Aunque nació en Talca, el 11 de julio de 1950, se crió y vivió hasta la edad de 11 años en la oficina salitrera Algorta, en el norte de Chile. Allí y en las de María Elena y Pedro de Valdivia hizo sus estudios escolares.
Debido al cierre de Humberstone, sus padres se trasladaron con sus cinco hijos a Antofagasta, donde a las dos semanas de llegar muere su madre. Entonces, la familia decide volver a las salitreras, pero Hernán se negó a partir y decidió quedarse solo en la ciudad. Se ganaba la vida vendiendo diarios; le alcanzaba para comer e incluso para ir al cine.
Después de tres años de vivir en Antofagasta, volvió a la pampa a trabajar. En la salitrera María Elena fue mensajero de la empresa Anglo Lautaro (hoy SQM) y, después, al cumplir los 18, entró a un taller eléctrico. A los 19 años viaja durante tres años por Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina. «Fue en este viaje donde decidí convertirme en el mejor escritor del mundo», dirá años más tarde.
De regreso a la pampa en 1973, comienza a trabajar en la mina Mantos Blancos y después como operario en la oficina salitrera Pedro de Valdivia; paralelamente, estudia en la escuela nocturna para completar la enseñanza básica. Pero habrá de pasar más de una década de aquel memorable viaje en que tomó la decisión de consagrarse a la literatura antes de poder publicar su primer libro: en 1988 sale Poemas y pomadas, autoedición de 500 ejemplares que vendía puerta a puerta, en los bares y los cafés, y en 1990 Cuentos breves y cuescos de brevas (1990).
Cuatro años más tarde publicaría su primera novela, La Reina Isabel cantaba rancheras, que lo catapultó a la fama y le granjeó sus primeros premios importantes (antes, escribiendo poesía, había ganado 26 galardones en concursos menores): el del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, más una mención en el Municipal de Santiago. Desde entonces, este libro se ha convertido en una de las obras literarias de más vasta difusión de la narrativa chilena reciente.
Su siguiente novela, Himno del ángel parado en una pata (1996), volvió a recibir el premio del citado Consejo, consolidándolo como escritor. La lista de galardones y distinciones ha ido creciendo a medida que el escritor ha ido editando sus nuevos libros.
El primer sello que publicó sus novelas fue Planeta, pero a partir de 2006 Rivera Letelier saca sus libros en las editoriales del Grupo Santillana —que han reeditado todas las novelas aparecidas anteriormente en Planeta—, particularmente en Alfaguara y Punto de Lectura.
Algunas novelas suyas han sido adaptadas al teatro (La Reina Isabel cantaba rancheras tiene varias adaptaciones, una de ellas con la participación del mismo Rivera Letelier) y traducidas a varios idiomas, particularmente al alemán, francés e inglés. Está casado desde 1974 con María Soledad Pérez, a quien conoció cuando trabajaba en la mina de cobre Mantos Blancos. El matrimonio tiene cinco hijos.”