nace dentro de nuestro mundo, dentro de una familia humana. Jesús es un ser humano con pleno derecho. Y el ángel confirma que viene para vivir entre los seres humanos y que busca salvarlos. José no entendió, pero no quiso demandar a maría. Muchas cosas de Dios no entendemos, pero, como José, es importante escuchar y ponernos a su servicio.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alteo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas lscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús elige a sus 12 apóstoles, estos varones que lo siguieron a todas partes. Conocemos muy bien a algunos; otros son totalmente desconocidos. Lo importante es que Jesús comparte su vida y su mensaje con todos ellos. Así serán sus continuadores hasta hoy. Dios necesita de los seres humanos para transmitir su mensaje de amor. Hoy también Dios necesita de los hombres: me necesita.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos anuncia sus bienaventuranzas: ¡Felices! Dios quiere que seamos felices hoy y siempre. Son felices los que se abren a su misericordia porque solo Él puede llenar nuestra vida. Los que buscan las cosas de este mundo verán vaciada su búsqueda de felicidad. Pidamos al Señor que nos enseñe dónde está la verdadera felicidad y no de la fuerza para buscarla realmente.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos presenta algunas reglas para poder vivir como discípulos suyos. Sabemos que el primer mandamiento es amar. Jesús quiere especificar: se trata de amar a todos, sin excepción, también a los que nos hacen daño o nos odian. Así actúa Dios: derrama su amor en todos los corazones sin excepción. Así es su misericordia. Nos pide imitarlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguen y no serán 1uzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes». Les hizo también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano». Palabra del Señor.
Comentarlo:
Es muy fácil, muy común criticar a los demás. Jesús nos invita a ver primero nuestra realidad: hay mucha ceguera en nuestras miradas, sobre todo porque no sabemos abrir nuestros ojos para ver nuestras miserias. Es importante pedir al Señor la gracia de ver bien todo lo que somos, de ver sin miedo, sabiendo que Él nos ve con realidad y con cariño y no nos juzga.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús decía a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca. ¿Por qué ustedes me llaman: «Señor, Señor», y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la inundación, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande. Palabra del Señor.
Comentario:
Es evidente que un árbol bueno dará frutos buenos y uno malo frutos malos. Jesús nos invita a revisar los fundamentos de nuestra vida. Una casa con buena base resiste los embates del tiempo. Una vida con buena base resistirá a todas las tentaciones y todos los pecados. Démonos cuenta si Jesús es realmente en el corazón de nuestro actuar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte». Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya habla gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a u no de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. Palabra del Señor.
Comentario:
Un hombre tenía dos hijos. El menos pidió su herencia y la gastó. Volvió donde su padre con humildad y su padre lo recibió con cariño. El hijo mayor despreció a su hermano, no quiso perdonar ni acompañar a su padre en la alegría. Es bueno revisar nuestra vida. ¿Creemos realmente en el perdón de Dios? ¿Acogemos su amor que da felicidad? ¿Aceptamos, acogemos a otros cuando han caído? Dios es un padre lleno de misericordia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 01 al 07 de Septiembre 2025
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Pero Él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: “Médico, sánate a ti mismo”. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm». Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús vuelve a su pueblo. Conoce a todos los habitantes y todos lo conocen. Sin embargo, la gente no lo reconoce. Es muy posible que todos quieran ver a un hombre exitoso y aprovecharse de su persona y de sus éxitos. Jesús no quiere entrar en este esquema. Nadie puede dominarlo. Lo que pide a sus compatriotas (y a nosotros) es acogerlo, simplemente acogerlo tal como es: el enviado de Dios. Esto significa abrirnos y aprender a pensar como Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!». Y su fama se extendía por todas partes en aquella región. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a un poseído con su sola palabra. Y se asombra la multitud y su fama se extiende. ¡Tanto poder tiene Jesús! Jesús muestra su poder no como un mago. Viene para salvarnos, es decir, para superar todas las ocasiones de maldad o de sufrimiento. Viene para que seamos libres de toda atadura. Tiene una palabra que libera. Nos pide acogerlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados 9e diversas dolencias se los llevaron, y El, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero Él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero Él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea. Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio nos presenta varios milagros y todo el mundo busca a Jesús. Jesús libera a los enfermos, a los endemoniados para que puedan volver a su vida normal, es decir, a buscar la libertad y la felicidad. Esa es la Buena Noticia del Reino que Jesús anuncia y que nos pide a nosotros anunciar a nuestro alrededor. Nuestro mundo la necesita de manera urgente.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.
Comentario:
La pesca no solamente pescar peces; es también atraer a los hombres a Dios. La pesca es una vocación más importante cuando se trata de seres humanos. Jesús sabe que Pedro es pecador y conoce muy bien nuestra realidad de pecadores. Aun así, llama a Pedro y nos llama a trabajar en su reino. El desafío es grande. El Señor nos necesita a pesar de nuestras debilidades.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar». Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a éste no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor”. Palabra del Señor.
Comentario:
El ayuno tiene poco éxito hoy. En tiempo de Jesús era signo de penitencia y de oración. Lo importante es estar con Jesús. Y aceptar a Jesús significa comprender las cosas de manera distinta. Quizás la historia y las tradiciones sean importantes porque son parte de nosotros, pero pueden esclavizarnos. Jesús quiere enseñarnos la verdadera libertad.
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Vice Gran Canciller UCN
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: «¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?». Jesús les respondió: «¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?». Después les dijo: «El Hijo del hombre es dueño del sábado». Palabra del Señor.
Comentario:
Es fundamental conocer las leyes. Ellas existen para ayudarnos a vivir. A veces pueden esclavizarnos o podemos dejarnos esclavizar. Jesús toma un ejemplo: el rey David que es el héroe nacional, supo superar las leyes y ponerlas a su servicio. Cada ser humano es dueño de las leyes. Esto no significa entenderlas a nuestro antojo, ni siquiera aprovecharnos de ellas, sino vivirlas en profundidad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús pide radicalidad en la entrega por el reino. Es importante amar a su familia. Pero Jesús quiere ser la base del amor hacia los demás, y no lo contrario. Por eso, nos pide sentarnos, es decir, tomar tiempo para reflexionar, discernir, pensar nuestra entrega: ésta debe ser total. Jesús nos pide renunciar a todo lo que creemos poseer para así ser su discípulo.
R.P. André Hubert, sj
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Semana del 25 al 31 de agosto 2025
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: “Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, ¡entonces sí que vale”! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: “Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar”. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por Aquél que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por Aquél que está sentado en él. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús critica a los fariseos. La palabra ‘hipócrita’ describe una acusación muy grave y los fariseos merecían esta acusación. Pero debemos leer este texto para ver y reformar nuestra propia vida. Jesús no quiere asustar ni a los fariseos ni a nosotros; quiere la conversión. Pidamos al Señor poder ver profundamente nuestra hipocresía: cómo tratamos de dirigir a otros sin dar nosotros el ejemplo, cómo hacemos juramentos sin pensar en lo que significan.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sigue criticando a los fariseos y nos pide escuchar estas críticas para reformar nuestras vidas. Revisemos nuestro comportamiento con los demás: cómo vivimos la misericordia, cómo miramos nuestra vida espiritual. Nosotros como cristianos, conocemos a Dios y su misericordia, somos responsables de este mundo en el que vivimos y este mundo necesita de nuestros ejemplos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas”. De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres! Palabra del Señor.
Comentarlo:
Jesús sigue criticando fuertemente a los fariseos. Sin asustarnos ni deprimirnos, veamos cómo nuestra vida se asemeja a la de los fariseos. Nos gusta parecer buenos, afables ante los hombres; nos gustan las alabanzas, sentir que estamos bienvenidos. Al mismo tiempo tratamos de destruir a los demás para borrar todo tipo de competencia. Pidamos al Señor la fuerza para aprender a convivir realmente.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús habló diciendo: Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor que piensa: “Mi señor tardará”, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. Palabra del Señor.
Comentario:
Dios quiere intervenir en nuestras vidas. ¿Cómo, cuándo? Es imposible saberlo. Por eso, Jesús nos pide prepararnos, estar atentos. Nos pide también darnos cuenta que somos servidores y no dueños. Estamos al servicio de Dios que nos envía a trabajar, que nos necesita en todo momento. Démonos cuenta: Dios nos necesita, me necesita con mi ánimo y mis debilidades para trabajar en este mundo.
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Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: «Ya viene el esposo, salgan a su encuentro». Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: «¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?». Pero éstas les respondieron: «No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado». Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos», pero él respondió: «Les aseguro que no las conozco». Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora. Palabra del Señor.
Comentario:
Cinco jóvenes prudentes y cinco necias. Las primeras se preparan con esfuerzo; han previsto lo imponderable: todo se puede atrasar, hay que estar atentos. En nuestra vida, el Señor puede llegar en cualquier momento, sea para darnos una misión, sea para reprendernos, siempre para entregarnos su amor infinito. Pidamos la gracia de prepararnos para encontrarlo.
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Jesús dijo a la multitud: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y, al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró”. Palabra del Señor.
Comentario:
Hay muchos tesoros en nuestro mundo; hay muchas cosas que se nos ofrece como tesoro. Hay que saber buscar y sobre todo hay que saber lo que buscamos. El tesoro da sentido a nuestra vida. Si buscamos placeres de poca monta, los encontraremos. Si buscamos a Dios y su reino, el Señor mismo nos lo hará encontrar y nos pide que sea lo central de nuestra vida.
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Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado». Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. i Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!». Palabra del Señor.
Comentario:
Nos gusta ser alabados, ser reconocidos. Nos gusta tener puestos de honor. Jesús nos advierte: podemos padecer un orgullo no cristiano. Pero lo principal: es importante preocuparse por los más necesitados sin buscar que ellos nos den una recompensa, entregarnos totalmente al servicio de otros sin esperar recibir siquiera una palabra de agradecimiento. Así actúa Dios con nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 18 al 24 de agosto 2025
Se acercó un hombre a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?». Jesús le dijo: “¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos». «¿Cuáles?», preguntó el hombre. Jesús le respondió: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». El joven dijo: «Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?». ” Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. Palabra del Señor.
Comentario:
Lo primero que Jesús pide es respetar y cumplir los mandamientos. Estos mandamientos, los conocemos; nos los enseñaron desde pequeños. El hombre que se acerca a Jesús cumplió muy bien su compromiso. Jesús le pide profundizar más: abandonar el apego a sus riquezas. Todos tenemos muchas riquezas, sean monetarias, intelectuales o religiosas. Jesús nos pide compartirlas sin miedo y sin egoísmo. Solo así podremos seguirle.
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Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: ce Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible». Pedro, tomando la palabra, dijo: ce Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?». Jesús les respondió: celes aseguro que, en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros». Palabra del Señor.
Comentario:
Es difícil salvarse para el hombre que confía en sus riquezas. No se puede servir a 2 amos, nos dice Jesús. Entonces, ¿quién puede salvarse? Parece que nuestros esfuerzos no son suficientes. Jesús nos recuerda: para el hombre es imposible; solo Dios puede salvarnos. Humildad del ser humano: ni los mayores sacrificios pueden salvarnos. Grandeza del ser humano: Dios se apiada de todos. Nos pide abandonar todo apego y confiar en Él.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: «Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo». Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: «¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?». Ellos les respondieron: «Nadie nos ha contratado». Entonces les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña». Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ” Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros». Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: «Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada». El propietario respondió a uno de ellos: «Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?». Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Palabra del Señor.
Comentarlo:
El dueño invita a trabajar en su viña. Este dueño es Dios que nos invita a vivir profundamente nuestra fe y a transmitirla. ¿Cómo entender la igualdad de recompensa para todos? No se trata de calcular. Trabajar para Dios, saber que Él confía en nuestro trabajo, ya es una recompensa. Que Dios nos acepta tal como somos merece no una recompensa, sino dar gracias humildemente. El trabajador de la última hora será igualmente recibido, pero ¡perdió tanto tiempo de gracia!
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Jesús se dirigió a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero éstos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: «Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas». Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren». Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?». El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes». Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. Palabra del Señor.
Comentario:
No aceptar la invitación al banquete es un desaire para el rey que invita, aunque la excusa tenga fundamento. Por suerte, el dueño no cancela la fiesta. Invita a todos, buenos y malos. En este grupo nos encontramos nosotros. Lo único que nos pide el Señor es aceptar la invitación que incluye el vestido. Hay que entrar con el deseo de participar plenamente de la fiesta.
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Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo aprueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas». Palabra del Señor.
Comentario:
Conocemos los mandamientos. Todos sabemos resumirlos: Amar a Dios y amar al prójimo. Dios pone al mismo nivel el amor hacia Él mismo y el amor hacia los demás seres humanos. ¿Humildad de Dios que busca nuestra felicidad, grandeza del ser humano! Nuestro esfuerzo es entonces reconocer a Dios en nuestros hermanos.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús critica a los fariseos. En su orgullo, estos se creen maestros, piensan que pueden enseñar, dominar a los demás. Es bueno escuchar estas críticas para darnos cuenta que Jesús no solo critica a los fariseos, sino que nos habla directamente y critica nuestra manera de vivir. Pero Jesús no quiere criticar por criticar; busca la conversión, nuestra conversión.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos». Palabra del Señor.
Comentario:
Todos nos preguntamos qué es la salvación y cómo salvarnos. Jesús nos muestra que la puerta está abierta, aunque estrecha. Es la puerta del sacrificio, del esfuerzo. Todos estamos invitados. El banquete está preparado. No hay posiciones preferenciales, o que creemos preferenciales. No hay que despreciar a los demás: los pobres, los pecadores, los no creyentes, todos están invitados.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Semana del 11 al 17 de agosto 2025
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará». Y ellos quedaron muy apenados. Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?». «Sí, lo paga», respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?». Y como Pedro respondió: «De los extraños», Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti». Palabra del Señor.
Comentario:
De manera extraña. Jesús habla de los impuestos y los paga. Lo importante es que somos hijos; hijos adoptivos de Dios, pero hijos. Nuestra vocación es no escandalizar y anunciar que Dios quiere que todos los seres humanos vivan como sus hijos, a pesar de nuestros pecados. Nuestra vocación es anunciar este amor infinito de Dios aun a través de todas las dificultades e incomprensiones.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?». Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que, si ustedes no cambian y no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños». Palabra del Señor.
Comentario:
Es importante no escandalizar, especialmente a los más pequeños. Y es igualmente importante reconocer la grandeza de estos pequeños: están más cerca de Dios. Dios se preocupa más de aquel que más lo necesita al igual que el pastor se preocupa más de la única oveja perdida. Ella necesita más atención. El Pastor no quiere que se pierda. Así Dios con nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que, si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre hay dificultades entre nosotros: el orgullo nos impide vivir realmente como hermanos; siempre hay pecados. Jesús nos invita a buscar de varias maneras la reconciliación. ¡No dejemos atadas nuestras rencillas! A pesar de nuestras debilidades y de nuestras dificultades, recordemos que es más importante vivir lo mejor posible en la comunidad. Allí está Jesús presente.
R.P. André Hubert, sj
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Se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?». Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Dame un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: “Págame lo que me debes”. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame un plazo y te pagaré la deuda”. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Éste lo mandó llamar y le dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos». Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. Palabra del Señor.
Comentario:
Todos somos pecadores. Por eso, el perdón de parte fundamental de nuestra vida. “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos…”, así es nuestra oración principal. Recordemos que Dios siempre perdona y sabemos que nuestras faltas son muchas y a veces graves. Jesús nos invita a perdonar siempre. Pidamos la humildad necesaria para perdonar a nuestros hermanos.
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María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. Palabra del Señor.
Comentario:
Asunción de María: María fue asunta al cielo en cuerpo y alma. El evangelio recuerdas la visita a María a su prima Isabel que espera un hijo en su vejez. Isabel la proclama feliz por haber creído. La fe es la base de la felicidad y por eso, María puede cantar su canto lleno de felicidad y de agradecimiento. Reconoce la presencia de Dios en su vida como en la vida de todos, como en la nuestra, como en la vida de los pobres.
Trajeron a unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús impone las manos sobre los niños y los bendice. Nos advierte que el reino les pertenece. Los niños son los más necesitados: necesitan afecto, educación, limpieza, alimentos; necesitan toda nuestra atención: no pueden vivir solos. Así el cristiano que quiere participar del reino: debe aceptar en todo momento la presencia y el amor de Dios: los necesita.
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Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y como desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡Y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. Palabra del Señor.
Comentario:
Estamos acostumbrados a escuchar a Jesús hablando de paz y de amor. Hoy nos habla de división, de tensiones dentro de la familia. Jesús ha dicho varias veces que aquel que quiere seguirle debe abandonar a su familia. Ciertamente que esto provoca antes y ahora tensiones entre el amor filial y el amor hacia Jesús. Recordemos que Jesús quiere ser Él la base de nuestro amor de familia. Solo así podremos superar las tensiones.
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Semana del 04 al 10 de agosto 2025
Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio nos muestra la compasión de Jesús, ese amor que sale del corazón cuando ve las necesidades de los demás: sana enfermos, da palabras de consuelo. Sobre todo, da de comer a todos multiplicando los panes, El amor no calcula; se entrega y hay de sobra. Así es el amor de Dios cuando perdona, cuando parte el pan de la eucaristía: busca, quiere que todos conozcan su amor.
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Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman». Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua». «Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante El, diciendo: «Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios». Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron sanados. Palabra del Señor.
Comentario:
Dentro de la tempestad que puede tomar la vida de los discípulos, las primeras palabras de Jesús son: “no tengan miedo”. Así pasa en nuestras vidas. La fe nos ayuda a superar los miedos, a cumplir gestos increíbles como caminar sobre el agua. Es cierto que hay muchos miedos en nuestras vidas. Pidamos al Señor esta paz y tranquilidad que solo Él puede regalar.
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Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se transfigura; manifiesta su gloria y el Padre, desde la nube, lo reconoce públicamente como hijo predilecto. Nos dice que escuchar a Jesús es escuchar a Dios mismo. Jesús estaba orando cuando fue transfigurado. La oración, toda oración, es una verdadera transformación de nuestro ser y de nuestras ideas: hablamos con Dios como con un amigo. Dios nos lleva a conocer su amor y su Hijo.
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Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». ” Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». Palabra del Señor.
Comentario:
Muchos (todos) tenemos alguna idea de quién es Jesús. Pero Jesús quiere más: desea que cada uno de nosotros pueda conocerlo y reconocerlo, De esto depende nuestra relación con Él, es decir, nuestra fe. Si a veces hay pecado o negación de Jesús, no tengamos miedo del reproche de Jesús, Volvamos a Él con humildad: Él nos muestra a un Dios de misericordia.
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Jesús dijo a sus discípulos: EI que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino. Palabra del Señor.
Comentarlo:
Todos, como buenos cristianos, queremos seguir a Jesús. Pero el evangelio de hoy nos parece duro, difícil. Para vivirlo, debemos mirar a Jesús y no confiar en nuestras pobres fuerzas. Tenemos el ejemplo de muchos santos que cambiaron su manera de vivir al conocer a Dios. Dios es más grande que nuestro corazón. Veamos cuáles son las aspiraciones de nuestro corazón. Ofrezcamos todo.
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Un hombre se acercó a Jesús y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron sanar». Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí». Jesús increpó al demonio, y éste salió del niño, que, desde aquel momento, quedó sano. Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». «Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que, si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ”Trasládate de aquí a allá”, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes». Palabra del Señor.
Comentario:
Seguimos a Cristo y tenemos fe en Él, en Dios. Es cierto que nuestra fe es débil. Por eso no podemos arrancar el mal de nuestro corazón ni del mundo. Jesús nos invita a acercarnos a Él. Aunque nuestra fe sea muy pobre podemos hacer grandes cosas con solo acogerlo y confiar. Una palabra de aliento puede transformar nuestra vida y la de un hermano desesperado: es decir, puede derivar una gran montaña.
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Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. i Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada». Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?». El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que, sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más». Palabra del Señor.
Comentario:
Con todo cariño Jesús nos llama ‘pequeño rebaño’. ‘Pequeño’, lo somos por el número de creyentes y el tamaño de nuestra fe. ‘Rebaño’ queremos ser. Para Jesús lo somos. Ser el rebaño es una gracia y una responsabilidad. Aprendamos a estar atentos a sus palabras, a sus gestos, a su presencia entre nosotros. Pidamos la gracia de ser administradores más responsables en la misión encomendada, a vivir de todo corazón: dónde está tu tesoro, allí está tu corazón.
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Semana del 28 de julio al 3 de agosto 2025
Jesús propuso a la gente esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: “Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo”. Palabra del Señor.
Comentario:
Muchas veces nos parece que nuestro esfuerzo es pequeño, vano y eso puede ser cierto. Pero no podemos olvidar que una acción pequeña puede tener grandes consecuencias. Por ejemplo, una palabra de consuelo o de perdón puede salvar una vida. Si además nos ponemos en las manos de Dios, nuestras pequeñas acciones tienen resultados increíbles, que quizás no podemos ver ni imaginar. Pidamos al Señor que nos permita ponernos en sus manos.
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Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!». Palabra del Señor.
Comentario:
La cizaña crece junto con la buena semilla. El sembrador sembró buenas semillas, pero el enemigo, para dañar el campo y la cosecha, sembró otra cosa. Bien y mal conviven siempre en nosotros y en nuestro mundo, tan cercanos que es imposible arrancar uno sin dañar al otro. Nuestra esperanza es saber que Dios ve nuestros esfuerzos y sabrá algún día, en la cosecha del reino, separar el bien del mal.
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Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla del reino. El reino es algo precioso, valioso, escondido en algún lugar del mundo o de nuestro corazón. Para encontrarlo, para vivir en él, hay que dejar todo lo demás y arriesgarse. Dónde está tu tesoro, allí está tu corazón. Pidamos la gracia de vivir nuestra vida de manera plena y, para eso, de arriesgarnos en la maravilla que es el reino.
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Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?». «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo». Palabra del Señor.
Comentario:
Dios acepta a todos y nos pide aceptar a todos los seres humanos con sus dones y sus defectos, a todos los acontecimientos con lo que nos enseñan. El esfuerzo de cada día es importante y tenemos que dar importancia al más pequeño esfuerzo. Solo al fin del mundo – o de nuestra vida – sabremos todo lo que hicimos. Mientras tanto, aprendamos a vivir y a convivir.
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Al llegar a su pueblo. Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. «¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?» Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente. Palabra del Señor.
Comentario:
Si creemos conocer perfectamente a una persona, ciertamente nos equivocamos. Es imposible conocer a otra persona (aun después de años de matrimonio). Tenemos que aprender a convivir con los demás y admirarnos de conocerlos cada día más. Los compatriotas de Jesús creían conocerlo… y resultó una falta de fe. Sus corazones no estaban abiertos para recibir la palabra. Pidamos la gracia de conocer a Jesús cada día más.
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La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: «Este es Juan Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos». Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta. Un día en que Herodes festejaba su cumpleaños, su hija, también llamada Herodías, bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera. Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven y ésta las presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús. Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio relata la muerte de Juan Bautista. Es terrible que los festejos de un cumpleaños que son días de alegría, terminen con un asesinato. Esto muestra el nivel de moral al que llegó Herodes y su entorno. Si despreciamos a los demás y ponemos nuestro pensar por encima de todo, nos encaminamos en los pasos de Herodes. Juan Bautista fue encarcelado por atreverse sin miedo a decir y a vivir la verdad.
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Uno de la multitud dijo al Señor: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia». Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas». Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?” Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios». Palabra del Señor.
Comentario:
La avaricia es una tentación de cada día: tenemos deseos de acumular riquezas para nosotros. Podría ser bueno si estas riquezas nos ayudan a vivir mejor: existen riquezas intelectuales y espirituales. Pero toda riqueza tiene el peligro de volvernos egoístas. Jesús nos pide ser ricos a los ojos de Dios y nos da el ejemplo del rico insensato. La riqueza nos vuelve insensatos porque nos impide proyectarnos en la vida verdadera.
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Semana del 21 al 27 de julio 2025
Algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo». Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón». Palabra del Señor.
Comentario:
Muchas veces, nos gustaría recibir una señal del cielo para asegurarnos de la presencia de Dios o para saber si vamos por buen camino. A nuestro Dios no le gustan los actos de magia. Pide confianza. La fe es relacionarse con Dios de persona a persona. Los personajes que Jesús nos presenta hoy no eran creyentes y confiaron en Salomón y Jonás, y esa confianza cambió sus vidas. Pidamos al Señor que aumente nuestra confianza en su presencia amorosa.
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El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”. Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes”». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras. Palabra del Señor.
Comentario:
María Magdalena, la santa que celebramos hoy, fue la primera en llegar al sepulcro, ¡tan grande era su amor por Jesús! Así fue la primera en ver el sepulcro vacío, fue la primera en ver a Jesús resucitado. La fe en la resurrección es difícil, todavía hoy. Por eso, Jesús la envía donde los apóstoles. Hoy Jesús nos envía para anunciar la Buena Noticia: Cristo ha resucitado.
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Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!». Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola del sembrador. Las parábolas existen para abrir nuestro espíritu y nuestro deseo de profundizar las enseñanzas de Jesús. La finalidad, la misión de la semilla es dar frutos, muchos frutos. Pero ¡hay tantos problemas! La semilla está en nosotros; la semilla es buena. Debemos alimentarla para que produzca los frutos esperados.
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Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?». Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de lsaías, que dice: “Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y Yo no los sane”. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron». Palabra del Señor.
Comentario:
Es cierto que a veces es difícil entender las parábolas. Jesús insiste: no se trata solamente de ver o escuchar un lindo discurso, una bonita historia. Para entender, hay que estar con Jesús, ponerlo en el centro de nuestra vida, abrirse a su mensaje y a su vida de amor. Así podemos ver mejor, oír mejor. Sobre todo, podemos sentirnos felices por lo que vemos, oímos, entendemos.
R.P. André Hubert, sj
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La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo. “¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?». «Podemos», le respondieron. ” Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre». Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud». Palabra del Señor.
Comentario:
No siempre hubo entendimiento ni buenas relaciones entre los apóstoles. El evangelio de hoy nos cuenta que dos de ellos, dos hermanos, quisieron aprovechar su amistad con Jesús para avanzar en el escalafón. Jesús recuerda a ellos y a nosotros que habrá dificultades que tendremos que solventar con Él, no con nuestras fuerzas. Además, para Jesús, el ser jefe es un servicio. Es bueno recordarlo a nuestras autoridades políticas y religiosas. Y vale para nosotros mismos.
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Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?». Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero». Palabra del Señor.
Comentario:
En el reino de Dios, como en nuestra sociedad, como en los campos sembrados, se mezclan la buena y la mala semilla. Hay que saberlo, aceptarlo y también aprender a reconocer, a discernir. Es quizás la mayor dificultad: convivir con otros que sabemos no son perfectos… al igual que nosotros. Confiemos en el Señor y pidamos que nos ayude a confiar más en Él: nos conoce y conoce a todos.
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Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación». Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”. Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús ora siempre y hoy nos enseña a orar. El Padrenuestro es un rezo (que es bueno recitar) y es también una manera de orar. Aprendemos a hablar con Dios como con un padre que se preocupa por nosotros. Pedimos lo mejor para Él; su nombre y su reino. Pedimos que nos otorgue lo mejor para nosotros: el pan y el perdón. Jesús insiste sobre dos pasos: que nosotros aprendamos a perdonar y a insistir. La insistencia -con respeto- es una manera de mostrar que confiamos en la bondad y la grandeza de Dios.
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Semana del 07 al 13 de julio 2025
Se presentó a Jesús un alto jefe y, postrándose ante Él, le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá». Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré sana». Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo:” Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese instante la mujer quedó sana. Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme». Y se reían de Él. Cuando hicieron salir a la gente, Él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región. Palabra del Señor.
Comentario:
El alto jefe creyó en Jesús, confió que Jesús podía ayudarlo. La mujer que padecía hemorragias creyó en Jesús y sanó. Ambos confiaron a pesar de todas las dudas que podían surgir y surgieron a su alrededor. Jesús se nos presenta como aquél que nos ayuda en los momentos más penosos. Para mostrarnos la misericordia de Dios, nos pide confiar en Él en todo momento.
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Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios». Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha». Palabra del Señor.
Comentario:
La multitud se da cuenta: Jesús tiene compasión de todos. Eso es lo que da sentido a la vida y misión de Jesús. Eso es lo que debe dar sentido a nuestra vida. La cosecha es abundante: al ver nuestro mundo concreto, hay trabajo de sobra. Confiemos en la presencia de Jesús en nosotros y pidamos la gracia de ser enviado a mostrar esta compasión en nuestro mundo que tanto la necesita.
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Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas lscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús elige a sus 12 discípulos: sabemos sus nombres. Todos son personas sencillas; algunos son muy conocidos, otros muy poco. Ellos van por el mundo anunciando a Jesús con la misma misión y el mismo poder de Jesús. Hoy nosotros somos los apóstoles en la misión que Dios nos encomienda en nuestra familia, barrio, empresa, etc. Pidamos la gracia de actuar en este mundo.
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Jesús envió a sus doce apóstoles, diciéndoles: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomarra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad. Palabra del Señor.
Comentario:
Los apóstoles parten en misión. Jesús los envía y les recomienda no distraerse de su misión. ¡Tan importante es! Y el mundo necesita de los misioneros. Miremos nuestro mundo: ¿dónde está la paz?, ¿dónde la felicidad y el amor? Pidamos al Señor ser enviados. Pidamos también por nuestro mundo, para que reciba las palabras de amor y de compasión.
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Jesús dijo a sus apóstoles: Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquél que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a sus discípulos. Sabe que los envía como corderos entre lobos: habrá dificultades y quizás persecuciones. Hoy muchos cristianos mueren proclamando su fe, y, aun así, son ejemplos de vida y de entrega. Son también ejemplos de fe porque nos aseguran que Dios hablan a través de ellos. Oremos por los que persiguen a la Iglesia. Oremos por los que no quieren escuchar la palabra de amor.
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Jesús dijo a sus apóstoles: El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No los teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que Yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquél que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, Yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero Yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquél que reniegue de mí ante los hombres. Palabra del Señor.
Comentario:
En la misión que Jesús nos encomienda habrá dificultades. Si Jesús sufrió, fue odiado a pesar de mostrar tanto amor y tanto poder milagroso, parece lógico que tengamos problemas. Además, es normal que frente a las dificultades tengamos miedo. El Señor nos pide confiar en Él plenamente. Pidamos al Señor que nos ayude a afrontar los dolores y, sobre todo, el miedo.
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Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida». Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?». Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». «EI que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera». Palabra del Señor.
Comentario:
Todos conocemos el mandamiento del amor. Es fácil citarlo y hasta explicarlo. El sacerdote y el levita de la parábola conocían el mandamiento, pero, no supieron vivirlo. El samaritano, que es un extranjero despreciado, lo vivió plenamente. Jesús insiste: no se trata de pensar quién mi prójimo, sino de atreverse a actuar como prójimo del otro, de hacerse conscientemente el prójimo de los demás. El amor se vive en actos más que en palabras.
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Semana del 30 de junio al 6 de julio 2025
Al verse rodeado por la multitud, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: celos zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». Palabra del Señor.
Comentario:
Seguir a Jesús no es fácil. Jesús pide radicalidad, una entrega total. No se trata de vivir como los zorros o pájaros; sería una ilusión, una utopía. No se trata de abandonar a los padres a su suerte. Se trata de entregarse a Jesús, que Jesús sea el primero, la base de toda nuestra vida. Solamente entonces podremos entender nuestro mundo y nuestro amor filial. Pidamos la gracia de arriesgarnos.
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Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a Él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!». Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?». Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?». Palabra del Señor
Comentario:
Frente a la tempestad, el miedo inunda a los apóstoles; y es lógico. Pero Jesús recuerda que Él domina las fuerzas de la naturaleza y, sobre todo, pide confianza en Él. Frente a tantas tempestades que ocurren en nuestras vidas y en nuestro mundo, pidamos al Señor confianza, que nos enseñe a ver su presencia y apacigüe nuestros miedos.
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Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por este camino. Y comenzaron a gritar: «¿Qué quieres de nosotros. Hijo de Dios? ¡Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios suplicaron de Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara». Él les dijo: «Vayan». Ellos salieron y entraron en los cerdos: éstos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron. Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera a otro territorio. Palabra de Dios.
Comentario:
Jesús tiene dominios sobre las fuerzas del mal. Puede salvar a los endemoniados y a todos los que se sienten superados por fuerzas extrañas, desconocidas. Los habitantes del lugar no lo acogieron porque perdieron algún bien material. Recordemos que la paz y la esperanza que Jesús nos da son tesoros inestimables.
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Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!». Palabra del Señor
Comentario:
Es difícil en nuestro mundo creer en la resurrección. Tomás es conocido como aquel apóstol que no creía en la resurrección de Jesús. Quiere pruebas contundentes. Jesús lo ayuda a creer. Y, entonces Tomás proclama su fe admirable: Señor mío y Dios mío. Proclamación que podemos repetir.
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Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Palabra del Señor
Comentario:
Mateo es un publicano, un cobrador de impuesto, es decir, para los judíos un pecador público porque trabaja para el invasor romano. Jesús lo llama a seguirle, sabiendo quién es. Jesús llama a los pecadores, a todos nosotros. Nos conoce, conoce nuestros pecados y nos llama. Confía en nosotros. Esa es la misericordia de Dios. Pidamos la gracia de aprender a confiar en la misericordia de Dios y también de ver a los demás con misericordia.
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Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». “Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Palabra del Señor.
Comentario:
Pedro, desde el fondo de su corazón, supo reconocer al Mesías en Jesús y llegó a ser la piedra-base de la Iglesia. Pablo fue en gran visajero para predicar el evangelio a todas las naciones. Dos santos fundamentales; dos santos muy distintos. Dios y la Iglesia necesitan de todos. Hoy recemos por el papa León y por todos los que tienen alguna responsabilidad en la Iglesia.
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El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que los precedieran en todas las ciudades adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, comen lo que les sirven, sanen a los enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no lo reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que, en aquel día, Sodoma será tratado menos rigurosamente que esa ciudad». Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a sus discípulos. La tarea de estos discípulos es anunciar que viene el Mesías, el Hijo del Dios de misericordia. No se nos dice ningún nombre de estos discípulos; entonces podemos poner el nuestro. Dios nos llama, tiene una misión para cada uno de nosotros, una misión importante que no podemos evadir: anunciar que Él está presente en este mundo. Si miramos nuestro mundo concreto, nos daremos cuenta que necesita de este anuncio.
Semana del 23 al 29 de junio 2025
Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Deja que te saque la paja de tu ojo», si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. Palabra del Señor.
Comentario:
Es fácil criticar a los demás, y caemos rápidamente en este defecto. Jesús nos pide no juzgar, nos invita a ver primero y con humildad los defectos nuestros. La vida comunitaria, la convivencia sea familiar o universal, no es fácil. Cada uno tiene su carácter, sus ideas y sus defectos. Cada uno, con buena intención, quiere ayudar, piensa que ayuda. Pero hace del mal que no quiere y no el bien que busca. Recordemos que Dios es infinitamente misericordioso.
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Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan». Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel. Palabra del Señor
Comentario:
Dios está siempre presente en nuestras vidas para apoyarnos y ayudarnos. Estuvo presente en la vida de Juan Bautista y la de sus padres. Cada ser humano tiene una misión que cumplir. La misión de Juan Bautista fue de anunciar concretamente la venida del Mesías. Nuestra misión es parecida: anunciar hoy en nuestro mundo, familia, trabajo que Dios nos ama y se preocupa por nosotros.
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Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. Palabra del Señor.
Comentario:
Sabemos que un árbol bueno da frutos buenos. Si no es bueno juzgar a los demás, por lo menos, veamos los frutos que traen. A veces, es fácil dejarse engañar por falsos profetas, que nos presentan soluciones de los problemas, sea en dinero o en vida espiritual. También sin orgullo, veamos los frutos que producimos. Veamos sobre todo cómo mejorar nuestra vida, nuestra producción.
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Jesús dijo a sus discípulos: «No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?” Entonces Yo les manifestaré: “Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande». Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque Él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas. Palabra del Señor
Comentario:
Sabemos, gracias a los temblores, que hay que construir casas sólidas, con fundamentos firmes. El fundamento de nuestra vida, la roca sólida es Cristo. ¿De qué manera lo acogemos? ¿Cómo tratamos de conocerlo más para que entre en nuestras vidas? No basta con decir que somos cristianos, que hemos trabajado mucho. Revisemos nuestro corazón: ¿cuál es la base sobre la cual estamos construyendo nuestra vida?
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Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido». Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Palabra del Señor.
Comentario:
El corazón es la fuente del amor. La fiesta de hoy nos recuerda el amor de Jesús que se entregó por nosotros. Y en este amor reconocemos el amor infinito de Dios que siempre está a nuestro lado para ayudarnos y perdonarnos. Así como el pastor busca la oveja perdida, Dios nos busca de manera incesante. El amor es así: no se cansa de amar. Dios busca el pecador, con paciencia, y hace fiesta cuando lo encuentra. Quiero entrar en la fiesta de Dios.
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Al entrar en Cafarnaúm, se acercó a Jesús un centurión, rogándole: «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente». Jesús le dijo: «Yo mismo iré a sanarlo». Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes». Y Jesús dijo al centurión: «Ve, y que suceda como has creído». Y el sirviente se sanó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y Él, con su palabra, expulsó a los espíritus y sanó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: «Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades». Palabra del Señor.
Comentario:
Cristo viene a sanar todos los dolores. El centurión romano confió en Jesús y su servidor sanó. La suegra de Pedro confió en Jesús y pudo servirle. Jesús se presenta no como un mago que busca éxito, sino como un médico que se preocupa de sus enfermos: los acompaña, los sana, pero, además, toma sobre sí nuestras debilidades. Así actúa con nosotros.
R.P. André Hubert, sj
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Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». “Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Palabra del Señor.
Comentario:
Pedro, desde el fondo de su corazón, supo reconocer al Mesías en Jesús y llegó a ser la piedra-base de la Iglesia. Pablo fue en gran visajero para predicar el evangelio a todas las naciones. Dos santos fundamentales; dos santos muy distintos. Dios y la Iglesia necesitan de todos. Hoy recemos por el papa León y por todos los que tienen alguna responsabilidad en la Iglesia.
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Semana del 16 al 22 de junio 2025
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». Pero Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. Palabra del Señor
Comentario:
La venganza, el odio parecen ser parte de nuestra naturaleza. Son tan comunes. Basta ver nuestra vida, basta ver las noticias de los últimos días. Jesús nos pide romper el círculo del odio. Hacer el bien, amar al que nos daña es la única manera de vivir en un mundo nuevo. Pidamos la gracia de estar atentos a las necesidades de los hombres más que a sus defectos o maneras de vivir.
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Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario:
A veces es difícil entender a Jesús: nos pide amar al enemigo; ¿cómo podemos amar a los enemigos? Y nos es fácil rezar por los que nos critican o nos dañan. Pero Jesús insiste: vivir como cristiano es actuar de manera extraordinaria, es ser perfecto como Dios mismo que no mira la bondad o maldad: ayuda a todos. Recordemos que vivir como cristiano no es fruto de un voluntarismo, es una gracia que hay que pedir y recibir.
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Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que, con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra del Señor.
Comentario:
La palabra ‘hipócrita’ es una palabra fuerte. La merecemos cuando queremos ser honrados por los hombres. Jesús quiere ayudarnos a revisar nuestra manera de vivir. Preguntémonos sin mide y sin temor: ¿busco vivir realmente para Dios?, ¿busco vivir para recibir una recompensa, una alabanza de los hombres. Dios ve el fondo de mi corazón. Pidámosle la gracia de ver nuestra vida con la verdad
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Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace taita, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
El Padrenuestro es una oración que recitamos muchas veces. Es bueno meditarla de varias maneras. Podemos recitarla con calma al ritmo de la respiración. También podemos meditar las palabras que nos llama la atención. Dios es padre; nos protege. Es Padre nuestro, no solamente mío. Sigamos así tranquilamente: pidamos el pan que necesitamos, el perdón que deseamos
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Jesús dijo a sus discípulos: No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! Palabra del Señor.
Comentario:
El corazón es el centro de nuestro ser. Desde el corazón salen las buenas y malas intenciones. Por eso, nos dice Jesús: el corazón se nos une a lo que más buscamos, deseamos. Y nos invita a buscar, a poner nuestro corazón en las cosas que tienen real importancia, que duran para siempre. Necesitamos la luz de Dios para revisar nuestra vida.
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Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?». Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción. Palabra del Señor
Comentario:
Pongamos el corazón en las cosas verdaderas. Sabemos que Dios es un Padre que nos acompaña y nos protege. Tenemos que forzarnos en confiar en Él. Él sabe lo que necesitamos. Además, si nos dividimos, si queremos a Dios y las riquezas de este mundo, nuestro corazón no podrá sobrevivir porque se llenará de celos, envidias. Confiemos en Dios.
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Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: ” Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto». Él les respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de alrededor de cincuenta personas». Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas. Palabra del Señor.
Comentario:
Con 5 panes y 2 peces, Jesús da de comer a 5 mil personas y hay de sobra. Cuando Dios da, da con todo el corazón, es decir, sin límites. El sentido de la fiesta de hoy es que Jesús nos describe el corazón de Dios y su amor infinito. La eucaristía que vivimos es muestra de este amor. Jesús nos alimenta con su cuerpo y su sangre, nos da fuerza para vivir.
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Semana del 09 al 15 de junio 2025
Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron». Palabra del Señor.
Comentario:
Leemos el primer gran discurso de Jesús. La palabra más repetida es “Bienaventurados”, “Felices”. Dios quiere que seamos felices. Para eso, nos creó; para eso, Jesús vino a salvarnos. La felicidad no es algo que podamos lograr por nuestros esfuerzos; es un regalo de Dios. Por eso, son felices los que acogen este don y esos son los pobres, los afligidos, los que trabajan por la paz, los perseguidos. La felicidad se encuentra en el fondo del corazón.
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Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario:
La sal es útil para dar sabor a los alimentos; la luz es útil cuando ilumina a los moradores. La sal no se sala a sí misma; la luz no puede iluminarse a sí misma, sino no sirven. No podemos aprovechar lo que somos para nuestro propio bien. Nuestra vida, nuestra misión es entregarnos totalmente para el bien de los demás, así como Jesús se entregó totalmente por nosotros.
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Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i ni una coma de la Ley, sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús vino para cumplir la ley en todos sus mandamientos. Pero al mismo tiempo, nos enseña que cumplir es completar, llenar la ley de su sentido profundo. No se trata de cumplir por cumplir. El ser humano no puede ser un robot que solo sigue una programación. Cumplir la ley en profundidad es una gracia que hay que pedir.
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Llegada la Hora de pasar de este mundo a su Padre, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
El sacerdote es quien presenta la ofrenda a Dios y la hace sagrada. Es intermediario entre Dios y los hombres. El único sacerdote verdadero es Cristo. Su vida, su muerte, su resurrección, su ofrecimiento total en la eucaristía de la última Cena y de cada día, muestran su misión y su amor profundo hacia el Padre y hacia cada uno de nosotros. En todo eso es realmente sacerdote.
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Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero Yo les digo: El que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. También se dijo: «El que se divorcia de su mujer debe darle una declaración de divorcio». Pero Yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido comete adulterio. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús recuerda los mandamientos y quiere que los cumplamos en profundidad. Nos invita a mirar nuestros pecados, nuestros deseos perversos, no para asustarnos ni para culpabilizarnos, sino para que veamos nuestra realidad tal como Dios la ve: Dios la ve con profundidad y con amor. Solo así podemos entrar en el reino.
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Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ” No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor». Pero Yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «Sí”, que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
Comentario:
Es muy fácil jurar en falso ante los hombres, Pero Dios ve todo, Es mejor no hacer juramentos. Esto significa afirmar nuestras convicciones y nuestras promesas sin titubeos. Es difícil aprender a ser verdadero. Esto significa confiar en nosotros y confiar en los demás. Quizás deberíamos comenzar por aprender a confiar en Dios.
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Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de la Santísima Trinidad. Dios es Trinidad. Eso significa que Dios es diversidad en la unidad, que Dios es familia, es amor. Por eso, en el evangelio, Jesús nos habla del Padre y del Espíritu de la verdad. Si el amor de Dios es tan gran, tan infinito que se mantiene siempre, podemos entonces aceptar que su amor hacia nosotros es 3 veces más grande. Dios es amor y nos acoge siempre.
R.P. André Hubert, sj
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Semana del 02 al 08 de junio 2025
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, los discípulos le dijeron a Jesús: «Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que Tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que Tú has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creen? Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: Yo he vencido al mundo». Palabra del Señor.
Comentario:
Varias veces, Jesús ha anunciado sufrimientos para sus discípulos. Recuerda que no es fácil vivir como cristiano, así como para Jesús no fue fácil cumplir su misión. Al igual que Jesús y como Jesús, aprendamos a recordar la presencia del Padre. No estamos solos. El padre Dios nos acompaña. Cuando vemos las dificultades que nos presenta el mundo, recordemos que Jesús venció al mundo.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, orando así: Padre, ha llegado la Hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que Él diera Vida Eterna a todos los que Tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que Yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que Tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que Yo salí de ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y Yo vuelvo a ti. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús alaba al Padre, se entrega al Padre Dios. Toda su vida fue una entrega total al Padre para glorificarlo, y entrega a los hombres para salvarlos. Ahora reza por sus discípulos, por nosotros, por mí. Hemos recibido su palabra y podemos recordar las palabras que más nos alientan y dan sentido a nuestra vida. Podemos ponernos en las manos de Dios con confianza.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: Padre santo, manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Cuídalos en tu Nombre -el Nombre que tú me diste- para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre que me diste; los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús ruega por nosotros. En el mundo hay y habrá dificultades, así como Jesús las tuvo. Él nos envía a este mundo concreto. Hemos recibido su palabra de amor y debemos trasmitirla. Esa es nuestra misión y nuestro gozo. Para que nuestro trabajo sea efectivo y eficaz, pidamos al Señor que nos ayude a unirnos más.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -Yo en ellos y Tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que Tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mí. Padre, quiero que los que Tú me diste estén conmigo donde Yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero Yo te conocí, y ellos reconocieron que Tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos, y Yo también esté en ellos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús ruega por nosotros. Nos dio a conocer al Padre y su amor infinito. Quiere que lo conozcamos más. Podemos conocer a Jesús a través de la oración, de la lectura diaria del evangelio, de la eucaristía. A través de Jesús, aprendemos a conocer al Padre. Jesús ofrece su amor.
R.P. André Hubert, sj
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Después de la aparición a la orilla del lago, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?». Él le respondió: «Sí Señor, Tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se aparece a sus discípulos. Pregunta tres veces a Pedro sobre su amor, su entrega y Pedro responde a ese amor. Ciertamente, ama profundamente a Jesús a pesar de haberlo negado tres veces. Cada día, Jesús nos pregunta si lo amamos. Él sabe nuestras fallas y sigue confiando en nosotros. A nosotros también nos pide apacentar sus ovejas; nos pide sentirnos responsables de la vida cristiana de todo hombre de hoy.
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Jesús resucitado había anunciado con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: «Señor, ¿y qué será de éste?». Jesús le respondió: «Si Yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme». Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: «El no morirá», sino: «Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?». Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían. Palabra del Señor.
Comentario:
Cada vida es muy distinta. Cada uno de nosotros tiene una misión distinta y cada misión, a los ojos de Dios, es importante. Por eso, Jesús nos pide a cada uno: sígueme. No tratemos de compararnos y menos de creernos poca cosa. Unidos a Jesús, confiando en su amor, lograremos avanzar y anunciar su reino. Eso es lo que Dios necesita de nosotros; eso es lo que el mundo espera de nosotros.
R.P. André Hubert, sj
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Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ” ¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». Palabra del Señor.
Comentario:
A pesar de todos los miedos, Jesús nos da su Espíritu. Su primer efecto es la paz y después la remisión de los pecados. El Espíritu es fuego y tenemos que arder; el Espíritu es viento y tenemos que soplar. Jesús nos envía en este mundo concreto que muchas veces es muy poco cristiano. El Espíritu es fuerza que nos impulsa a actuar, a confiar que el éxito se logrará a pesar de y dentro de las dificultades.
R.P. André Hubert, sj
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26 de mayo al 01 de junio 2025
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito que Yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, Él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque Yo estaba con ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús promete ayuda con el envío del Espíritu Santo. Promete también sufrimiento por el solo hecho de ser sus testigos. Es importante darnos cuenta de esta realidad: no es fácil ser cristiano, por nuestras debilidades y por las persecuciones que siempre existirán. Pero también es importante recordar que Dios nunca nos abandona. Siempre está a nuestro lado.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?». Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando Él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que Yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado. Palabra del Señor.
Comentario:
Es cierto que nos gustaría que Jesús estuviera a nuestro lado, siempre. Y Él nos dice que es bueno que se vaya. Confía en nosotros para trabajar en la misión, en su nombre. Confía en nosotros aun sabiendo que somos débiles. Confía en nosotros y nos da su fuerza, su Espíritu. Con Él podremos avanzar sin temor. Debemos juzgar el mundo.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará á a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús ha hablado mucho, ha predicado y enseñado mucho y a mucha gente. Pero es evidente que siempre hay algo más que decir, hay que transmitir el mensaje con palabras nuevas. Trabajo nuestro, trabajo siempre nuevo, trabajo muy difícil. La venida del Espíritu es un gran respiro porque nos ayuda, nos ilumina, nos da fuerza, nos da confianza.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: «Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: «¿Qué significa esto que nos dice: “Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”? ¿Y qué significa: “Yo me voy al Padre”?». Decían: “¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir». Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: «Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: “Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla de su ida: no volveremos a verlo. Es cierto que nos gustaría volverlo a ver, conversar con Él para estar más seguros en nuestras ideas y propósitos. No olvidemos que hablamos con Él en la oración y que lo vemos y lo tocamos en la eucaristía. Que eso sea la fuente de nuestro esfuerzo y de nuestra alegría.
R.P. André Hubert, sj
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero Yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquel día no me harán más preguntas. Palabra del Señor.
Comentario:
Dolor y alegría son los dos polos de nuestra vida. Pidamos al Señor que nos enseñe a darnos cuenta de estos polos, de su razón de ser; que nos ayude a soportar el sufrimiento para ayudar a los que sufren, y de vivir plenamente la alegría aprendiendo a no ser egoístas.
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Vice Gran Canciller UCN
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. Palabra del Señor.
Comentario:
Dos mujeres se encuentran; dos mujeres embarazadas por gracia de Dios. Ellas saben del poder de Dios, poder de amor que transforma la vida de todo humano. Por eso, María puede cantar su canto: Dios se preocupa más de los pobres y desvalidos porque ellos lo necesitan, son más receptivos a su amor. En nuestra oración, recordemos nuestra Universidad: sus estudiantes, funcionarios, académicos, especialmente los que están sufriendo.
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Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto”. Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de Él, volvieron a Jerusalén con gran alegría y permanecían continuamente en el templo alabando a Dios. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sube al cielo. Se separa visiblemente de sus discípulos bendiciéndoles. Su último mensaje es su bendición, al mismo tiempo que pide confianza: el Padre cumplirá sus promesas. Separación muchas veces es signo de pena y dolor. Aquí los discípulos van al templo, rezan llenos de alegría. Oración, confianza, alegría en el corazón: esos son signos de la presencia de Dios hoy, presencia que debemos transmitir.
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19 al 25 de mayo 2025
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo lo amaré y me manifestaré a él». Judas – no el lscariote – le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús insiste: debemos escuchar su palabra; así podemos mostrar nuestra entrega y nuestro amor. Démonos cuenta que Dios quiere habitar en nosotros. Veamos quiénes somos nosotros y quién es Dios: y Dios quiere entregarnos todo su amor. Además. Jesús habla del Espíritu que nos enseñará todo. Dios se preocupa por nosotros y quiere que lo conozcamos, que seamos fieles a su palabra.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes». Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que Yo amo al Padre y obro como Él me ha ordenado. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuando Jesús resucita, sus primeras palabras son: Paz a ustedes. Y hoy nos dice lo mismo: les doy mi paz. Solo Dios puede dar la paz. Solamente en Dios podemos vivir la paz y comunicarla al mundo. Nuestro mundo necesita la paz y al mismo tiempo, reconocemos que el mundo no sabe, no puede encontrar la paz; basta leer las noticias diarias. Pidamos al Señor su paz en nuestros corazones para poder dar paz al mundo en su nombre.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié. Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús afirma: Yo soy la vid. Toda rama que no está unida al tronco se muere y, peor aún, no puede dar fruto. El sentido de nuestra vida está en dar fruto y solamente logramos realizarnos si estamos unidos a Cristo. Tener sentido, esto significa, tener paz, trabajar con alegría y dar abundantes frutos. Solo así podemos vivir realmente; solo así nuestra vida tiene sentido.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Palabra del Señor.
Comentario:
Se trata del mandamiento del amor. Pero, ¿puede existir el amor si es un mandamiento, es decir, algo hecho por obligación, mandado? Frente a tanto amor de Dios, lo más normal, lo más lógico es que también nosotros nos entreguemos totalmente por amor. Además, nos dice Jesús que seremos felices porque así participamos de su alegría.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo concederá. Lo que Yo les mando es que se amen los unos a los otros. Palabra del Señor.
Comentario:
En nuestro mundo, se habla mucho del amor y, a veces, parece desvirtuado. Jesús nos recuerda que el amor es entrega, se trata de no buscar el bien propio, sino la felicidad del ser amado. En Jesús, Dios nos ama y se entrega totalmente para nuestro bien. Dios nos promete felicidad, nos promete darnos lo que pidamos. Y nos pide amarnos: esa es nuestra vocación profunda.
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Vice Gran Canciller UCN
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que Yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre el hecho de llamarse cristiano conlleva dificultades. Recordemos que Jesús pasó haciendo el bien, sanando, amando y murió en una cruz en medio de bandidos y ante la burla de mucha gente. La fuerza del cristiano es que Dios nos ama, nos da fuerza para que anunciemos su amor en este mundo que tanto lo necesita.
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Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes». Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla de amor. Tanto nos ama Dios que quiere habitar en nosotros. Tanto nos ama Dios que envió a su Hijo amado y ahora nos envía su Espíritu. Tanto nos ama Dios que quiere que vivamos la paz que Él nos da en el corazón para el mundo. Esa paz es nuestra y Él nos da fuerza para que podamos compartirla con nuestro mundo. Si a veces nace en nosotros la inquietud, el miedo, recordemos que Dios nunca nos abandona a pesar de nuestros pecados.
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12 al 18 de mayo 2025
Jesús dijo a los fariseos: «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por nombre y las hace salir. Cuando ha sacado a todas las suyas, delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz». Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquéllos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan vida, y la tengan en abundancia. Palabra del Señor.
Comentario:
El Buen Pastor entra por la puerta; esto es lo normal. Él conoce sus ovejas y ellas lo conocen. La puerta es el lugar, el momento clave que permite cambiar de espacio, entrar en un espacio más amplio, más agradable. Pero Jesús insiste: yo soy la puerta. Él es el único que da sentido y esperanza para vivir. Todo aquel que se cree o se presenta cono salvador es un ladrón, del cual hay que separarse. Jesús, y solo él, puede llevarnos a un lugar espacioso, lleno de vida: el reino de Dios
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Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa». Palabra del Señor.
Comentario:
Los fariseos no quieren creer a Jesús. No saben ver o leer sus obras. Jesús se entrega totalmente para dar vida y vida eterna. Es la mejor prueba para mostrar que él es el Mesías. Para entender a Jesús, se necesita primero aceptarlo como enviado de Dios; aceptar que él da su vida por las ovejas (que somos nosotros), aceptar que Él da su vida para que vivamos felices.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo concederá. Lo que Yo les mando es que se amen los unos a los otros. Palabra del Señor.
Comentario:
Matías fue el apóstol que reemplazó a Judas Iscariote en el grupo de los apóstoles. Jesús nos recuerda siempre que Dios ama a todos los hombres y que debemos amarnos unos a otros como Él nos amó. Todo apóstol es testigo de este amor en su vida propia. Así Matías, Así también nosotros. Dios eligió a Matías para una misión específica. Cada uno de nosotros tiene una misión propia. ¿Cuál es mi misión? Debo dar gracias Dios por ella.
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Antes de la fiesta de Pascua, Jesús lavó los pies a sus discípulos, y les dijo: «Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; Yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: “El que comparte mi pan se volvió contra mí”. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que Yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús lava los pies de los discípulos. Era un trabajo de esclavo y Jesús se digna realizar este trabajo. ¡Tanto es su amor! Nos pide a nosotros imitar su ejemplo. Esto significa ponernos al servicio de los demás, de todos sin excepción. Es la mejor manera de recibir a Jesús y de recibir a los hermanos.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde Yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy”. Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. Palabra del Señor.
Comentario:
Aun cuando nos proponemos vivir de manera cristiana, muchas veces hay dudas en nuestras vidas: ¿cómo, por qué, de qué manera vivir? Jesús es el camino que nos lleva a la verdad y a la vida. La fe nos permite seguir este camino y así encontrar la verdad y la vida. Esta es nuestra fuerza para trabajar y es nuestra esperanza. Dios nunca nos abandonará porque Jesús está con nosotros y con Dios.
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A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: ccSi ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto». Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta». Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que Yo hago, y aún mayores, porque Yo me voy al Padre. Y Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré». Palabra del Señor.
Comentario:
Conocer a Jesús es conocer al Padre. Por eso, es importante, cada día, tratar de conocer más a Jesús, en la oración, en la lectura de la Biblia; aprender, acostumbrarnos a verlo presente en nuestras vidas y en nuestro mundo. Él intercede por nosotros. Todas nuestras oraciones se terminan con un “te lo pedimos por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor”. Eso es nuestro acto de fe.
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Vice Gran Canciller UCN
Durante la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del Hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús anuncia su partida. Somos responsables de nuestras vidas y de nuestro mundo. Por eso, Jesús nos da el mandamiento nuevo: amarse. Es nuevo porque Él mismo se pone la base de este amor: toda su vida, en cada momento, fue una entrega de amor. La única manera de vivir como cristiano, de reconocernos como cristianos es el esfuerzo de amar a todos sin excepción.
R.P. André Hubert, sj
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5 al 11 de mayo 2025
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que él ha enviado”. Palabra del Señor
Comentario:
Con unos pocos panes, Jesús dio de comer a la muchedumbre. La gente lo busca, quizás por egoísmo: da de comer a todos y sin cobrar. Jesús rechaza este deseo, pero lo aprovecha para que todos aprendan a mirar más allá: hay un alimento de vida eterna. Y Jesús insiste: para esto, hay una sola obra: creer de todo corazón; creer, es decir, dejarse llevar por él, confiar plenamente en su amor.
R.P. André Hubert, sj
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La gente preguntó a Jesús: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Les dio de comer el pan bajado del cielo”‘. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”. Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús lanza palabras atrevidas: Yo soy el pan de vida. Además, nos dice que puede apagar el hambre y la sed de todos los hombres. Para entender esto, tenemos que cambiar nuestra manera de pensar: pensar desde Dios y no desde nuestra razón humana. Dios es quien da el pan, la vida, todo desde su amor. Aceptar esto transforma nuestra manera de pensar y de vivir.
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Jesús dijo a la gente: Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí Yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de Aquél que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que Yo no pierda nada de lo que Él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en Él tenga Vida eterna y que Yo lo resucite en el último día. Palabra del Señor.
Comentario:
“Yo soy el pan de vida”. Es una afirmación central del evangelio. Jesús quiere alimentarnos. Esto significa que nos da el alimento material y pedimos cada día: “danos el pan de cada día”. Nos da también el pan espiritual para alimentar nuestra oración, nuestra alma y para dar sentido a nuestras vidas. Sobre todo, nos da la vida que supera la muerte.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a la gente: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: “Todos serán instruidos por Dios”. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús da vida, da sentido a la vida en un mundo que pierde sentido y esperanza. Jesús de la vida eterna. Es bueno en nuestra oración reflexionar sobre nuestra relación con Jesús: ¿creo realmente que él me da vida, y sobre todo vida eterna? Podemos reflexionar también sobre nuestra relación con la comunión que Jesús nos ofrece en cada misa.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús dijo a los judíos:” Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo». Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente». Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm. Palabra del Señor.
Comentario:
El mundo, con todos sus esfuerzos, no puede y no sabe dar una vida plena; ni siquiera puede darnos una verdadera felicidad. Jesús se nos da como comida real. La comunión es el pan que da vida, la vida verdadera, la vida de Dios mismo, la vida eterna. Misterio que no podemos entender; misterio que nace en el amor de Dios por nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían:”¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. Palabra del Señor.
Comentario:
Es difícil entender y aceptar a Jesús si nos quedamos con nuestras ideas racionales. Por eso, al escuchar a Jesús, lo abandonaron y muchos hoy abandonan la fe y la religión. Pero para el que abre su corazón y se entrega, se abre un mundo nuevo lleno de vida eterna. Es bueno meditar las palabras de Pedro: “Tú tienes palabra de vida eterna”. Por eso, “¿a quién iremos si no es con Jesús mismo?
R.P. André Hubert, sj
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Jesús dijo: Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús es el Buen Pastor. Como buen pastor, conoce sus ovejas, todas. Nos conoce a cada uno de nosotros, en profundidad y se preocupa por cada uno. Nuestra fe, nuestra vida se basan en que Jesús da su vida cada día por todos nosotros, justos y pecadores. Quiere que vivamos bajo su protección porque quiere que encontremos la felicidad. Tanto nos ama Dios.
R.P. André Hubert, sj
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28 de abril al 4 de mayo 2025
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que Tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que Tú haces, si Dios no está con Él”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?” Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto». El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla de nacer de nuevo. Ofrece una nueva vida, totalmente diferente, una vida no según la carne, sino según el Espíritu. Nicodemo no entiende porque, como nosotros, ve todo de manera literal, se queda a nivel humano. Jesús nos pide arriesgarnos: el Espíritu, como el viento, sopla en todas direcciones. Hay que acogerlo, dejarse llevar por él y no por nuestras ideas o preguntas. La vida cristiana es un riesgo. Jesús nos pide arriesgarnos con Él.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a Nicodemo: “Ustedes tienen que renacer de lo alto. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”. “¿Cómo es posible todo esto?”, le volvió a preguntar Nicodemo. Jesús le respondió: “¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”. Palabra del Señor.
Comentario:
A veces, el estudiar mucho y el saber muchas cosas no cohíbe, nos impide ver otros horizontes, nos impide arriesgarnos. Así es Nicodemo, el temeroso que va de noche ver a Jesús; que no se arriesga a la luz del día. Este Nicodemo tiene que aprender a ver, a comprender desde Dios: Dios se vacía de sí mismo, se arriesga para salvarnos. Si la palabra de Jesús nos parece difícil, pidamos simplemente ponernos en sus manos. Sabemos que Él vino y viene para que tengamos la vida eterna.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. Palabra del Señor.
Comentario:
No puedo entender a Dios, ni al mundo, ni a mí mismo, si no hago mía esta palabra “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo”. Locura de Dios, locura de amor. Cristo es la luz para vivir y entender. En este mundo lleno de guerra, de odio, de egoísmo, tenemos que aprender a vivir en la luz, lejos de las tinieblas. Vivir en la luz significa aceptar ser guiados y manifestar la presencia de Dios en nuestras vidas.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo está por encima de todo. El da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. Palabra del Señor.
Comentario:
Nos llamamos cristianos y creemos conocer a Jesús. Y nos dice Jesús que nadie recibe su testimonio. Creer significa mostrar públicamente nuestra fe; significa a coger a Jesús, recibir el amor de Dios y vivir de este amor amando, recibir del Espíritu y dejarnos empujar a actuar en este mundo a pesar de que nadie recibe nuestro testimonio.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”. Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Comentario:
Desde algo muy pequeño, 5 panes y 2 peces, Jesús da de comer a todos. No tratemos de buscar explicaciones. Solamente veamos a Jesús: acepta nuestro pequeño aporte, necesita de nuestra colaboración, aún ínfima, para realizar su misión. Él viene para ayudar al hombre en su realidad concreta, material y espiritual. Por eso, hace milagros y da de comer a los que lo siguen: se necesita alimentar el cuerpo para alimentar el espíritu.
Podemos recordar la última Cena y la eucaristía a la que él nos invita.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo: “Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre en que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él un muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. Palabra del Señor.
Comentario:
Es bueno recordar lo dicho: tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo. Tanto nos ama Dios que quiere salvarnos a todos, hasta el último pecador. Tanto nos ama. La cruz, que todos tenemos en nuestras casas y en muchos otros lugares, existe para recordarnos hasta dónde va el amor de Dios para salvarnos. Frente a este amor descomunal, demos gracias de todo corazón.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Domingo 04 de mayo – Domingo 3° de Pascua – Jn 21,1-19
Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro los dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pecaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”: Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes; eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuando Jesús resucitado se aparece, lo hace de manera natural, sin demostración de poder. En el evangelio de hoy, muestra todo su cariño: se preocupa que haya un fuego encendido y un desayuno preparado. También hay una pesca milagrosa, recuerdo de que su poder está siempre presente en las actividades humanas. En nuestro trabajo de cada día, busquemos y pidamos al Señor que nos ayude a ver su presencia cariñosa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
21 al 27 de abril 2025
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, después de oír el anuncio del Ángel, se alejaron rápidamente de allí, atemorizadas pero llenas de alegría, y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de Él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”. Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Éstos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: “Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos». Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”. Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy. Palabra del Señor.
Comentario:
Toda esta semana celebramos la resurrección de Cristo.
Las mujeres se encuentran con Jesús resucitado, mientras los sacerdotes judíos no quieren reconocer esta resurrección. Es difícil creer en la resurrección, aun hoy para muchos. Jesús había anunciado su muerte y resurrección y sus discípulos no entendieron, no creyeron. Ahora Jesús se muestra a las mujeres. La resurrección da sentido a toda la vida de Jesús y a la nuestra: la muerte no tiene la última palabra; el amor todo lo puede. Aceptar la resurrección de Jesús transforma todos nuestros ideales y nuestro quehacer diario.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”. Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir, “¡Maestro!”. Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes”. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras. Palabra del Señor.
Comentario:
María está desesperada porque el Señor ha muerto – él que daba sentido y amor a su vida – y, además, su cuerpo ha desaparecido. Solo al escuchar su nombre de la boca de Jesús, ella puede salir de su tristeza. Jesús viene a consolar. La resurrección es consolación y el consuelo es vida nueva, es libertad, es fuerza para vivir de nuevo y poder para proclamar la noticia a los apóstoles. Y Jesús le pide consolar a sus hermanos. Es lo que el Señor nos pide a nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino, hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”. “¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera Él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que Él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a Él no lo vieron”. Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a Él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero Él había desaparecido de su vista. Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los once y a los demás que estaban con ellos, y éstos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Comentario:
Los dos discípulos se alejan de Jerusalén, es decir, de lo que vivieron y de la comunidad cristiana. Huyen porque no entendieron, no aceptaron los acontecimientos y perdieron toda esperanza (nosotros esperábamos). A veces, el dolor nos hace egocéntricos; nos es imposible ver más allá de este dolor. Jesús abre el corazón que empieza a arder. Coloca vida donde hay sufrimiento. Vivimos en el corazón del sufrimiento humano: tantos dolores, penas, odios alrededor nuestro. Jesús nos abre – y solo él lo puede hacer – para que podamos volver a vivir realmente y comunicar un mensaje de vida.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy Yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que Yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, Yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”. Palabra del Señor.
Comentario:
Aparición de Jesús a sus discípulos: a ellos que viven con miedo, les ofrece paz. Jesús se deja tocar, palpar: no es un espíritu. Y les recuerda lo que dijo antes de su muerte: tenía que sufrir, resucitar y solo entonces, se puede proclamar su mensaje. Creer en la resurrección no es fácil; nunca lo ha sido. Jesús es quien nos da fe. Hay que pedírsela. Además, sabemos que él nos acompaña siempre: donde dos o tres están reunidos, yo estoy en medio de ellos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era Él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Palabra del Señor.
Comentario:
Los apóstoles habían retornado a sus quehaceres habituales, la pesca. La fe no puede alejarnos de nuestra vida humana, de nuestro trabajo de cada día. Es allí donde Jesús se aparece y nos permite ver la abundancia, la grandeza de su poder y de su amor. Por eso, los discípulos lo reconocen. En nuestras vidas cotidianas, ¿cuántas veces se nos ha aparecido el mismo Señor? Jesús quiere compartir su vida misma, su amor para darnos fuerzas.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”. Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre es difícil creer en la resurrección. Estamos tan aferrados a nuestras ideas. El sepulcro está vacío, es decir, Cristo ha resucitado como lo había prometido. Con su resurrección, Jesús nos abre a otra realidad: Dios está vivo y el amor es eterno. El mismo Jesús insiste en la misión de ir por el mundo, misión que sigue siendo válida para nosotros hoy.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás:” Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. Palabra del Señor.
Comentario:
Tomás no está presenta en la primera aparición de Jesús y no cree en la resurrección. Jesús le reprocha su falta de fe. La fe en la resurrección se vive en comunidad. El no estar con su comunidad le impidió creer. Tomás tuvo que quedarse una semana con sus dudas, pero termina con un acto de fe maravilloso que tenemos que hacer nuestro. Repitamos ante Cristo que sabemos está vivo: ¡Señor mío y Dios mío! Solamente entonces podremos reconocer la presencia de Cristo vivo en nuestras vidas y ver las cosas maravillosas que él hace y nunca serán escritas en los libros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
14 al 20 de abril 2025
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas lscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él. Palabra del Señor.
Comentario:
María unge los pies de Jesús. Es una señal de aprecio muy profundo; es su manera de alabar a Dios. Frente a las críticas, Jesús la alaba y habla de su muerte. Alabar a Dios es reconocer su grandeza y nuestra pequeñez. Es dar gracias por tantos bienes recibidos. Es reconocer que el amor de Dios es inmenso frente a nuestros pecados. Estamos iniciando la Semana Santa. Preparémonos para alabar a Dios, para darle gracias por la entrega de su Hijo, lo que es la muestra máxima de su amor.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”. Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón lscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”. Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero Yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde Yo voy, ustedes no pueden venir»”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”. Jesús le respondió: “Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”. Pedro le preguntó: “¿Señor, por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús está a punto de entregar su vida en la cruz y anuncia que hay un traidor. Tantos años juntos y alguien lo traiciona. Además, Pedro se cree invencible y Jesús le anuncia su debilidad. Reconozcamos nuestras debilidades. Jesús viene para salvar a los débiles. Al reconocer nuestra realidad, nos acercamos con humildad para acoger la salvación y la liberación que Jesús nos trae.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Uno de los Doce, llamado Judas lscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Azimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: «El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos»”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:” ¿Seré yo, Señor?”. Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. ”Tú lo has dicho”, le respondió Jesús. Palabra del Señor.
Comentario:
Todos preparan la Cena que será la Última Cena. Es recuerdo de la salvación del pueblo judío y preparación de la salvación nuestra. Mientras tanto, Judas prepara su traición. Se quedó prendado de sus ideas o con el deseo del dinero. Jesús no lo critica, como no nos critica. Viene para salvar. Pidámosle que nos de la fuerza de aceptarlo cada día.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas lscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando u na toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jueves Santo. Jesús lava los pies de sus discípulos. Es un trabajo de esclavo, y Jesús lo sabe. Se hace el esclavo de todos nosotros, se hace nuestro servidor, Él, el Maestro y Señor. Aquí se acaban nuestros deseos de grandeza, de dominar el mundo, de vanagloria. Jesús es el esclavo como María se llamaba la esclava del Señor. Deseo ponerme al servicio de los demás, de todos sin excepción.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a Él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: “No le quebrarán ninguno de sus huesos”. Y otro pasaje de la Escritura, dice: “Verán al que ellos mismos traspasaron”. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús-pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron, había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Palabra del Señor.
Comentario:
Viernes Santo. Recordamos la muerte de Jesús entre dos bandidos. El que pasó haciendo el bien termina en una cruz. Todo acabó. Descuelgan el cuerpo para trasladarlo sin honores en el sepulcro. Es bueno quedarse en silencio ante este misterio de la muerte que es misterio de amor. Quedo en silencio mirando la cruz.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que Él les decía cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día””· Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido. Palabra del Señor.
Comentario:
Sábado Santo. No hay misa el sábado santo por respeto por Cristo muerto. Puede ser bueno meditar los acontecimientos de la vida y muerte de Jesús: entregó su vida por amor a todos. Después, meditar los acontecimientos de nuestro mundo y de nuestra vida. Con tranquilidad, sin miedo: tantos pecados, tanto odio, tantas muertes en nuestro mundo. Solamente después, leer tranquilamente el relato de la resurrección.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: El también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Comentario:
Resurrección. Cristo ha resucitado. Es el acontecimiento más importante de la historia humana. Las mujeres y los apóstoles tuvieron dificultad para creer. Hoy también es difícil. Nada puede explicar este hecho y no hay que buscar explicación. Acoger, dar gracias. La muerte ha sido vencida para siempre. La vida surge porque es amor.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
7 al 13 de abril 2025
Jesús dirigió la palabra a los fariseos, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida». Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale». Jesús les respondió: «Aunque Yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; Yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy Yo solo el que juzga, sino Yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí». Ellos le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús respondió: «Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre». Él pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos dice: “Yo soy la luz”. Él quiere iluminar nuestra vida. Es difícil para los fariseos aceptarlo, y para nosotros también. Aceptar la luz es aceptar que Jesús vea todo lo que somos y todo lo que hacemos; es aceptar que Él nos ayude a enfocar nuestra vida en la verdad, es decir, es darnos cuenta de tantas falsedades que nos envuelven. Es arriesgarse. Pidamos la gracia de arriesgarnos para aceptar su luz.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los fariseos: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde Yo voy, ustedes no pueden ir». Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: “adónde Yo voy, ustedes no pueden ir”? Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, Yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados. Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres Tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero Aquél que me envió es veraz, y lo que aprendí de Él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada». Mientras hablaba así, muchos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Comentario:
Es difícil aceptar a Jesús, aceptar a alguien que piensa distinto de nosotros y que quiere organizar nuestra vida. Jesús piensa lo que Dios piensa y quiere que vivamos de la propia vida de Dios: vivir de verdad en la verdad. Pidamos al Señor que nos aceptemos tal cual somos, que aceptemos que Él nos conoce y nos apoya.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en Él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: “Ustedes serán libres”?». Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. Yo digo lo que he visto junto al Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre». Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham». Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios». Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque Yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió». Palabra del Señor.
Comentario:
La verdad nos hace libres; el pecado esclaviza. Jesús viene para liberarnos realmente. No es fácil darnos cuenta de nuestra esclavitud, de cuánto y cómo somos esclavos. Aceptar a Jesús en nuestra vida, acercarnos e Él en la oración nos ayuda a abrir los ojos y, entonces a volver a la libertad plena. Así es la oración: nos ayuda a acercarnos a Dios y a abrir los ojos sobre nuestra realidad y el amor de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: «Les aseguro que el que es fiel a mi palabra no morirá jamás». Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y Tú dices: “El que es fiel a mi palabra no morirá jamás”. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser Tú?». Jesús respondió: «Si Yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman “nuestro Dios”, y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: “No lo conozco”, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero Yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: “Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?». Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús habla de ‘no morir’, y sabemos que algún día moriremos. Jesús quiere hablar de la vida que no termina. Vivir con Él, ser fiel a su palabra es acoger la vida misma de Dios. Es difícil de entender y a veces de aceptar porque trastorna nuestra manera habitual de pensar. Pidamos la gracia de aceptar el riesgo de poner nuestra vida en las manos de Jesús. Él es el camino.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús. Entonces Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?». Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley de ustedes: “Yo dije: ustedes son dioses”? Si la Ley, llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿cómo dicen: “Tú blasfemas”, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: “Yo soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y Yo en el Padre»: Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero Él se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan Bautista había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad». Y en ese lugar muchos creyeron en El. Palabra del Señor.
Comentario:
Somos hijos de Dios desde la creación y más desde nuestro bautismo. Es importante aceptar nuestra realidad y vivir de acuerdo con ella. A Jesús, quisieron matarlo por el motivo de ser llamado Hijo de Dios. Somos hijos de Dios y nuestro deber es vivir esa realidad. No tengamos miedo de las críticas. Nuestra fe es valiosa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación». Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?». No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso Él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo. Palabra del Señor.
Comentario:
Los judíos decidieron matar a Jesús porque tienen miedo que, por su éxito, los romanos destruyan el país. Uno debe morir por el bien del pueblo. En este tiempo de preparación para la fiesta de Resurrección, quizás sea importante ofrecernos, ofrecer nuestra vida, nuestros esfuerzos, nuestras oraciones para el bien de nuestro país y de nuestro mundo: ¡tanto lo necesita!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: “El Señor lo necesita”». Los enviados partieron y encontraron todo como Él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita». Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras Él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero Él respondió: «Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras». Palabra del Señor.
Comentario:
Domingo de Ramos. Recordamos la entrada de Jesús a Jerusalén, entrada maravillosa. No olvidemos que, en esta misma ciudad, Jesús será crucificado poco después. Alabemos a Dios con nuestros ramos, con nuestras voces y ofrezcámonos para propagar con esta alabanza la misericordia de Dios. Jesús va a su muerte para salvarnos: no lo olvidemos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
31 de marzo al 6 de abril 2025
Jesús partió hacia Galilea. Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaúm. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen». El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera». «Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia. Éste fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. Palabra del Señor.
Comentario:
Para Dios, nada es imposible. El funcionario creyó en la palabra de Jesús, aunque humanamente era imposible. Creer es confiar plenamente, más allá de lo que dicen la ciencia y nuestra cultura. Creer es abrir el corazón y la mente para ver que es posible hasta lo imposible. Creer como el funcionario es literalmente empezar una vida nueva teniendo a Jesús como centro. El encuentro con Jesús cambió su vida y la de su familia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo ‘Betsada’, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿quieres sanarte?” Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”. Él les respondió: “Él que me sanó me dijo: toma tu camilla y camina”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: Toma tu camilla y camina?” Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después. Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”. El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: “Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo”. Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no solo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Palabra del Señor.
Comentario:
Además de lisiado, el hombre de evangelio de hoy es depresivo: esperó 38 años y nadie lo ayudó. Jesús lo sana; esa es su misión: sanar a los enfermos y, sobre todo, a los pecadores. Non se preocupa del tiempo, ni de las críticas de los fariseos, ni de la inconstancia del hombre sanado. Jesús sana: su amor es más fuerte. ¡Cuánto más fuerte será para nosotros!
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo” Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no solo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: “Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que Él quiere, porque el Padre no juzga a nadie: Él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, del mismo modo ha concedido a su Hijo tener la vida en sí mismo, y le dio autoridad para juzgar porque Él es el Hijo del hombre. No se asombren; se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas; los que hayan hacho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo a los que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que Yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Palabra del Señor.
Comentario:
Nuestra vida y nuestra fe se fundamentan en la confianza que Dios está siempre presente, siempre trabaja en nosotros y por nosotros. Además, Dios trabaja porque es amor; el amor nunca se detiene. Así el Padre ama al Hijo. Para nosotros, amar a Jesús es acoger este amor, es entrar en esa relación profunda del Padre, conocer su voluntad como la conoce Jesús y trabajar con él y como él.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los judíos: Si Yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí y Yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que Yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era una lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo, estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que Él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener vida, Mi gloria no viene de los hombres. Además, Yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no m e reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean y no se preocupan por la gloria que viene del único Dios? No piensen que soy Yo el que lo acusaré ante mi Padre; el que lo acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí, Pues si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que Yo les digo? Palabra del Señor.
Comentario:
No pidamos más pruebas de la existencia de Dios, ni de su amor hacia nosotros. Tenemos más de lo suficiente: miremos los acontecimientos de nuestra vida porque ellos tienen el sello de Dios; tenemos las Escrituras que nos hablan de Dios; tenemos tantos testigos – santos, amigos – que nos ayudan; tenemos nuestro corazón que nos acerca a Jesús. Pidamos la gracia de abrirnos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también Él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Promediaba ya la celebración de la fiesta cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar. Algunos de Jerusalén decían: “¿No es éste Aquél a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es éste; en cambio, cuando venga la Mesías, nadie sabrá de dónde es”. Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, Yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo lo conozco, porque vengo de Él y es Él en que me envió”. Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él porque todavía no había llegado su hora”. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuidémonos de los prejuicios, cuidémonos de creer conocer a alguna persona. Jesús nos pide ahora abrir nuestra mente y nuestro corazón. ¡Cuántas ocasiones hemos desaprovechado de conocer, de amar, de ayudar porque nuestra mente está cerrada! Dios nos ha dado la libertad para que aprendamos a abrirnos. Solo Jesús conoce al Padre; solamente con él, podemos acercarnos a Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Algunos de la multitud que habían oído a Jesús, opinaban: “Éste es verdaderamente el profeta”. Otros decían: “Éste es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?” Y por causa de Él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y éstos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?” Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en Él? En cambio, esa gente que no conoce la ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?” Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa. Palabra del Señor.
Comentario:
Cuidémonos de los prejuicios, cuidémonos de creer conocer a alguna persona. Cuidémonos de cerrar nuestra mente. Es muy fácil escandalizarse cuando alguien no hace lo que nosotros haríamos o avanza ideas que no nos gustan. Jesús atrae a muchos, como los guardias que tienen pocos estudios o como Nicodemo que tiene muchos. Dejémonos atraer por él, por su amor. Pidámosle la gracia de arriesgarnos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús fue al monte de los olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esa mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y Tú, ¿qué dices?” Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno – le dijo Jesús –. Vete, no peques más en adelante”. Palabra del Señor.
Comentario:
Conocer y obedecer las leyes no es suficiente. ¿Qué pasa con el corazón? Jesús conoce las leyes, así también los fariseos. Estos quieren matar a una mujer pecadora, siguiendo las leyes. Pero no han mirado el fondo de su corazón. Jesús los llama – y nos llama – a recordar nuestra pobreza y recordar sobre todo que él no condena. Esa es nuestra fuerza profunda para no pecar más. Así lo vivió la mujer del evangelio de hoy.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
24 al 30 de marzo 2025
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. Palabra del Señor.
Comentario:
Dios no se fija a quien da su gracia; la da a todos sin excepción. Jesús recuerda a Naamán, un leproso y a una viuda, mujer pobre. Ambos no conocían a Dios y Dios los ayuda. Hoy Dios nos pide acogerlo a Él en los pobres, los pecadores, los desvalidos, sean o no cristianos; nos pide darnos cuenta que su amor es grande, infinito con los cristianos y los no cristianos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó. Palabra del Señor.
Comentario:
El ángel anuncia a María la gran noticia: será madre y su Hijo será el Salvador, Hijo de Dios. Dios eligió a una humilde doncella para ser la madre de su Hijo. María se extraña: ¿cómo pudo Dios fijarse en ella que es tan pequeña? Dios tiene una misión específica para cada uno de nosotros. La de María es ser madre de Jesús. Recordemos y meditemos: para Dios, nada es imposible. Solo entonces podremos decir con María: hágase en mí según tu palabra. Aceptemos la misión que Dios nos da, sabiendo que somos pequeños y débiles.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús recuerda la importancia de los mandamientos y las leyes. Toda ley es importante porque nos ayuda a vivir. Hay que cumplir y enseñar la fidelidad. Jesús nos pide también profundizar el sentido de los reglamentos. Esto no significa cumplir por cumplir. Los cristianos sabemos que la única manera de cumplir perfectamente toda ley o reglamento es por el amor sincero.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: ” Éste expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». Otros. para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama». Palabra del Señor.
Comentario:
Hoy hablamos poco del demonio y menos de expulsarlo. Pero sabemos que el mal existe en nosotros y en el mundo y que daña mucho. Lo importante es discernir las situaciones, aprenderá distinguir lo que nos lleva a la maldad y lo que viene de Dios. Jesús nos ayuda: estar con Él es tomar su fuerza de amor para discernir y luchar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». Jesús respondió: ” El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos». El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que Él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.
Comentario:
El mandamiento de amor a Dios y al prójimo es el primero y el más importante. Es más importante que los ritos y los sacrificios. Esto debe ser la base de nuestra vida. Este mandamiento es nuestra fuerza para vivir y es la base de nuestra esperanza. Así podemos acercarnos a Dios, aunque seamos pecadores; así nos acercamos a los demás porque los consideramos como hermanos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas». En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
El fariseo de la parábola se cree justo, se vanagloria de seguir los mandamientos y de hacer bien el bien, y ciertamente no miente sobre sus actividades. Jesús lo descalifica. El publicano que reconoce sus debilidades, que se presenta como pecador, tiene el favor de Dios. El fariseo es arrogante, el publicano humilde. El fariseo presenta sus títulos, se cree digno de recompensa y desprecia a los demás; el publicano se pone en las manos de Dios. Nuestro Dios es amor y acoge plenamente a aquel que se abre para recibir su amor. El fariseo con su orgullo cierra la puerta.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: ” Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida inmoral. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!”. Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: ”Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”». Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola del Hijo pródigo. El hijo mayor parece cumplir todo y ser obediente, pero no sabe perdonar; el hijo menor se farrea la herencia de manera vergonzosa, pero aprende, en el sufrimiento, a reconocer su debilidad y su pecado. El padre sale para acoger al hijo que vuelve y los recibe con cariño; sale para acoger al que no sabe perdonar. Así es Dios. Sale cada día, en cada momento a nuestro encuentro y hace fiesta para que podamos entender
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
17 al 23 de marzo 2025
Jesús dijo a sus discípulos: Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos habla de la misericordia. Dios es siempre misericordioso con todos y nos pide a nosotros también ser misericordioso. Ser misericordioso es abrirse a los demás, aceptar a todos los demás, así como Dios nos acoge a todos, buenos y malos. Esto significa: no juzgar, no condenar, perdonar, dar. La regla de oro es: como usaremos de la misericordia, así Dios la usará con nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
Comentario:
A los seres humanos, nos gusta – y mucho – recibir alabanzas. Así nos creemos buenos, realizados, valientes y, sobre todo, mejores que los demás. El orgullo nos transforma en hipócritas que desprecian a otros. Jesús nos advierte: lo fundamental para un cristiano es servir, ponerse al servicio de los demás, y hacerlo con humildad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de San José. El ángel anuncia a José su misión fundamental: aceptar a María como esposa y aceptar al hijo que ella espera como hijo propio. José acoge el llamado. Dios tiene una misión para cada uno de nosotros. Dios nos necesita porque quiere necesitarnos. Dios me necesita, para que su nombre, su amor sean conocidos. Para Dios no hay obras grandes o pequeñas. Toda misión es importante. ¿Cuál es mi misión?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan». «Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí». El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento». Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen». «No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán». Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán». Palabra del Señor.
Comentario:
El rico termina en el infierno con terribles tormentos porque no supo acoger y ayudar al pobre que sufría en su puerta. ¡Tan importante es para Dios el tener un corazón misericordioso! Jesús habla a los fariseos, es decir, a los que conocen las leyes y se precian de ser buenos. Revisemos nuestras vidas y pidamos la gracia de darnos cuenta de nuestra riqueza y la fuerza para compartir.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?”. El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquél sobre quien ella caiga será aplastado. Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta. Palabra del Señor.
Comentario:
Los viñateros de la parábola no solo no dieron frutos esperados, sino que mataron a los empleados que buscaban recoger estos frutos. Dios nos arrienda la vida, el mundo. Somos responsables de todo lo que pasa alrededor nuestro. Dios nos ofrece todo y nos exige dar frutos. Nuestra responsabilidad es grande. Más recibimos y más frutos nos pide Dios. Acojamos nuestra misión con humildad, confiando en la ayuda de Dios
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ce Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. iY ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado””· Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola que llamamos del ‘Hijo pródigo’ y que debería llamarse parábola del ‘Padre que tiene dos hijos’. El primero se farrea la herencia de manera vergonzosa. El segundo no sabe vivir como hijo real en su propia casa y entonces no quiere perdonar. El padre sale para acoger al hijo que vuelve y sale para acoger al que no sabe perdonar. Así es Dios. Sale a nuestro encuentro y hace fiesta para que podamos entender su amor infinito.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera». Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra”. Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”». Palabra del Señor.
Comentario:
Siempre hubo. hay y habrá accidentes en nuestras vidas, pequeños o graves. Esto no significa un castigo de Dios. Pero el saber de accidentes debe ayudarnos a estar atentos y darnos cuenta cómo vivimos. Por eso, Jesús nos presenta una pequeña parábola: un hombre tiene una higuera que no da frutos. Se le pide paciencia. Así actúa Dios con nosotros: tiene una paciencia infinita; espera cada día que lleguemos a convertirnos y nos acompaña con su gracia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
10 al 16 de marzo 2025
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha:” Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?». Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron». Éstos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?». Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo». Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna. Palabra del Señor.
Comentario:
Ver y ayudar al pobre, es ver y ayudar a Cristo. Esta regla es tan importante que Jesús nos dice que nos juzgará desde ella. En esta cuaresma, es importante meditar sobre nuestra relación con Cristo y nuestra relación con los más necesitados: cómo los vemos, cómo los acogemos, los entendemos. Preguntémonos si estos necesitados tienen un lugar en nuestro corazón.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
El Padrenuestro es la oración más común de los cristianos. Ojalá la recemos cada día. Pero también es importante meditar cada palabra de esta oración. ¿Con quién hablo cuando rezo? Con mi Padre que es Padre de todos y que está en los cielos. Pido primero por Él, por su nombre, por su reino y su voluntad. Después pido por mí y por todos los seres humanos: el alimento y el perdón, que son las dos necesidades mayores. El Padrenuestro es un estilo de oración.
R.P. André Hubert, sj
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Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús toma el ejemplo de personajes que se salvaron y, sin embargo, no eran creyentes: la Reina del Sur y los ninivitas. Ellos se convirtieron e hicieron esfuerzos para conocer a Dios y su bondad. Nosotros tenemos ventaja porque Jesús nos dio a conocer la misericordia infinita de Dios. Pidamos la gracia de la conversión.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el Cielo dará cosas buenas a aquéllos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos habla – y con insistencia – de la confianza en Dios. Nos pide aprender a pedir con confianza porque Dios es mejor que el mejor de los padres. E insiste también sobre la regla de oro: hacer a los demás lo que nos gustaría que hagan por nosotros. Adelantémonos para atender a los otros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta, merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice, merece el infierno. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos pide profundizar, superar la idea de justicia que nos viene de las leyes y los reglamentos. Las leyes regulan nuestra manera de vivir y son importantes. Pero el ser humano no puede ser esclavo de unas leyes escritas. Las leyes no pueden regular nuestro corazón. Jesús nos pide con insistencia
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús nos llama a vivir la perfección. El único perfecto es Dios y Jesús nos llama a imitarlo. Dios ama a todos, sin excepción. Por eso, Jesús nos pide amar hasta al enemigo, a los que nos persiguen. Eso parece imposible y de veras está fuera de nuestras posibilidades. Démonos cuenta que es imposible, que Jesús nos pide algo extraordinario. Solo es posible si nos ponemos en las manos de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. Palabra del Señor.
Comentario:
La Transfiguración. Jesús se transfigura. No tratemos de entender lo que pasó ni porqué pasó. Lo más importante es que Jesús se presenta en su realidad profunda de Dios. Él es quien resume y da sentido a la ley a los profetas, y a toda la historia. Sobre todo, Él da sentido a nuestro tiempo y a nuestra vida. Lo único que podemos hacer es acercarnos a Él, adorar y dar gracias.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
03 al 09 de marzo 2025
Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacía Él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Solo Dios es bueno, Tú conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, fijando en ellos la mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible. Palabra del Señor
Comentario:
Un joven se acerca a Jesús. Conoce las leyes y la vive. Por eso, Jesús lo ama. Pero este mismo joven tiene muchas riquezas, lo que no le permite ser disponible para seguir a Jesús. Las riquezas son siempre un obstáculo en el camino hacia Dios. Pidamos la gracia de darnos cuenta de cuántas riquezas tenemos y de cómo nos apartan de Dios y de los demás. Estas riquezas provocan nuestro egoísmo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos, por mí y por la Buena Noticia, desde ahora en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones, y en el mundo futuro recibirá la vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Palabra del Señor.
Comentario:
A los que seguimos a Jesús, Él nos promete que recibiremos una familia y todo lo que deseamos… con persecuciones. Ser cristiano no es fácil. Ser cristiano muchas veces es vivir el mundo al revés: no buscar obtener, sino acoger, recibir. Por eso, el mundo no entiende a Jesús, ni a los cristianos. Por eso, los primeros serán los últimos y los últimos primeros. Por eso, también debemos estar muy atentos para vivir nuestra fe con profundidad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignora lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas; a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que, con esto, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra del Señor.
Comentario:
Empieza la Cuaresma. Empieza el camino hacia la fiesta de la Resurrección del Señor: son 40 días de preparación. Cada día de la Cuaresma, Jesús nos enseñará cómo profundizar el camino. Pongamos atención. Hoy, Jesús insiste en no buscar recompensa ni alabanza de parte de los hombres: eso es hipocresía. Solo Dios mismo, con su amor, puede ser nuestra recompensa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo”? Palabra del Señor.
Comentario:
Ser cristiano es difícil. La cruz, es decir, la dificultad, es algo de cada día. Jesús la vivió personalmente; sabe lo que está diciendo. La cruz es entregarse, lo que va contra todo lo que nuestro mundo nos enseña. No busquemos ganar el mundo. Pidamos la gracia de entregarnos, de buscar la vida plena, la vida que Dios nos ofrece… en medio de las dificultades, de las incomprensiones y persecuciones.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan Bautista y le dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho mientras que tus discípulos no ayunan?” Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”. Palabra del Señor.
Comentario:
El ayuno, muchas veces, se ve como signo de austeridad, y a veces, lleva al pesimismo. Para Jesús, lo más importante es estar con Él. Él, y solo Él, da sentido a nuestra vida, da esperanza. Por eso, es importante acercarnos más a Él. En este tiempo de Cuaresma, nuestro esfuerzo debe ser para acercarnos a Jesús. El ayuno (si lo hay) y todo otro esfuerzo debe llevarnos en este camino. Es la gracia que hay que pedir.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?” Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se conviertan”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a Levi, un cobrador de impuesto, gente odiada por los judíos. No solo llama a un pecador, sino que se une a su grupo de amigos en la mesa. A los fariseos, le es imposible entender este gesto. Jesús responde: Él viene para los pecadores. Lo que le interesa a Dios es ayudar a los que se sienten y se saben pecadores. Igual que a Levi, Dios nos llama a nosotros.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: el hombre no vive solamente de pan”. Luego el demonio lo llevó a un lugar muy alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”. Después el demonio lo condijo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, tírate de aquí abajo porque está escrito: Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Pero Jesús respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús fue tentado. La Cuaresma es un esfuerzo de conversión contra el padre de la mentira. Jesús luchó contra las grandes tentaciones de todos los días: el poder, la riqueza, el orgullo. Estas tentaciones están al acecho en todo momento; y lo sabemos. Jesús venció. Solamente con Él podemos aprender a lucha y a vencer. Pongámonos en sus manos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
24 de febrero al 2 de marzo 2025
Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. El les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?” Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu malo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcabas, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que está así?” “Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes…!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente el padre el niño exclamó: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie. Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”. Palabra del Señor.
Comentario:
Los discípulos no pudieron realizar el milagro pedido. Por eso, Jesús se molesta. Realiza él mismo le milagro. Jesús insiste: solo con la oración, podemos realizar milagros. La oración es ponerse totalmente en la presencia y en las manos de Dios; es dejar que Él actúe en nosotros y a través nuestro. ¿Cómo está mi oración?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?” Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los doce y les dijo: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe no es a mí al que recibe sino a Aquel que me ha enviado”. Palabra del Señor.
Comentario:
Mientras Jesús habla de su pasión, los discípulos discuten sobre quién es el más grande. Jesús presenta un niño, es decir, una persona no muy importante dentro de la construcción de la sociedad. Pide acogerlo. Acoger a los más pequeños es acoger a Dios y vivir a la manera de Dios, porque os pequeños se saben de poca importancia.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”. Palabra del Señor.
Comentario:
Alguien hace milagros en nombre de Jesús y no participa del grupo de los discípulos. Queremos descartar a los que nos participan con nosotros. Jesús no lo permite. El círculo de los discípulos, la Iglesia, no puede ser un círculo cerrado. Las sectas son círculos cerrados, muy fanáticos. Los cristianos aceptamos a todos porque Dios puede hablar a través de cualquier ser humano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien a escandalizar a unos de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncatelo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde le gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros. Palabra del Señor.
Comentario:
Todo escándalo es grave, pero es más grave aun cuando se escandaliza a un pequeño. Jesús emplea gestos muy fuertes: corta la mano, el ojo, el pie, que no hay que tomar al pie de la letra, pero sí, darnos cuenta de lo que nos impide vivir realmente como cristianos, y entonces ordenar nuestras vidas. Somos sal de este mundo: debemos dar sabor, sentido a nuestra sociedad. Esa es nuestra misión
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de Él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?” Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?” Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, ‘Dios los hizo varón y mujer’. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: El que se divorcia de su mujer y se casa con otro comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”. Palabra del Señor.
Comentario:
Se habla mucho hoy de divorcio. Jesús recuerda el origen: la creación. Esto significa que, en todo matrimonio, como en toda vida cristiana, Dios debe estar presente de manera consciente. Dios mismo es quien une en los lazos matrimoniales, es quien da sentido a toda nuestra vida, especialmente la vida matrimonial.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Le trajeron unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.
Comentario:
Pocas veces se enoja Jesús. Hoy se enoja cuando los discípulos apartan a los niños. Jesús da su enseñanza: para entrar en el reino, hay que ser como niño. El niño es una persona que necesita siempre de otra en cada movimiento de su vida: alimentación, vestido, limpieza. Además, crecerá más sano si confía en sus padres, Así el cristiano. Crecerá si confía en la bondad de Dios, su Padre.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús hizo esta comparación. ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga en tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. No hay árbol bueno que dé frutos malos, no árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien de su tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Palabra del Señor.
Comentario:
Tres pequeñas parábolas: un ciego no puede guiar a otro ciego, sacar la viga del ojo propio antes de sacar la paja del ojo ajeno, el árbol bueno da frutos buenos. Cada uno muestra lo que es y da frutos. Jesús nos invita a examinarnos, con calma y en profundidad: ver nuestra ceguera y todo lo que nos impide ver bien nuestros defectos. Solo así podremos crecer en nuestra vida espiritual y ayudar a los que nos rodean con nuestros ejemplos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
17 al 23 de febrero 2025
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: “¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo”. Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla. Palabra del Señor.
Comentario:
Los fariseos exigen un signo, una prueba, y Jesús se niega. ¡Ha dado tantos signos en sus palabras y sus milagros! Es importante para nosotros revisar nuestras vidas y ver los signos de amor que Dios ya nos ha dado. Nuestra fe nos dice que Dios está siempre con nosotros. Es muy posible que no estemos acostumbrado a sentir su presencia. Es tiempo de comenzar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?” Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas d sobras recogieron?” Ellos respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?” Palabra del Señor.
Comentario:
Los discípulos están inquietos. Jesús les recuerda que Él está presente; les pide confiar en Él y en nadie más. Es importante revisar nuestra vida: ver cómo, cuándo Jesús se ha hecho presente en ella. Así podremos vivir con más confianza y darnos cuenta que solo en Él hay esperanza de vida, en ningún otro ser.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condijo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”. Palabra del Señor.
Comentario:
Nuevo milagro de Jesús: sana a un ciego en dos tiempos. Lo admirable, además dela acción milagrosa, es la actitud del ciego: no se inmuta cuando el milagro no parece resultar en un primer tiempo: espera confiado. Dios muchas veces se demora en atendernos. La confianza en su presencia, en su acción amorosa, es fundamental para el cristiano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas”. Entonces, Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Palabra del Señor.
Comentario:
Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Hasta ahora, nadie lo había reconocido como tal. Es bueno preguntarnos quién es Jesús para mí… y no asustarse. Jesús anuncia sus sufrimientos, su falta de recepción de parte de las autoridades de su tiempo… y de nosotros. El mal está siempre presente. Y Pedro que parece negar esa realidad, recibe una bofetada de parte de Jesús: tú no piensas como Dios, sino como los hombres. Es importante aprender a pensar en Dios y como Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía: “Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder”. Palabra del Señor.
Comentario:
Como cristianos, queremos seguir a Jesús. Y Jesús nos anuncia: no hay que tener miedo, ni vergüenza. Y nos muestra la realidad: si Él sufrió, también nosotros tendremos problemas, sufrimientos. Parece evidente: ¿de qué sirve ganar tanto dinero, tanta alabanza, si perdemos nuestra alma?
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Jesús le respondió: “¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos”. Palabra del Señor.
Comentario:
Fiesta de la Cátedra de San Pedro. Esta fiesta recuerda la consagración de la Basílica de San Pedro en Roma, en el Vaticano. Desde muy antiguo, los cristianos acostumbraban reunirse cerca de la tumba de Pedro. El evangelio nos recuerda la misión que Jesús confía a Pedro: edificar y cuidar la Iglesia entera. Recemos por el Papa actual; recemos por la Iglesia, para que los cristianos aceptemos las enseñanzas del Papa.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿Qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio, Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús insiste en la ley de caridad: amen a todos, amen a los enemigos, a los que los injurian; no esperen recompensa. Es lo contrario de lo que ofrece el mundo. La compasión, el perdón, son importantes para Dios y para nosotros. Pidamos la gracia de vivir como hijos de Dios que es bueno con todos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
10 al 16 de febrero 2025
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos hasta el lugar donde sabían que Él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan solo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos. Palabra del Señor.
Comentario
Apenas aparece Jesús en un lugar, la gente corre a verlo: su palabra da misericordia y esperanza; sus gestos bendicen y sanan. Esa es la misión del Hijo de Dios. Y esa es la misión de cada uno de nosotros. Tenemos que pedir al Señor que nos ayude a tener siempre palabas y gestos que acojan a los demás, que demuestren amor; jamás odio o desprecio.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas a las que están aferrados por tradición, como lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?” Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios por seguir la tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y además: ‘El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte’ En cambio ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: declaro corbán – es decir, ofrenda sagrada – todo aquello con lo que podría ayudarte’, en este caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!” Palabra del Señor.
Comentario:
Las tradiciones son importantes porque nos ponen en continuación con nuestra cultura y nuestros antepasados. Pero, al mismo tiempo, pueden esclavizarnos porque actuamos como máquina. Como robot, sin pensar. Por eso, Jesús tiene problemas con los fariseos. Es bueno revisar nuestras costumbres, darnos cuenta cómo pensamos, y ver si dejamos de lado los mandamientos de Dios.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús, llamando a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo: lo que hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!” Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: “¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?” Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: “Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”. Palabra del Señor.
Comentario:
Para Jesús, no hay alimento impuro porque todo fue creado por Dios y creado bueno. Lo que es impuro es lo que sale del corazón del hombre. Jesús nos muestra tantas impurezas. Es bueno leer la lista y darnos cuenta (sin asustarnos) cómo está nuestra vida, nuestro corazón. Esto nos permite ver dónde poner nuestros esfuerzos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida, una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de Él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen siro-fenicia, le pidió que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”. Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”. Entonces Él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. Palabra del Señor.
Comentario:
Una mujer no judía, es decir, no creyente, pide un milagro para su hija. Frente a la negación de Jesús, la mujer muestra su entereza y su humildad y así vemos lo profundo de su fe. El sufrimiento y la humildad no tienen fronteras. Jesús acoge la petición. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe y nos ayude a crecer en humildad.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a un sordomudo. A veces, Jesús sana solo con una palabra. En el milagro de hoy, Jesús toca al enfermo. Los seres humanos somos creaturas; necesitamos que actúen los sentidos, hoy el tacto y el oído. Dios es nuestro creador; nos conoce perfectamente y sabe muy bien todo lo que necesitamos. Por eso, la gente está llena de admiración.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos”. Los discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?” Él les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?” Ellos respondieron: “Siete”. Entonces Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los sietes panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta. Palabra del Señor.
Comentario:
Como consecuencia de su compasión, Jesús multiplica los panes: hay siete panes y unos pocos pescados. Todos comen a satisfacción. Lo importante, además de la multiplicación misma, es que hay de sobra. Cuando Dios da, no sabe calcular. Cuando hay amor, compasión, no hay espacio para el cálculo. El amor de Dios es infinito. Es bueno recordarlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles. Al bajar con éstos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! Palabra del Señor.
Comentario:
El evangelio presenta bienaventuranzas y maldiciones. Bienaventurados los pobres, es decir, los que confían plenamente en Dios. Ay de ustedes los ricos, es decir, los que confían solamente en el hombre y en sus propias riquezas. Toda nuestra vida, nuestra fe, nuestros esfuerzos, nuestro corazón están representados en este texto. Recordemos que Dios quiere que seamos bienaventurados, felices… para siempre.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
03 al 09 de febrero 2025
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, daño alarido e hiriéndose con piedras. Al ver a lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante Él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!” Porque Jesús le había dicho; “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!” Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Él respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaban paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara – unos dos mil animales – se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con Él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados. Palabra de Dios.
Comentario:
Jesús entra en una región pagana, dominada por demonios. Quiere anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos, aun paganos. Para eso, muestra su fuerza contra los demonios. Si, al final, la gente lo rechaza, por lo menos, una persona seguirá predicando. El evangelio entra poco a poco. Veamos nuestra vida: la palabra de Dios entra lentamente. Pidamos al Señor confiar y profundizar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva”. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hace doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con solo tocar su manto quedaré sanada”. Inmediatamente cesó la hemorragia y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?” Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?” Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces, la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, te fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?” Pero Jesús, sin tener en cuenta estas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”. Y se burlaban de Él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate! Enseguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña. Palabra de Dios.
Comentario:
Jesús no solo hace milagros importantes como devolver la vida, sino que desconcierta en la manera de hacer milagros. Una mujer lo toca a escondidas y se da cuenta; una niña ha muerto y le da vida; todo sin gritos ni escándalos. Jesús viene a salvar, a dar vida, pero no es un curandero; quiere compartir con nosotros, especialmente en los mom
R.P. André Hubert, sj
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Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado. Comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. Palabra del Señor.
Comentario:
La gente de su pueblo cree conocer a Jesús y se queda con una idea fija, Es difícil conocer bien a otra persona; más difícil cuando se trata de Dios. Tenemos que abrirnos para conocer. Creer conocer a tal persona puede ser perjudicial para ambos. Creer conocer a Dios, nos encierra en nuestras ideas. Pidamos al Señor que abra nuestro corazón para no despreciarlo como los conciudadanos de Jesús.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzado con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo, Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús envía a sus discípulos en misión. Tienen que aprender su trabajo futuro. No se trata solo de predicar. También deben confiar y no llevar nada. La predicación del reino es algo que llena la vida y la manera de vivir. Si hablamos de misericordia, si exhortamos a la conversión, debemos vivir lo que anunciamos. Pidamos la gracia de tener la fuerza de predicar y de vivir acorde.
R.P. André Hubert, sj
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El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: “Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos”. Otros afirmaban: “Es Elías”. Y otros: “Es un profeta como los antiguos”. Pero Herodes, al oír todo esto, decía: “Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado”. Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue as preguntar a su madre: “¿Qué debo pedir?” “La cabeza de Juan el Bautista” respondió ésta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. Palabra del Señor.
Comentario:
Herodes celebra su cumpleaños. Normalmente un cumpleaños es un día de fiesta, de alegría con la familia y con las amistades. El cumpleaños de Herodes termina con un asesinato. La mentalidad antigua es distinta a la nuestra, pero, de todas maneras, choca el desenlace de esta fiesta. Para muchos, la vida de una persona no tiene valor. Cada vez que despreciamos a otra persona, por el motivo que sea, somos otros Herodes. Pidamos la gracia de aprender a mirar a otros con bondad, como Dios lo hace.
R.P. André Hubert, sj
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Al regresar de su misión, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Palabra del Señor.
Comentario:
La multitud busca a Jesús. Los discípulos no tienen tiempo para descansar. Jesús tampoco. Siente compasión al ver los deseos de la gente de recibir su palabra y su cariño. Somos las ovejas que él quiere pacer. Démonos cuenta de la compasión de nuestro Dios: Él se da cuenta de nuestra miseria, de nuestra búsqueda de amor. Pidamos la gracia de acoger su cariño.
R.P. André Hubert, sj
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En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero su tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.
Comentario:
Pesca milagrosa tanto por la gente que se aglomera, como por los peces recogidos. Pedro se da cuenta que Jesús es un ser especial y se da cuenta de su pobreza: soy un pecador. Jesús le pide aceptarse como Dios nos acepta, y Dios nos acepta como somos, con nuestros pecados. Y como Pedro, nos invita a acompañarlo para ser pescadores de hombres. Así es la bondad de nuestro Dios.
R.P. André Hubert, sj
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27 de enero al 2 de febrero 2025
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían acerca de Jesús: «Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios». Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: «¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre». Jesús dijo esto porque ellos decían: «Está poseído por un espíritu impuro». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús es un hombre de éxito. Pero tiene muchas personas que lo critican por despecho, celos. Acusarlo de ser o de tener un demonio, es lo peor para Jesús. Por eso, se defiende arduamente: un reino divido no puede subsistir. Oración-lema que debemos recordar al ver nuestras familias, nuestro país o nuestro mundo. Jesús anuncia que se perdona todo pecado, pero transformarlo o transformarnos en demonio que divide, eso es lo más grave.
R.P. André Hubert, sj
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Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera». Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Comentario:
Llega María buscando a su hijo, quiere hablar con él. Eso es lo más normal para una madre. Para Jesús, la familia verdadera son los que obedecen a Dios, que se entregan totalmente a la evangelización: eso es lo primero. Los lazos familiares, políticos, comerciales u otros, deben tener una base en el evangelio y solamente así serán verdaderos.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque latierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno». Y decía: «El que tenga oídos para oír, que oiga!». Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de Él junto con los Doce le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón». Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno». Palabra del Señor.
Comentario:
Parábola del Sembrador. La semilla es la palabra que Jesús siembra en el mundo, en cada uno de nosotros. La semilla es buena y el sembrador confía en la tierra. Pero hay dificultades que no permiten que la semilla de los frutos esperados. Dios nos ha creado buenos y pone en nosotros su semilla buena y espera frutos. Dentro de nuestra libertad, dentro de las dificultades de la vida, pidamos confiar en Él para dar frutos.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús decía a la multitud: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!». Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene». Palabra del Señor.
Comentario:
La lámpara debe iluminar; es su sentido, para eso existe. El cristiano, cada uno de nosotros es luz y lámpara. Nuestra misión es iluminar, dar sentido a este mundo, ayudar a otros a ver el sentido de su vida. Nuestra vida es dar testimonio, no escondernos, no buscar excusas. Con todos los dones que hemos recibido, aprendamos a entregarnos por completo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús decía a sus discípulos: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha». También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra». Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. Palabra del Señor.
Comentario:
La semilla, aunque sea algo muy pequeño, crece sola. Si la tierra es buena, crece sola. La semilla es la palabra que Dios siembre en nosotros. ¡Confianza! La semilla crecerá. Dios no nos pide perfección, pero nos pide confiar en ÉL cada día. Jesús habla en parábolas porque confía en nosotros, quiere que vivamos en libertad y seamos responsables de nuestro crecimiento en confianza.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Despertándose, él increpó al viento y al mar: “¡Silencio! ¡Callate1” El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?” Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es ése, que hasta el viento y el mar le obedecen?” Palabra del Señor.
Comentario:
Hay muchas tempestades en los mares como en nuestras vidas. Muchas veces Jesús parece dormir. A la súplica de los discípulos, Jesús aplaca el viento y las olas. Pero también les pregunta: ¿por qué este miedo? Ser cristiano es confiar en Dios, confiar en su presencia amorosa, confiar que quizás no nos libra de las tempestades o se demora en atendernos, pero siempre nos da fuerza para enfrentarlas. En nuestras tempestades interiores, confiemos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando llegó el día fijado por la ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Let, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora Señor, puedes dejar que tu siervo muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús es presentado en el templo. Desde su nacimiento obedece a las leyes del padre: es un niño entre muchos otros. Solo lo reconocen Simeón y Ana, inspirados por el Espíritu Santo. Ambos supieron esperar toda su vida, sin desesperar. Sabemos que Dios está presente en medio de nosotros. Buscar, esperar su presencia en este mundo, en nuestra historia nos ayuda a madurar espiritualmente.
R.P. André Hubert, sj
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20 al 26 de enero 2025
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?». Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!». Palabra del Señor.
Comentario:
El ayuno se practica poco en nuestros días. Para los judíos, era una regla que cumplía casi sin pensar. Jesús nos hace ver que, con su llegada, también la vida se renueva. No nos podemos quedar con reglamentos que se aplican mecánicamente, aunque sean buenos. Tenemos que revisar nuestra manera de vivir. Y la manera de revisar es ponernos cerca de Jesús. Él es el vino nuevo, el vestido nuevo.
R.P. André Hubert, sj
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Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?». Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado». Palabra del Señor.
Comentario
Los judíos tenían muchos reglamentos, y nosotros también. Los reglamentos y las leyes existen para que nosotros, seres humanos, podamos ser más libres. “El sábado ha sido hecho para el hombre”: esto significa que las leyes están a nuestro servicio. Por eso, es importante conocerlos y saber cómo y cuándo aplicarlos. Jamás debemos ser esclavos de una ley escrita.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante». Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?». Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con Él. Palabra del Señor.
Comentario
Jesús hace una pregunta a la cual es imposible contestar: ¿Se puede hacer el bien o el mal en sábado? Es evidente que el mal no se debe hacer nunca y es evidente que el bien se debe hacer cada día, aun en los días de descanso. Por eso, la pregunta no tiene sentido. Jesús sana al enfermo porque la enfermedad es un mal que hay que arrancar del ser humano.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de ldumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús hace muchos milagros. Mucha gente lo sigue de todas las regiones de Palestina y alrededores, tanto que debe subir en una barca para evitar ser aplastado. Además, Jesús hace callar a los espíritus malos: no quiere ser reconocidos como hijo de Dios, título que nadie entendería o lo entendería muy mal. Lo importante es que Jesús se presenta como el que sana a todos, es decir, que quiere que vivamos plenamente.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce, a los que les dio el nombre de Apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a los doce, que llamamos ‘apóstoles’, palabra que significa ‘enviado’. Varios nos son conocidos y otros apenas sabemos algo de sus vidas. Jesús los llama: son los pilares, las fundaciones de nuestra Iglesia. Jesús los llama para continuar su obra: estar con Él, predicar y expulsar a los demonios. Esa es también nuestra misión. Debemos recordar que también somos enviados.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Palabra del Señor.
Comentario:
La Iglesia celebra la conversión de San Pablo, el apóstol que trajo el evangelio a todos los pueblos no judíos. El evangelio de hoy resume la misión de Pablo que es también nuestra misión: Predicar el evangelio al mundo entero, desde nuestro hogar, trabajo, sobre todo, desde nuestra oración.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‹ El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús empieza su vida pública. Viene a su pueblo, lee un texto de Isaías ante todos y anuncia: este texto se realiza hoy. Su primera misión, y la más importante, es anunciar la bondad, la misericordia de Dios para todos los hombres, especialmente para los que más la necesitan, los más abandonados. Jesús insiste: hoy se
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
13 al 19 de enero 2025
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia». Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús empieza a predicar: “Conviértanse”. La conversión es un esfuerzo constante para acercarse a Dios dentro de la vida cotidiana y a pesar de sus problemas. Además, Jesús elige a sus primeros apóstoles que lo siguen ‘inmediatamente’. Encontraron a Jesús y eso cambió toda su vida y su manera de ver la vida. Esto es el inicio de la conversión. Jesús nos llama: “Conviértanse”. Aprendamos a cambiar nuestra vida.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y éstos le obedecen!». Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea. Palabra de/Señor.
Comentario:
Jesús enseña y empieza a sanar. Los espíritus malos pueden ser los demonios (y así lo entendían en la antigüedad), pero también pueden ser toda persona que critica a Jesús y que lo denigra. Jesús no se deja amedrentar. Acostumbrémonos a ver que Jesús nos ayuda a superar nuestras dificultades y, sobre todos, nuestros pecados. Jesús nos sana. Aprendamos a alabarlo.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando». Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús sana a la suegra de Simón. Ante él, la fiebre desaparece. La fiebre es grave por ser enfermedad, pero también, porque no permite a la persona recibir a Jesús, atenderlo. Sin fiebre, vuelve la vida normal y la señora puede servir a Jesús y a todos. Además, Jesús no quiere quedar pegado en un solo lugar, ni parecerse a un curandero. Su misión es universal y a eso nos invita.
R.P. André Hubert, sj
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Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes. Palabra del Señor.
Comentario:
La lepra ha sido siempre una enfermedad terrible: el enfermo es un muerto en vida, sabe que va a morir. Además, debe apartarse de los demás, por temor al contagio: es una persona aislada. Por eso, la lepra ha sido siempre la imagen del pecado: no nos deja vivir en paz y nos aleja de nuestros hermanos. Jesús vuelve a enviar al leproso (al pecador) a la comunidad.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: «¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate, toma tu camilla y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual». Palabra del Señor.
Comentario:
Es admirable la fe del paralítico: hace todo lo posible para llegar a Jesús. Es admirable la fe de los que lo acompañan: llegan a destruir el techo con tal de llegar a Jesús. Es admirable también la reacción de Jesús. No solo busca sanar el cuerpo, sino que quiere sanar el alma. El ser humano es una persona de carne, hueso y alma, en una sola unidad. Jesús muestra su poder.
R.P. André Hubert, sj
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Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús llama a un publicano, sabiendo que es una persona y un trabajo odiados por los judíos, sabiendo que es un pecador. Dios no nos llama porque somos perfectos. Nos llama tal como somos, pecadores, y así como somos, nos envía. Por eso, Jesús va a comer con los pecadores. Si él es el médico, debe dedicarse a los enfermos y no a los sanos.
R.P. André Hubert, sj
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Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Comentario:
La boda de Caná. Este fue el primer signo de Jesús. Jesús cambia el agua en vino y vino muy bueno. Dios da lo mejor. Esta boda es el reflejo de nuestra vida. Dios quiere que vivamos felices, que tengamos una vida plena. Así los deseaban los novios de la boda. Invitar a Jesús en nuestra vida es asegurarnos de tener una fiesta admirable y vivir una vida llena de alegría, a pesar de los inconvenientes. Aprendamos a confiar.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
06 al 12 de enero 2025
Juan Bautista predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo». En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre Él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se nos manifiesta para que aprendamos a conocerlo poco a poco. Juan Bautista lo presenta como más importante que él mismo. Jesús llega en medio de los pecadores y se hace bautizar como cualquier ser humano: ese es su lugar, en medio de los seres humanos. La voz del cielo lo llama ‘Hijo predilecto’. Jesús se da a conocer en nuestra vida concreta. Debemos aprender a conocerlo y a reconocerlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz”. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta y empieza a predicar y a sanar enfermos. El evangelio lo describe como la luz que supera las tinieblas. Hay tantas tinieblas en nuestras vidas y en nuestro mundo. Necesitamos una buena Noticia; necesitamos también proclamar una buena Noticia: Jesús es Dios que viene a sanarnos, que nos muestra su compasión. Pidamos la gracia de aceptarlo y de seguirle.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a los campos y poblaciones cercanos a comprar algo para comer». Él respondió: ‹Denles de comer ustedes mismos». Ellos le dijeron: «¿Tendríamos que ir a comprar doscientos denarios de pan para dar de comer a todos?». Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver». Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados». Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces Él tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta: con 5 panes y 2 pescados da de comer a mucha gente. Dios toma lo poco que tenemos y los transforma en alimento para la multitud. Cuando Dios se compadece de nosotros, no mide su cariño; da y hay de sobra. Recordemos que Dios nos da a su Hijo en cada eucaristía. No mira nuestras debilidades, ni nuestra preparación. Solo mira nuestra pequeñez y su gran compasión.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Después que los cinco mil hombres se saciaron, enseguida Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras Él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y Él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero Él les habló enseguida y les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman». Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que domina los elementos: el mar, la tempestad. Al mismo tiempo, pide superar los miedos. Si él está con nosotros, podemos vivir tranquilos. Hay tantos miedos en nuestras vidas: miedo a los demás, miedo al futuro, miedo de la vida, miedo de nuestros pecados. Jesús nos pide mirarlo a Él en todo momento, especialmente en los momentos de miedo, de sufrimiento o pánico. Si no entendemos, pidamos aceptarlo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en El. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que cumple las Escrituras, es decir, las promesas de Dios. Él viene para salvarnos a todos, especialmente a los que más lo necesitan: los pobres, los abandonados. Jesús proclama un año de gracia: es el Jubileo que vivimos este año. Ofrezcámonos para seguirle en este jubileo de esperanza y así compartir esta esperanza con los que nos rodean.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante Él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante la lepra desapareció. Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a lugares desiertos para orar. Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús se manifiesta como el que domina las enfermedades. La lepra era una enfermedad incurable, al igual que nuestros pecados. Jesús viene en nombre de Dios para sanar y perdonar. Aceptar a Jesús es también agradecerle todas sus atenciones y proclamar su nombre a nuestro alrededor.
R.P. André Hubert, sj
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Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego». Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». Palabra del Señor.
Comentario:
Jesús viene donde Juan Bautista para recibir el bautismo. Se abre el cielo. Ya no hay distancia entre el cielo y la tierra: Dios vive realmente entre los seres humanos. No es necesario apartarse del mundo: Dios vive en su creación. Y Jesús se muestra como el Hijo muy querido de Dios para que podamos acercarnos a él y ser como él, con él, hijos muy queridos de Dios. Eso es el sentido de nuestro bautismo.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
01 al 5 de enero 2025
Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos lo que oían se admiraban de lo que habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto conforme a lo que se les habían dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Palabra de Dios.
Comentario:
Año nuevo, vida nueva, esperanza nueva. El encuentro con Jesús recién nacido cambió la vida de los pastores. Todo encuentro con Dios cambia nuestra vida. Dios nace en nuestro mundo para que podamos ver, sentir su amor real, para que tengamos siempre esperanza. Jesús nace y obedece las leyes: es el Príncipe de la paz. Todo niño recién nacido es signo de esperanza; Jesús mucho más que cualquier otro. Abramos nuestro corazón para que este año nuevo se nos llene de amor y esperanza.
R.P. André Hubert, sj
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Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: “¿Tú quién eres?” Él confesó y no negó; confesó: “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?” Él dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?” Respondió: “No”. Y la dijeron: “¿Quién eres para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?” Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua; en medio de ustedes hay uno que ustedes no conocen, el que viene detrás de mí y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán donde Juan estaba bautizando. Palabra de Dios.
Comentario:
Juan Bautista se define a sí mismo con precisión y humildad: no es el Mesías, sino el que prepara el camino. Predica fuerte, pero no para dar un mensaje propio, personal, sino para anunciar a otro que más fuerte. Prepara el camino. Nuestra misión, nuestro esfuerzo es también preparar el camino para que Cristo pueda entrar en el corazón de muchos.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese es aquel de quien yo dije: Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio este testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. Palabra de Dios.
Comentario:
Juan Bautista anuncia y presenta a Jesús. Lo presenta como el que recibió el Espíritu Santo; lo define como el que bautiza en el Espíritu. Juan describe lo que recibió de Dios mismo. Jesús es la persona que más depende de Dios: vive de su Espíritu, dedica toda su vida al Padre; no piensa en sí mismo, sino en nosotros y en nuestra salvación.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN
Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “Rabí (que significa maestro), ¿dónde vives?” Él les dijo: “Vengan y lo verán”. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefás (que se traduce: Pedro). Palabra de Dios.
Comentario:
Encuentro con los dos primeros discípulos: Andrés y Juan. Conocen a Jesús y lo siguen; quieren conocerlo más profundamente y se quedan con él todo el día. No solamente eso. No se quedan solamente con Jesús. Sino que quieren traer a Jesús a otras personas. Andrés lleva a su hermano, Simón, el que será el jefe de los apóstoles. En resumen, Juan no piensa en sí mismo, sino en anunciar al Mesías; Jesús no piensa en sí mismo, sino en anunciar su mensaje y formar a sus discípulos; los discípulos no piensan en sí mismos, sino en atraer a otros a Jesús. ¿Y nosotros?
R.P. André Hubert, sj
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Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá en tiempo del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él. Convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, púes de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisarán el tiempo en que había aparecido la estrella y los mandó: “Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo”. Ellos después de oír al rey, se pudieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y Habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino. Palabra de Dios.
Comentario:
Los magos son extranjeros, no judíos, de otra religión. Vienen de lejos, es decir, salieron de su país y de su confort para conocer a un recién nacido. Herodes es judío, conoce a Dios, su ley y su promesa de un Mesías… y vive del odio por un recién nacido. Dios llama a cada uno según lo que puede entender y vivir: los magos a través de una estrella, los judíos a través de la promesa de una Mesías; nosotros a través de Jesús, su salvación y sus sacramentos. Dios se manifiesta: eso es la epifanía. Dejemos que se manifieste en nosotros y a través nuestro.
R.P. André Hubert, sj
Vice Gran Canciller UCN